“Prefiero recordar nuestra amistad que lo otro”: dice hombre que descuartizó un cuerpo en Manizales

Q'HUBO | LA PATRIA | MANIZALES

En uno de los pabellones de la cárcel de Varones del Distrito Judicial de Manizales, donde ubican a los nuevos internos, se encuentra José Fernando Alzate, alias Caballo. Está juicioso y es el único de los seis presos que pasa la escoba sobre el piso húmedo.
El hombre comenta que en la audiencia aceptó cargos por el homicidio de Jorge Andrés Lozano, conocido en el barrio Comuneros como Casagrande. El 28 de agosto pasado encontraron el cuerpo mutilado, incinerado, repartido entre algunos costales y semi enterrado en un lote del sector de La Unión, entre los barrios Comuneros y Sinaí, de Manizales.
Caballo está descalzo, en pantaloneta y sin camisa. Se le pueden contar cerca de 10 cicatrices dividas en todo el cuerpo; en un brazo un tatuaje con el nombre de su madre. Empieza a hacer memoria, separa el dedo gordo del pie del otro dedo y el palo de escoba se encaja en medio.

Amistad hecha pedazos

Su decisión de incinerar y luego descuartizar el cuerpo de Casagrande la tomó por el temor a que se descubriera el cuerpo y no porque fuera un sádico o algo por el estilo. “Yo nunca había matado, entonces no supe qué hacer esa vez”, comenta el hombre, quien dice ser padre de tres hijos y pareja de dos mujeres.
“Casagrande me había robado mucho y pegado varias puñaladas. Me pegó esta, me pegó esta y me pegó esta (se señala unas marcas en el torso). Y me iba a pegar otra para robarse la plata de la cicla”, declara el hombre, en referencia al momento en que su víctima le rebosó la paciencia.
El hoy preso asegura que, a pesar de lo que hizo, no tiene tormentos. “Me he soñado cuando ha pasado lo que pasó. Y sí, ha tenido como ganas de corrérseme la cabeza, yo no sé. Pero más bien no pienso en lo malo, no pienso en el momento cuando eso (con sus manos hace el gesto de tajar algo), sino en los momentos de amistades. Yo era amistad de él, él era amistad mía. Prefiero recordar lo que pasaba yo con el chino. Nos gustaba el roncito".
Agrega que: “No estoy acostumbrado a matar una persona en sí. Yo no sabía cómo hacerlo. Por eso no lo dejé más lejos y lo descubrieron (el cuerpo)”, dijo.

Del fútbol al 'recicle'

“Juego buen fútbol, me gusta mucho. Mi posición es centro delantero. He jugado en la selección del Solferino y hace muchos años en la selección Caldas”.
Caballo se toca un punto en el hombro. “Por este accidente fue que no pude llegar al profesionalismo. Iba pasando la calle, una buseta apareció y me quebró la clavícula”. En su cabeza también tiene sus marcas. “Esos ya son puntazos y golpes. La ley, que anda por ahí y le va dando a uno. Si molestan mucho no hay quién se aguante, porque todos somos seres humanos. Y llegan a prenderlo a uno porque tienen un uniforme, entonces uno no se aguanta”, se queja.
Tiene un gusto especial por las mujeres. “Usted sabe, uno feo y todo pero… fuera de la mujer mía pues, tengo tres. Una murió por una enfermedad, hay una pelada y un hijo grande en Bogotá, y la de acá”.
Comenta que hace rato que está alejado del bazuco, pero acepta que lo disfrutó en su juventud. Antes de entrar a la cárcel, dice, era un hombre trabajador y ya retirado del vicio fuerte. Se dedicaba al reciclaje. “El archivo (papel blanco) vale 300 pesos el kilo, la chatarra está a 250 el kilo. Uno se puede hacer 15 o 20 mil pesitos trabajando todo el día duro. Recorriendo varios barrios. Es un trabajo digno”, apunta.

“Lo hice solo”
Sobre alias el Burro, un capturado al que señalan de ser su cómplice en el asesinato y descuartizamiento de Casagrande, alias Caballo comenta que ese muchacho no tiene “nada que ver” en el crimen.

“Yo solo fui el de la vuelta. Habían dicho que el man era el que estaba conmigo, pero no. En ningún momento. Es maluco un muchacho pagando así un gancho ciego, sin tener nada qué ver en la vuelta y parar aquí. Sí, a mi me daría es pesar”, dice.