LA PATRIA | MANIZALES
Esta es la historia de Juan Sebastián Moncada Garzón, que murió el lunes en la cárcel la Picaleña, y la de su madre, María, que no para de sufrir desde hace siete años. En esa fecha Juan Sebastián asesinó a un menor de edad en la vereda Gallinazo, de Villamaría, por robarle una bicicleta. Por este delito pagaba 40 años de prisión.
El joven, de 24 años, se intentó quitar la vida en varias oportunidades. El fin de semana falleció, con lo que acrecentó el dolor de su madre, a 178 kilómetros de distancia.
“No es solo el sufrimiento mío y el de la familia de la víctima. Estoy pagando esto el doble que él. Tengo dolor e impotencia”, anotó la mujer en una ocasión.
Con ayuda de LA PATRIA pudo comunicarse con él, por teléfono, el 11 de mayo. Ella le pidió poner todo en manos de Dios y recuperarse pronto. Él le respondió que la amaba mucho y le dijo que se cuidara. “Discúlpenme por tantos dolores de cabeza”, sentenció.
La pesadilla de María siguió. Juan Sebastián entraba y salía de la clínica por lo mismo. “Dice que no quiere vivir más. ¿Qué hago?”, repetía esta madre.
El lunes llegó lo que temía. Su hijo se quitó la vida. El Inpec informó que Juan Sebastián, por su estado, permanecía aislado, pues varias veces intentó hacerse daño. Días antes le habían confirmado su condena a 40 años. Se puso más depresivo, explicaron en la cárcel.
María compartió la última carta que escribió su hijo:
“Lloras mucho mamita y eso me pone triste. Piensa que solo mi cuerpo está lejos de ti. Mi corazón y mi presencia están contigo. Te miro descansar en mi cama y rompes en llanto. No lo hagas, aquí junto al Creador pido que lleve paz a tu corazón para que cuando te sientes en mi silla sientas mi presencia y me hables. Quiero que le des calma a mi papito, sé que fue muy repentino y no tuvimos tiempo para nuestra despedida. Mami, tranquila, acá todo es un paraíso de colores. Qué necios somos, cuando aquí ante Dios todos somos iguales. Mi enemigo es mi amigo y mi amigo es mucho más que eso. Era mi hora. Nadie puede contra el destino y el mío era irme”.
Por redes sociales, allegados al joven al que mató Juan Sebastián expresaron cosas como: "El que a hierro mata, a hierro muere. Eso se llama karma. Hoy les toca sufrir a ustedes”.
La respuesta de María fue de madre: "Deberían dejar en paz todo. Las familias no tenemos la culpa de lo que ocurrió. Ahora me toca a mí vivir mi dolor”.
*Esta historia se cuenta con permiso de la familia.
”El llanto y demás manifestaciones de dolor tienen la función del desahogo, como condición esencial para rebajar la carga emocional que se origina con la muerte. El apoyo que se da y se recibe durante estos ceremoniales es un alivio y genera confianza en los dolientes”.
Fanny Bernal Orozco
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