LA PATRIA | MANIZALES
El Negro o Moreno, de 28 años, esposado y custodiado ayer por dos uniformadas de la Sijín, vociferó, maldijo e insultó a una mujer que solo estaba en su mente. Eran palabras lanzadas a un telón. Quería ponerle la cara a las cámaras. Amenazaba con dar patadas y otras agresiones a ese ser imaginario.
El miércoles en la noche se encontraba en vía pública del barrio Milán. Hasta ese lugar llegó la Policía Metropolitana para comunicarle que quedaba detenido como presunto responasable de matar a Saida Johana Giraldo Castañeda, de 33 años, apodada la Rola.
A él fue al último que vieron, hace ocho días, en compañía de la fallecida, reconocida por hacer malabares en el semáforo del Estadio Palogrande y por la Avenida Paralela, mientras esbozaba una escueta sonrisa.
Una persona que hoy es testigo de las autoridades, señaló que la última vez que vio con vida a la Rola eran las 9:00 de la noche. Allí quedó sola con el Negro, quien un rato después se cambió de ropa, la cual fue hallada por los investigadores al día siguiente del homicidio y enviada a un laboratorio para pruebas de ADN.
Según el informe de la necropsia, el fallecimiento se produjo entre las 9:00 de la noche y la 1:00 de la mañana. Este cálculo científico se deduce del período denominado "ventana de muerte".
La investigación
Un grupo de investigación elaboró un perfil criminal. Otro entrevistó a posibles testigos y conocidos. En total, la Policía y la Fiscalía conformaron siete equipos de trabajo para resolver el caso.
Pese a que al hoy detenido también lo entrevistaron al día siguiente de los hechos, pues frecuentaba el parque La Gotera y la zona cercana a la pista de ciclismo de la Universidad de Caldas, donde apareció muerta Johana, negó conocerla o haber tenido relación con ella. Mintió.
Faltaba una prueba contundente que lo vinculara con el crimen. La evolución de la investigación produjo varios elementos de prueba, suficientes para solicitar la captura del sujeto, un antiguo estudiante de Geología. Hizo 11 semestres.
Antecedentes
El 2017 fue el último año en el que asistió a las aulas. Sus problemas de drogadicción lo convirtieron en un habitante de calle. Se sabe que maltrataba a la mamá, una docente pensionada. Las autoridades lograron llevar a la progenitora a un asilo, con autorización judicial, donde murió hace un par de meses.
El coronel Raúl Vera, subcomandante de la Policía, manifestó que los antecedentes que se conocieron de el Negro es que se trata en general de un hombre conflictivo y que odia a las mujeres.
Una rabia que, según la investigación, habría descargado contra Johana, al punto que le produjo, mínimo, unas 35 heridas con arma blancas, todas por la espalda.
De hecho, el cuerpo fue hallado en posición fetal. En este sentido anotó que no hubo evidencia de agresión sexual. “Estaba en estado de indefensión”, indicó la directora de Fiscalías de Caldas, Clara Irene Giraldo.
Agregó que fue un acto criminal con sevicia. Sin embargo, debido a la proclividad a la violencia en general del sujeto, aún la Fiscalía no determina que se trate de un feminicidio, por lo que ayer le imputaron homicidio agravado, que contempla una pena de unos 34 años de prisión.
Debe saber
No toda muerte en el que la víctima es una mujer es feminicidio. Se denomina así cuando se le causa la muerte por su condición de ser mujer o por motivos de su identidad de género. Además, si ocurrieron o antecedieron hechos como:
*Tener o haber tenido una relación familiar, íntima o, de convivencia con la víctima. De amistad, de compañerismo o de trabajo y ser perpetrador de un ciclo de violencia física, sexual, psicológica o patrimonial que antecedió al crimen.
*Ejercer sobre el cuerpo y la vida de la mujer actos de instrumentalización de género o sexual o acciones de opresión y dominio sobre sus decisiones vitales y su sexualidad.
*Cometer el delito en aprovechamiento de las relaciones de poder ejercidas sobre la mujer, expresado en la jerarquización personal, económica, sexual, militar, política o sociocultural.
*Cometer el delito para generar terror o humillación.
*Que existan antecedentes o indicios de cualquier tipo de violencia o amenaza en el ámbito doméstico, familiar, laboral o escolar, o de violencia de género cometida por el autor contra la víctima, independientemente de que el hecho haya sido denunciado o no.
*Que la víctima haya sido incomunicada o privada de su libertad.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
Saida Johana Giraldo Castañeda.
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