LA PATRIA | MANIZALES
La desesperada búsqueda del conocido Evelito de la vereda Santa Bárbara Alta de Manzanares terminó y no con buenas noticias. Al hombre, de 85 años, lo encontraron sin vida siete días después de su desaparición.
A Luis Evelio Guzmán Muñoz, de 85 años, lo halló un menor a las 5:40 de la tarde del pasado viernes en una cañada de la vereda. De inmediato les contó a Albeiro Antonio Franco, con quien vivía el anciano y a las autoridades.
Según el reporte de la Policía, al parecer, el hombre se resbaló por un barranco y la caída le habría causado la muerte. La Sijín realizó la inspección del cuerpo.
El cadáver lo trasladaron hasta Medicina Legal de Manizales para la necropsia y determinar las causas de su deceso.
El cuerpo aún está en la capital de Caldas, ya que su familia solo hasta hoy puede hacer las diligencias para retirar el cuerpo.
A Evelito le gustaba la música de cuerda y el pasado primero de enero salió de su hogar con una de sus guitarras a un lugar donde sintiera tranquilidad. Sin embargo, como le cogió la noche para regresar a la vivienda de la familia que hace 20 años lo adoptó y le temía andar sin la luz del día, un conocido lo acompañó hasta la vereda Santa Bárbara y lo dejó en la puerta de la casa.
"Como nosotros estábamos trasnochados y nos dormimos creemos que el tocó y ninguno escuchó. Tal vez por eso caminó hacia la parte de atrás del predio para ingresar por el patio y ahí fue cuando bajó tanto que le perdimos el rastro", dijo Albeiro, quien acogió al abuelo cuando su familia de sangre lo abandonó.
Al día siguiente al ver que no sabían nada de Evelito, lo buscaron por todos lados y lo único que encontraron fue su guitarra en medio de los cafetales.
La búsqueda nunca terminó, incluso le informaron a la Policía de la desaparición, pero fueron varios días los que su esfuerzo resultó en vano.
"Hace 20 años la familia de Luis Evelio lo abandonó y deambulaba por los caminos de la vereda. Nosotros decidimos adoptarlo, le dimos techo, comida y lo acompañamos a sacar la cédula porque estaba indocumentado. Mejor dicho se convirtió en uno más de nosotros", contó Albeiro.
Al recordar los buenos momentos que compartieron con él, Albeiro manifestó que para acompañarlo a sacar la cédula fue muy traumático, dado que la víctima nunca montó en carro y le temía subirse a uno. "Siempre nos tocó ir caminando al pueblo porque no había poder humano que lo hiciera movilizarse en un yip".
Era un roble, así describen los habitantes de la vereda Santa Bárbara Alta a Evelito, pues a pesar de su avanzada edad, nunca conoció un médico, no le dolía nada y permanecía caminando, ya que quedarse quieto para él era un pecado.
La música de cuerda era su pasión. Albeiro y su esposa le regalaron dos guitarras y un tiple para que se entretuviera y estas eran sus consentidas.
"Nosotros le pagamos funeraria y por ello esperamos que nos entreguen el cuerpo para darle el último adiós", es el deseo de la familia Franco.
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