LA PATRIA | MANIZALES
Los hermanos Óscar Armando y César Augusto Tayac Correa querían tomar y departir un rato el pasado viernes, pero los bares de Arauca estaban cerrados, por lo que decidieron sentarse en las bancas de la cancha de microfútbol, aledañas al cementerio de ese corregimiento de Palestina, para compartir unas cervezas.
Según Óscar Armando, quien es militar, llegó al lugar una patrulla con siete policías del GOES. “Nos estrujaron y solicitaron de malas maneras que nos fuéramos. Les pregunté por qué hacían eso, si no estábamos delinquiendo y la Constitución consagra el derecho a la libre locomoción. Uno de los agentes me gritó una vulgaridad”.
Los hermanos cruzaron el puente, hacía el municipio de Risaralda. Pensaron que allá podían hablar sin más molestias. Pero se equivocaron. Según ellos, la misma patrulla reapareció y en está ocasión llegaron rociando gas pimienta. “Me tiraron al suelo y me dieron patadas en la espalda, me quitaron el celular y me llevaron esposado, ahogado por los efectos del gas en la patrulla policial”, denunció Óscar Armando.
Mientras se los llevaban, Janeth Inestroza, quien estaba cerca del lugar, les reclamó, pero también le echaron gas pimienta y según ella, la trataron de marihuanera y guerrillera. Se quejó porque le pidió a uno de los siete uniformados que le diera agua para echarse, ya que le ardía mucho su rostro, la garganta y se le dificultaba respirar. La mujer aseguró que lo que hizo el agente fue montarla al camión sin auxiliarla.
Mientras tanto, a Óscar Armando y a su hermano los llevaron hasta un calabozo impregnado de orines y de excremento de perros. Antes de encerrarlos, fueron acorralados por los siete agentes y luego les pegaron puños en la barriga, mientras seguían usando el gas pimienta, relataron los hermanos.
Momentos después los policías llegaron con Janeth y la metieron en una celda igual de nauseabunda que la otra. “Me dieron con el bolillo en la rodilla, la tengo hinchada, en las piernas me dejaron tres morados y me arañaron el cuello”.
Mientras pasaban las horas de encierro, Óscar y César pidieron que los dejaran llamar a sus familiares. Pero se lo negaron, según ellos, argumentado que no estaban detenidos. César les contestó que entonces qué cuál era el motivo para someterlos a tratos crueles, inhumanos y degradantes. Según Óscar Armando, la respuesta que le dio un agente fue: “quédese callado, o se me olvida que soy Policía”.
Mientras a Janeth la soltaron a las 6:00 de la mañana, a los dos hermanos, a las 7:20 de la mañana, no sin antes desbaratar el celular de Óscar Armando, intentando borrar las fotos y videos que tenía de los presuntos abusos de autoridad que se dieron esa noche, material probatorio, que de hacerse público, los perjudicaba.
Según Marta Suárez Vásquez, corregidora de Arauca, “aquí la gente estaba acostumbrada a pegarle a la Policía y a hacerle asonadas. Entonces ahora cualquier procedimiento que hacen lo toman como represión”.
Algo similar dijo el subintendente Germán Bermúdez, subcomandante de la estación de Policía en Arauca, quien aclaró que aunque no estaba al mando cuando ocurrieron los hechos, anteriormente no se impartía tanta autoridad, hacían lo que querían y nadie los controlaba, mientras que ahora se está ejerciendo control y entonces la gente cree que se vulneran sus derechos. El alto mando añadió que el Código Nacional de Policía los faculta para hacer detenciones preventivas, como las que se hicieron ese día.
Respecto a los olores nauseabundos del calabozo, el subintendente Bermúdez explicó que ese día estuvo detenido un habitante de la calle con problemas mentales y que su estadía allí fue la que impregnó el ambiente del desagradable olor.
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