DIEGO FERNANDO HIDALGO
LA PATRIA | MANIZALES
El nombre llegó como caído del cielo: Emmanuel, que significa Dios con nosotros. La familia Guachaté Cortés, que en menos de cuatro semanas espera la llegada de su nuevo integrante, decidió llamarlo así desde hace tres meses.
Hoy pueden decir, sin miedo a equivocarse, que Dios estuvo con ellos en la madrugada del pasado miércoles, cuando se salvaron de morir en el derrumbe del barrio Sierra Morena, en Manizales. Su casa quedó destruida.
La presencia de Emmanuel en el vientre de Sandra Isabel les cambió la vida. Es una historia positiva en medio de la tristeza que embarga a la ciudad desde hace cuatro días.
Ayer, en la Clínica Versalles, Sandra esperaba que le dieran de alta. Sonreía, mientras esculcaba los regalos que ocupaban gran parte del sitio de hospitalización. "Mucha gente se enteró de lo que le pasó a mi familia. Llegaron vestiditos, cobijas, pañales, de todo", indicó.
Al tiempo recordó que esa madrugada no durmieron, porque llovió mucho, temían que en cualquier momento pasara algo. "A las 3:30 de la mañana escuchamos un estruendo: una casa se cayó. Se fue encima de la de nosotros. Mi esposo, Adolfo, no sabía cómo sacarnos, rompió por el patio y nos salvó. A mí y al otro hijo, de 8 años, nos tocó subirnos por los escombros. Dios estuvo con nosotros", recalcó. Del susto se le subió la presión y como sufre de preeclampsia, la internaron el miércoles. Es la tercera vez que lo hacen.
A las 9:15 de la mañana de ayer tocaron a la puerta de la habitación. El médico le anunció a Sandra Isabel que en minutos le darían de alta. Le entregó las indicaciones de rigor y ella a todo dijo que sí. Continuó: llevábamos cinco años en Sierra Morena, pero nunca vivimos algo así. Allá no volvemos. Esperamos qué dicen de las ayudas para conseguir una en arriendo en Villahermosa. La vida vale más que lo material, sobretodo la de Emmanuel", expresó.
A las 9:30 de la mañana, Sandra Isabel esperaba la llegada de su esposo, que es trabajador de Lúker. Él pidió permiso para poder acomodar a su familia. Mientras tanto, empleados del cuarto piso de la clínica le dijeron a la embarazada que debían hacerle un último examen. Le tenían preparada una sorpresa.
La bajaron en silla de ruedas hasta el primer piso y en un pequeño salón, funcionarias de diferentes dependencias del centro asistencial le hicieron su propio baby shower. "Es un placer para nosotros compartir con usted estos detallitos. Dios es muy bueno y la tiene acá en este momento difícil. Queremos llenarla de ánimo, porque desde que haya vida, existe esperanza", le manifestaron.
Sandra Isabel quedó en silencio, pero radiante. Contra una pared había dos cajas y una bañera repleta con elementos para Emmanuel y su otro hijo, Yojan. Hasta una maleta le regalaron.
"Hay un señor de Estados Unidos, que le mandó muchas cosas. Lo único que le pide es que rece por él, porque le acaban de descubrir un cáncer linfático", expresó otra funcionaria.
El celular de Sandra Isabel sonó. Era su esposo, que la buscaba desesperada. Lo mandaron a entrar al sitio de la reunión y también se sorprendió. "Y yo buscándolo", manifestó, al tiempo que le dio un beso. "Muchas gracias. Lo material se consigue. La vida, no", añadió, mientras le explicaban de que se trataba de todo.
La embarazada se paró de su silla y, junto a Adolfo, esculcó los regalos. "Qué bonitos vestidos y cobijas, como para estos fríos. Sé que vendrá el verano y no volverá a llover como el miércoles. Es el propio para Emmanuel, rojito y todo", replicó el futuro padre, mientras acomodaba los elementos en una maleta.
No todo paró ahí. Les anunciaron que en camino venía una señora de Neira, con más detalles. Y que el dueño de una empresa en Bogotá quería hablar con ellos dos. A Sandra Isabel, Emmanuel, Adolfo y Yojan les llovieron bendiciones, en medio de la triste tormenta que enlutó a Manizales.
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