LA PATRIA | MANIZALES
Como persona ausente fue imputado un sujeto, por un fiscal de Aguadas, por el delito de tentativa de homicidio agravada y acceso carnal abusivo con menor de 14 años agravado, después de ser señalado por su compañera sentimental de intentar asesinar a su pequeño hijo, de 11 meses, y de abusar sexualmente de su otra hija, de dos años, de quienes era el padrastro.
Los hechos fueron en la vereda San Martín, en junio de 2018. De acuerdo con los testimonios recopilados por las autoridades, la madre de la menor presenció que el hombre estaba tocando las partes íntimas de la menor y, además, besándola en la boca.
Al parecer, ante los reclamos de la madre, el hombre tomó por el cuello al pequeño de 11 meses y trató de asfixiarlo. Posteriormente le puso un trapo en la cabeza y una almohada en la cara, por lo que la madre pidió ayuda y fueron auxiliados por funcionarios de la Comisaria de Familia. El hombre huyó.
El dictamen de Medicina Legal indicó que, al parecer, la pequeña fue accedida sexualmente. El imputado tiene una orden de captura vigente desde 2018, cuando sucedieron los hechos.
Alarma
Tan solo en 2019, el ICBF abrió 14.032 procesos para restablecer los derechos de menores víctimas de violencia sexual.
De estos casos, un alto porcentaje de los delitos ocurrió en los entornos más próximos a los menores de edad: sus hogares, sus barrios, sus colegios y otros lugares que normalmente frecuentan.
Y peor aún, la mayoría de los actos de violencia sexual son cometidos por personas muy cercanas a ellos, incluso de su misma familia.
“Hay estadísticas que demuestran que muchos de los abusadores son los padrastros, los abuelos, los tíos, los primos, los padrinos, los hermanos, e incluso, los mismos padres. No obstante, también pueden ser profesores, vecinos, entrenadores, cuidadores o personas que tienen un contacto constante los niños”, advirtió la entidad.
Anotó que en este escenario es fundamental que madres y padres aprendan a identificar cuáles son esas señales que pueden prender las alarmas sobre la posible presencia de un agresor sexual en la familia o cercano a esta, de manera tal que puedan actuar a tiempo y mitigar el riesgo.
No hay un perfil definido
Para el ICBF no existe un patrón específico para identificar a un agresor sexual, teoría que confirma el especialista forense de Medicina Legal, Luis Jesús Prada Moreno, ¨Un pedófilo puede ser una persona de cualquier edad, sexo, condición social o económica, nivel educativo, profesión, raza, religión, condición física o cognitiva¨.
De acuerdo con Prada, existen algunas conductas del sujeto que pueden levantar sospecha y a las que se debe prestar suficiente atención, como por ejemplo:
*La insistencia por permanecer a solas con el o la menor. Inventa cualquier excusa para lograrlo.
*La preferencia por socializar con menores de edad por encima de los adultos.
*Las muestras exageradas de cariño o de afecto en forma injustificada e inoportuna.
*La compulsión a la pornografía, ya sea por medio de video o de revistas.
*El haber estado involucrado o haber sido denunciado anteriormente por un abuso sexual.
*El consumo problemático o el abuso de sustancias psicoactivas.
La confianza
Que la mayoría de los casos de abuso sexual con menores ocurran en sus entornos más cercanos tiene un común denominador: la confianza. Precisamente, por eso, suele ser tan difícil identificar a tiempo una situación de riesgo.
Para el especialista de Medicina Legal, una de las situaciones que el agresor más desarrolla en el proceso de abuso es la confianza, tanto con su víctima, como con los cuidadores de esta.
Su objetivo es generar una atmósfera en la que sus intenciones pasen desapercibidas y logren ganar espacios de privacidad, para finalmente quedarse a solas con el menor de edad.
“Los agresores siempre buscan ganarse la confianza, intentan ser muy cercanos, se inventan actividades lúdicas y recreativas con el propósito de compartir mucho tiempo con su víctima; tienden a ser muy cariñosos y suelen dar regalos sin motivo alguno. También se valen de guardar secretos o de darles dinero como una forma sutil de manipularlos y extorsionarlos”.
Factores de riesgo
Los expertos coinciden en señalar algunos factores que incrementan el riesgo.
*La falta de educación sexual desde temprana edad, que impide que los niños aprendan a identificar los riesgos a los que están expuestos y que, por ende, no desarrollan acciones de autocuidado y establezcan límites con relación a las manifestaciones de afecto.
*La inobservancia o la negligencia de madres, padres o cuidadores a la hora de crear entornos protectores. Asimismo, el dejar solos a los niños por mucho tiempo.
*La debilidad o carencia de vínculos afectivos entre los menores de edad y sus adultos significativos. *Los agresores aprovechan este desequilibrio para llenar vacíos emocionales.
*El hacinamiento en las viviendas.
*La violencia intrafamiliar y el maltrato físico, verbal o psicológico, que lesiona su autoestima y su seguridad, haciéndolos más propensos a ser víctimas de este delito.
*Las condiciones de discapacidad física o cognitiva.
Identifique
Los comportamientos de los niños también son una señal de alerta
- Conductas sexuales inadecuadas para la edad. Que un niño o niña demuestre tener un conocimiento acerca de las relaciones sexuales, que no debería, que se toque con insistencia sus órganos sexuales, que haga representaciones de una relación sexual, por ejemplo, con sus pares o con un muñeco al que le hace movimientos con su pelvis, o que haga dibujos alusivos a una relación sexual es un claro indicador de que algo no va bien.
*Aquí hay que indagar, de forma amable, respetuosa y amorosa, dónde aprendió eso, con quién o con quiénes lo aprendió, quién inició la actividad y cómo participa cada uno.
*Cambios bruscos en su estado de ánimo. Cuando es víctima de abuso sexual, generalmente, tiende a volverse introvertido, ansioso o agresivo.
*En otros casos puede mostrarse más extrovertido de lo normal. También debe llamar la atención la incomodidad o el temor que manifieste con respecto a un determinado adulto.
*Retrocesos en su desarrollo. Hay niños que, tras ser sometidos a situaciones estresantes, o a sucesos que les provocan angustia y temor, presentan retrocesos.
*Cambios físicos. Aunque la mayoría de víctimas de abuso sexual no presentan señales corporales, en algunos casos sí es posible que se presenten pequeñas lesiones o cicatrices genitales o anales, dolor abdominal o en la región genital que deben ser consultados inmediatamente con el personal de salud.
*Por su parte, el embarazo en menores de 14 años, de acuerdo con la ley colombiana, es una clara muestra de abuso sexual.
¿Qué hacer ante la sospecha?
Una vez la madre, el padre o el cuidador haya identificado alguna de las señales de alerta será clave realizar un abordaje adecuado de la situación empezando por acercase de forma amable, empática y cariñosa para así animarlo a hablar de la situación por la que está atravesando.
Es fundamental que al hacerlo el adulto esté sereno, ya que si se muestra angustiado o desesperado causará temor en el menor de edad y reducirá al mínimo las posibilidades de que narre los hechos.
Para empezar el diálogo es esencial recordarle que su familia lo ama y que cuenta con todo su apoyo y su protección para superar cualquier problema o situación que le genere incomodidad.
Se recomienda no juzgar a la víctima mediante expresiones como “¿por qué no me habías dicho antes?” o “¿por qué te quedaste callado?” y mucho menos confrontarlo con el agresor, ya que esto genera miedo y se corre el riesgo de silenciar al menor de edad quien puede terminar retractándose o negando los hechos.
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