La escena fue a plena luz del día. María Antonia Saavedra, de 67 años y madre de ocho hijos, estaba ayer en su casa del barrio Obrero, en La Dorada, a la 1:20 de la tarde, cuando un habitante de la calle se arrimó al lugar a pedirle algo de comer o de beber. Ella se negó y volvió a entrar, pero el hombre irrumpió en el lugar y, a pesar de los reclamos de ella, la atacó con un machete.
María Antonia, quien también era casada, murió en el sitio: calle 23 con carrera 2. Cuentan los testigos que el sujeto salió tranquilo de la casa, con las manos ensangrentadas, y continuó su camino.
La furia colectiva, al percatarse del crimen, fue inmediata, y con piedras y palos una multitud lo atacó en la calle 21 con carrera 3. Casi lo matan, de no ser por la intervención de las autoridades, que lo remitieron al Hospital San Félix, donde permanece.
El drama es tanto para la familia de María Antonia como para el municipio, que con su asesinato ya ajusta 20 homicidio este año.
Es algo dramático si se tiene en cuenta que entre enero y julio del año pasado solo se conocieron dos homicidios. En el 2012 los casos en los que intervienen sicarios se mezclan con algunos como este último, en los que predomina la intolerancia.
Hasta ahora la Policía ha aumentado el pie de fuerza, mientras que se han restringido los horarios de apertura de los establecimientos nocturnos, pero los crímenes continúan. El más reciente, antes de que mataran a la señora, había sido el de Julián Alexis Bustos García, a quien mataron a bala el lunes pasado en la madrugada.
En Chinchiná
Cuando terminaba el día de su cumpleaños 22, Miguel Antonio Marín fue asesinado a tiros dentro de su casa en el barrio La Frontera, de Chinchiná. La familia de la víctima contó que eran las 11:30 de la noche del martes pasado cuando varios hombres tocaron a su puerta y se identificaron como funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía.
Ante la negativa de abrirla, la tumbaron e irrumpieron. Miguel se sentó en una silla de su pieza y se puso una cobija encima, pero lo encontraron y le dispararon seis veces: tres en la cabeza y tres en el resto del cuerpo.
Al escuchar los ruidos, su mamá bajó corriendo del segundo piso. Uno de los criminales la encañonó y la tuvo bajo amenaza hasta que él y sus cómplices escaparon.
Problemas de bandas
El joven, según relató la familia, desde hace algunos meses estaba amenazado. Aparentemente estaba involucrado en problemas entre bandas de Chinchiná, así que salía poco de su casa; cuando lo hacía, se brincaba el solar para ir a comprarle pañales y leche a su hija de dos meses.
Aunque su compañera sentimental y la niña vivían con él, el fin de semana ella se quedó en casa de su madre. El martes en la tarde, horas antes del crimen, una vecina le llevó a la bebé a él para que compartieran un rato. “Alcanzó a despedirse de ella. Él la amaba y estaba muy feliz desde que ella nació", comentó su hermana.
Miguel trabajaba en lo que le resultara, pero lo que más le llamaba la atención eran labores del campo como cargar costales y recoger café.
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