B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Parecería otra moda. Veganismo y vegetarianismo acarrean riesgos en el desarrollo del embarazo sin la debida orientación médica. Cuando está en juego la vida de un bebé se debe buscar asesoría de expertos en nutrición para que la dieta aporte los nutrientes que un neonato requiere.
La nutricionista Elizabet Ortiz Palacio es enfática: “La alimentación debe cubrir las necesidades tanto de ella como del bebé. No por dos, sino para dos. Debe incluir proteínas, hierro, calcio, zinc y ácido fólico”.
Agrega que los primeros mil días (nueve meses de gestación y dos años más) en la vida de un niño son determinantes, porque definen la adultez. “Es un tiempo breve en el que se forma el 80% del cerebro, responsable de pensamientos, comunicación, emociones e impulsos. Es la etapa de mayor plasticidad y por eso la más vulnerable”.
“Si más adelante mi hija decide seguir por la senda del vegetarianismo, la acompañaremos. Pienso que si esto se asume a la ligera genera desajustes físicos”. Así habla Diana Milena Reyes Arias, quien durante 10 años fue vegetariana y con la llegada de su hija, Luna, hoy hace concesiones en su alimentación.
Reyes escogió el universo vegetariano por sus creencias y porque las carnes rojas le hacían daño. La falta de esta proteína afectó su salud y por eso decidió ingerir pollo.
Cuando quedó en embarazo sufrió hiperemesis gravídica (náuseas y vómitos). “Devolvía multivitamínicos y alimentos, aunque duplicaba las porciones de comida para que quedara algo en mi organismo”, comenta.
La bebé nació con una alergia alimentaria severa. Un pediatra le recomendó suspender la lactancia materna, entonces buscó otra opinión. Hallaron que la mamá debía asumir la dieta que la niña necesitaba. Adicional a la alimentación complementaria que se suministra después de los seis meses, Reyes lactó a Luna hasta los 18 meses.
“En ese momento predomina la supervivencia de la bebé y asumí una dieta que implicaba proteína animal, de lo contrario el desbalance hubiera sido muy alto”, dice Reyes.
La nutricionista y docente de la Universidad de Caldas, María Victoria Benjumea, establece diferencias de acuerdo con el tiempo que la persona lleve con la dieta, bien sea vegetariana o vegana.
Señala que quienes se han criado como veganos o vegetarianos están acostumbrados a consumir granos, vegetales, verduras y cereales de todos los tipos. Aunque los primeros no consumen lácteos ni huevos, la variedad de su alimentación suple los requerimientos nutricionales.
Pese a esto, la experta advierte que cuando se está embarazada hay tres nutrientes que ameritan suplementación. Expone que si una vegana o vegetariana es juiciosa con los suplementos de hierro con vitamina C y consume ácido fólico, no tiene problemas durante el embarazo.
Con respecto al calcio, indica que podría incrementar el consumo de ciertos vegetales que lo contengan, aunque resalta que este, cuando proviene de vegetales, se absorbe poco. Caso contrario con los vegetarianos que sí incluyen en su dieta derivados lácteos y huevos.
Lo que le preocupa a la nutricionista son aquellas mamás que hace poco son vegetarianas, porque afirma: “No tienen en la dieta la variedad adecuada. Se dedican a consumir leguminosas con cereales y muy poca variedad de verduras y frutas”.
Menciona que en estos casos habría más reducción de calcio y sería más que obligatorio el consumo de suplementos, porque la mujer podría padecer anemia, lo que afectaría de gravedad al feto. “El ácido fólico es un nutriente que cumple funciones de protección del ADN y protege de los daños, en especial del tubo neural”.
En conclusión, si la futura mamá lleva bien una dieta vegetariana o vegana, es decir que consume los nutrientes y la suplementación requerida, no tiene problema. Si no puede tener déficit de nutrientes y generar un retraso en el desarrollo intrauterino del bebé.
Diana continúa haciendo concesiones. Es consciente de que los hijos aprenden por imitación y de que el vegetarianismo no tiene que ser radical. “La única manera para que mi hija aprenda es con ejemplo. La responsabilidad de saber alimentarse es más importante que cualquier tendencia o creencia”.
Con respecto a la leche materna, la nutricionista indica que esta se compone de la alimentación de la mamá, más las reservas. “En una embarazada aumenta la grasa en senos, muslos y abdomen y se vuelve una fuente energética para producir la leche. Con excepciones de mamás muy desnutridas, la leche materna es de buena calidad, por eso creo que no hay problema.
“Es falso que el bebé tenga memoria para rechazar la leche materna, pero si le suministran otra leche se comete un grave error”.
La nutricionista María Victoria Benjumea indica que un bebé puede comenzar su alimentación complementaria con una dieta vegetariana. Solo recomienda incluir alimentos con alto contenido de hierro, porque la leche materna, después de los seis meses, no logra cubrirlo.
“Es muy importante que la mamá tenga en cuenta la variedad y el orden de introducción de los alimentos, de tal manera que no genere rechazos y alergias, que cumpla con la alimentación de transición como se propone y que al año ingiera toda los alimentos saludables que incluye la familia.
El pediatra Carlos Alberto Correa explica que cuando hay dietas mal llevadas, la persona se desnutre, porque hay déficit de nutrientes lo que termina en alteraciones severas. La consecuencia del retraso intrauterino son peso y talla por debajo de lo normal, lo que su juicio les afecta toda la vida.
Tienen un mayor riesgo de tener en la vida adulta hipertensión, síndrome metabólico, obesidad, diabetes mellitus. Además, sometidos a déficit de nutrientes dentro del útero reduce la capacidad mental y el desarrollo neurológico.
es la presencia de vómito y náuseas intensas y persistentes durante el embarazo. Pueden llevar a la deshidratación, pérdida de peso y desequilibrios electrolíticos.
Acuda al nutricionista para conocer su peso, de acuerdo con la edad gestacional. Si hay desnutrición necesita una dieta hipercalórica e hiperprotéica para que se recupere y el feto pueda crecer bien.
* No vuelva a fumar.
* Suspenda los anticonceptivos, mínimo seis meses antes.
* Tome ácido fólico al menos tres meses antes.
* No consuma licor.
* Ningún alimento llena los requerimientos de hierro durante el embarazo.
Laura Victoria Mesa tiene siete meses y medio de embarazo. Es vegetariana hace tres años y una nutricionista, que también es vegetariana, es quien la asesora para equilibrar su dieta. Cuenta que ahora es más consciente de lo come y ha aprendido más de los alimentos y sus aportes nutricionales. En esta etapa de su vida también ingiere suplementos.
Sobre la posibilidad de que su hijo sea vegetariano, Laura reconoce que le encantaría, pero dejará que sea su decisión.
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