Óscar Veiman Mejía y Elizabeth R. Rojas
LA PATRIA I Manizales
Familiares y amigos de Juan Andrés Restrepo sacaban las manos y lo despedían desde múltiples ventanas de un túnel, en la vía a Buenaventura. “Lo hacían, porque yo ya estaba muerto por covid”. De pronto su cuerpo reaccionaba. Su mente lo ubicaba de nuevo en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica San Marcel, de Manizales. Allí estuvo intubado y sedado durante 10 días.
Juan Andrés es consciente de que siempre tuvo fe de seguir con vida. En esos sueños profundos, veía a la Virgen con el niño Jesús de siete años jugando a su lado. “Yo estiraba los brazos y le decía a ella: quiero vivir”. Días después de salir sano y salvo, le llegó una visita con una sorpresa que califica como curiosa. “Una compañera de universidad me trajo de regalo una camándula y esa virgencita que yo veía. Es algo que apenas cuento ahora”.
Este caso coincide con los de otros pacientes en el mundo, tras superar la covid-19. Ellos dan testimonio de conversaciones que no estaban ocurriendo, muchas relacionadas con la vida y la muerte.
De acuerdo con explicaciones científicas estos delirios, alucinaciones o pesadillas, tienen que ver con la severidad de la enfermedad y los medicamentos utilizados en la sedación, necesaria para el tratamiento de persona en estado crítico. (Ver recuadros).
Al principio
La pesadilla del coronavirus comenzó el 2 de junio para Juan Andrés, luego de la primera dosis de la vacuna. Aclara: “Yo ya tenía el virus. No sabía que estaba infectado, porque fui asintomático. El concepto médico fue que con la vacuna el virus quedó muy concentrado en mí”.
A los tres días comenzó con indisposición, tomaba remedios caseros. “Pero me ahogaba más fuerte. Fui a urgencias y me dejaron de una, estaba saturando muy bajito”.
Recuerda que le hicieron pruebas para ver cómo reaccionaba, por ejemplo, una ventilación de alto flujo. Sus pulmones no respondieron. Llegó el anuncio que temía: Intubar. “Me dijeron eso, hasta ahí recuerdo”.
Soportó 10 días de intubación con coma inducido. “Después a uno le dan sueños extraños, alucinaciones y el subconsciente le trae a la memoria muchas cosas. Uno sueña que se va a morir, que va al cielo, el túnel con ventanas, la familia despidiéndose”.
Recorrido
Nuestro personaje es graduado en administración en finanzas y especialista en gerencia de finanzas. Se desempeña como técnico operativo de la Secretaría del Deporte en la Alcaldía de Manizales, donde trabaja desde hace 16 años.
Otro relato de Juan Andrés: “No escuchaba nada. Lo que sí es que sentía un frío horrible, que estaba en unas bandejas metálicas, que me llevaban en una carroza para el cementerio. Yo estaba vivo”.
A veces tenía imágenes en el mismo cuarto de la Clínica. Sentía, recuerda, que la cama andaba por paredes, subía y bajaba. En otras ocasiones, veía a sus compañeros de trabajo preocupados por su salud, corriendo por los pisos buscando médicos para que lo atendieran.
Los sueños con sus seres queridos y la Virgen lo colmaban de fe. En una ocasión sintió que se tragaba unos palos y que uno se le había atravesado en la garganta. Iba al cielo y allí lo recibía un familiar fallecido hace unos cinco años. Él lo sobaba y le decía tranquilo, tranquilo. Entonces, Juan Andrés, como en otras ocasiones, reaccionaba y estaba otra vez en la clínica.
Al despertar
Narra los comienzos de su recuperación: “10 días después me empezaron a llamar: ´Juan despierte, respire´. Oí cuando el médico me dijo: Juan le respondieron los pulmones, respire más fuerte, ya no hay que hacer traqueostomía. Al escuchar eso, ya hacía más fuerza, respiraba más duro”.
En ese despertar paulatino, su tranquilidad iba en aumento. "Me soñaba que los médicos iban a cada momento y hablaban y hablaban: que Juan se iba a recuperar”.
Atrás quedaban otras pesadillas, como cuando se veía encerrado en una carpa de colores azules y violetas, y lo llevaban en un recorrido por consultorios. “Como haciendo experimentos conmigo, me revisaban la cabeza. Después me quedaba en blanco, mientras reaccionaba. Luego me sentía en la cama normal”.
La mejora seguía. “Estuve tres días en el proceso como regresando de la sedación. Luego me dejaron con oxígeno al 1%, al ,05 y después me lo quitaron. Estuve en terapia durante dos meses. Fue una atención excelente, estoy muy agradecido con las entidades de salud”.
Estuvo incapacitado dos meses, sin secuelas. “Ya me siento muy bien, agradecido con Dios, porque me dio una segunda oportunidad. Es muy duro estar en una UCI”.
Agradecido
En el retorno a la realidad ha tenido apoyo permanente de su esposa, su hijo y sus amigos. “Me hijo, Kevin, ha sido maravilloso conmigo. Fue fundamental en la recuperación. Me ha motivado mucho”.
Kevin tiene 22 años y es un deportista de alto rendimiento, adscrito a la Liga Caldense de Esgrima. Juan Andrés lleva a la práctica ese acompañamiento.
“Mi hijo me dio fuerza, eso le ayuda a uno a levantarse. Si uno se deja decaer, se muere. Me hablaba cosas muy positivas. Me decía: vamos a salir adelante, a estar felices, ya pasó lo difícil. Con él me adelantaba a los ejercicios de respiración y por eso llegaba muy bien a las terapias”.
Ahora espera la orden para la segunda dosis, la cual aún no es recomendable, como le sugirieron tres médicos, comenta.
“Me dijeron que estuve muy infectado. Las radiografías en este momento están perfectas, bien de los pulmones y del corazón también”. Para concluir dice: “Ya manejo carro de nuevo, hago ejercicio y estoy haciendo aeróbicos”.
La covid y sus pesadillas se esfumaron con los días. “Fue una bendición de Dios despertar. Muy feliz de vivir”.
En sedación
José Fernando Escobar Serna, internista e intensivista, aseguró que las ondas cerebrales se ponen más lentas con los sedantes y que, por este motivo, es que los pacientes no responden al estímulo externo.
"Cuando el paciente está en un estado profundo de sedación, por los mismos medicamentos que reciben durante la estancia en cuidado intensivo, están predispuestos a desarrollar delirium".
Esto último, según Escobar, se asocia a condiciones muy críticas. Detalló que a mayor edad, hay más riesgo de que se presente. Indicó que también se puede dar en pacientes jóvenes.
"La persona solo llega a estar un poco más consciente cuando empezamos a hacer el retiro gradual de los sedantes", contó Escobar, jefe del Área Crítica del SES Hospital Universitario de Caldas.
Lo neurológico
Juan Diego Jiménez Jaramillo, médico neurólogo de la Clínica Confamiliar, contó que lo que pasa es que el cerebro se pone muy lento, esto por el efecto de la enfermedad, de la baja saturación de oxígeno y de medicamentos que se usan.
"El ritmo del cerebro decrece, eso se correlaciona clínicamente con que el paciente no se despierta, o que cuando se despierta está desorientado, confuso, agitado y muchas veces no se acuerda de lo que le ha pasado".
Las alucinaciones, según el experto, corresponden a una actividad eléctrica irregular e intermitente. Por eso, el paciente puede tener periodos de alertamiento normal o de pensamientos desestructurados. Estas tienen que ver con alteraciones fisiológicas del funcionamiento.
"Los pacientes en UCI suelen tener una carga alta de medicamentos. De antibióticos más fármacos para el dolor, sedantes, relajantes musculares... Eso al final tiene efecto en el sistema nervioso central”.
Mayores
Los pacientes más mayores, con enfermedades crónicas y debilitados son más susceptibles a padecer delirium, alucinaciones, dijo Jiménez. Añadió que también influye el tiempo de permanencia en la UCI. A mayor estancia, es más factible tenerlas.
"Como queden después, va a depender de muchos factores. La edad del paciente, por ejemplo, pues muchos de los que están en UCI son añosos y cursan con enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, etc). Esas condiciones hacen que al cuerpo le sea más difícil depurar tóxicos a los que fue expuesto".
Jiménez indicó que el proceso de regulación del funcionamiento del cerebro, de un paciente de estos, puede tardar semanas e incluso meses en normalizarse, no solo para los internados por covid.
"En promedio pueden ser 12 semanas en que se normalice, después de salir de la UCI. Ese periodo es más corto en los jóvenes, en niños o en quienes no tienen comorbilidades".
Advirtió que, muchos pacientes con la covid-19, tuvieron alteraciones cerebrales (encefalopatías virales). Que les dejó secuelas como convulsiones, alteraciones de la memoria, etc.
"Más o menos el 89% que desarrollaron la condición, en forma leve o severa, suelen tener después trastornos del sueño y de la atención. Un 80% queda con ansiedad y depresión.
Concluyó: "La reversibilidad de los síntomas, depende de si hubo o no lesiones estructurales en dicho sistema. Por eso si el compromiso de la covid-19 fue muy severo (por trombos, hemorragias, etc) el pronóstico es más sombrío".
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