Blanca Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
"Después del nacimiento, darle alimento materno al bebe es momento más íntimo y amoroso entre una madre y su hijo. Es proveerle lo que necesita para que su desarrollo sea el adecuado, es la primera vacuna para prevenir enfermedades y también para evitar el maltrato", explica el médico pediatra Carlos Alberto Montoya.
Según el experto, la lactancia no ayuda sólo a salvar vidas, sino que "es el pilar de una buena nutrición", pues reduce el riesgo de malnutrición en los niños y el de obesidad cuando crecen.
"Respaldando la nutrición y el vínculo entre la madre y el niño, la lactancia también apoya un desarrollo cerebral sano", apuntó. Pero no solo eso, según Montoya ambos, madre e hijo, experimentan un intercambio de afecto y seguridad emocional, fundamental para la vida adulta.
Según Unicef, amamantar a todos los recién nacidos durante la primera hora desde su nacimiento podría prevenir una de cada cinco muertes innecesarias y salvar a más de medio millón de niños en el mundo cada año.
También destacó que la lactancia es fundamental a la hora de reducir la mortalidad infantil y ayudar al buen desarrollo de los pequeños.
Según datos de Unicef, cada año mueren en el mundo casi siete millones de niños menores de cinco años por causas que pueden prevenirse y, de ellos, más del 40% son recién nacidos.
Nestlé acompaña a las madres en este período y sugiere algunos consejos de expertos en pediatría para lograr con éxito esta tarea de amor y nutrición:
Justo después del parto, el bebé está listo para succionar. En los primeros 30-50 minutos, es capaz de encontrar su pecho y lactar. La temprana y frecuente succión en las primeras horas y días, ayuda para que la leche baje más rápido. La primera leche, llamada calostro, es amarillenta, extremadamente rica en proteínas y vitaminas. También contiene anticuerpos que son importantes al otorgar al bebé un sistema de defensas que aún no tiene desarrollado.
El contacto piel a piel y 24 horas en la habitación, hace la lactancia más fácil. En los primeros días, permanezca con su bebé para alimentarlo de acuerdo a sus necesidades, y no le administre otro alimento que no sea su leche. Disfrute el contacto piel a piel; esto ha demostrado que ayuda a la lactancia y refuerza la relación madre e hijo.
La leche comienza a ser producida en mayores cantidades entre el segundo y el cuarto día después del parto, haciendo que los senos se sientan llenos.
La lactancia provee un tiempo para que usted y su bebé se relajen juntos. Por esto, necesita estar cómoda para sostener a su bebé de manera segura y en una posición adecuada.
Comience la lactancia a los primeros signos de hambre y no espere a que el bebé llore.
• Sonidos de saboreo.
• Lamer los labios y sacar la lengua.
• Rápido movimiento de ojos.
• Poner la mano en la boca y succionarla.
La clave de la lactancia exitosa empieza cuando su bebé es capaz de introducir en su boca el pezón y parte de la areola. De esta manera, la succión es efectiva, la leche fluirá bien y su bebé tomará suficiente.
Recuéstelo en posición vertical, con la mejilla descansando sobre tu hombro. Dé masajes en su espalda, sin dar golpes. Otra forma es colocando a su bebé boca abajo sobre tus muslos y realizar movimientos de masaje en su espalda. También puede colocarlo sentadito entre tus muslos y darle movimientos circulares de izquierda a derecha.
Para mejorar la producción de leche es importante que consuma una alimentación variada y balanceada que incluya frutas, verduras, carnes, lácteos, cereales, carbohidratos, grasas saludables (aceites vegetales) y suficiente cantidad de agua. Debe aprovechar para descansar al mismo tiempo que su bebé duerme para que esté relajada en el momento precioso de la lactancia.
Esta resulta de la acumulación de leche en sus senos y puede ocurrir si su bebé no está lactando apropiadamente (no puede desocupar el seno completamente).
• La lactancia de su recién nacido debe realizarse a libre demanda o inicialmente que no pase más de dos horas sin alimentarse.
• Tome una ducha caliente o coloque un paño húmedo caliente para aliviar el dolor.
• Extraiga un poco de leche (manualmente o con una bomba) si sus senos están demasiado llenos (puede guardarla).
La succión vigorosa y la lactancia inadecuada pueden causar heridas o pezones agrietados. Para evitar estas molestias:
• Trate una nueva posición para la lactancia.
• Deje secar sus senos al aire después de alimentar a tu bebé.
• Frote su propia leche alrededor de los pezones.
• Vista solamente prendas de algodón.
Además de las diferencias en sus componentes nutricionales, la leche materna y la fórmula láctea también generan niveles de estrés distintos que marcarán el comportamiento del bebé en el futuro.
Estos fueron algunos de los resultados obtenidos por Samantha Agudelo Cañas, estudiante de la Maestría en Fisiología de la U.N., quien trabajó con un grupo de madres lactantes que ofrecían a sus hijos leche materna de forma exclusiva o fórmula láctea.
La leche materna genera en los niños niveles de cortisol (hormona que se secreta ante la presencia de estrés) más altos en comparación con aquellos que consumen fórmulas lácteas. Esto se debe, posiblemente, al efecto de la contracción muscular que deben hacer al momento de la succión.
Esta situación no ocurre con los niños que consumen fórmulas lácteas, pues el proceso de succión es nulo y no requiere de esfuerzo muscular para obtener la leche del biberón.
En la succión de leche materna, el infante tiene que hacer un movimiento especial con la cavidad oral y la lengua para extraer la leche del seno de la madre. El estudio reveló que estos niños presentaron niveles de cortisol significativamente más altos, que aquellos que consumieron fórmula láctea.
Se considera que niveles altos en etapas tempranas pueden ser un factor protector frente a situaciones estresantes posteriores.
“La lactancia materna puede aumentar el número de receptores de cortisol en el sistema nervioso central, específicamente en el hipocampo. Esto genera un aumento en la sensibilidad de esta hormona y en etapas posteriores de la vida, producirá mayor sensibilidad al cortisol, por lo tanto una respuesta física y emocional disminuida ante una situación estresante”, explica Agudelo, nutricionista y dietista.
De esta manera, un niño, un adolescente o un adulto que posiblemente fue alimentado con leche materna responderá mejor ante una situación crítica.
En cuanto a las madres, aquellas que amamantan a sus hijos presentaron niveles de cortisol muy altos, en comparación con las que alimentaron a sus hijos con fórmula láctea. Después de la alimentación, a los 5, 10 o 20 minutos se encontró una reducción de esos niveles.
“Esto nos lleva a pensar que la lactancia materna disminuye la ansiedad y el estrés que vive la madre durante el período de alimentación y que la protege frente a situaciones como la ansiedad y la depresión posparto”, señala Agudelo.
Con información de la Agencia de noticias de la Universidad Nacional
La OMS recomienda alimentar a los niños exclusivamente con leche materna desde su primera hora de vida hasta los seis meses, cuando anima a comenzar a complementar esa dieta con otros productos.
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