B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Una niña de un año y 11 meses ingresó a un hospital el 17 de marzo de este año en Bogotá. Su padre fue quien la llevó y contó que una llamada de un familiar lo alertó de que su hija y su expareja eran maltratadas.
La niña tenía un hematoma al lado izquierdo de la sien, quemaduras en el dedo índice de la mano y en la pierna derecha. También una cicatriz detrás de la oreja izquierda.
Durante el examen neurológico, la menor se notó activa y con reflejos, e interactuó con el examinador, pero se observó un retraso en su neurodesarrollo, no dijo más de dos palabras.
Esta historia la escucharon por lo menos 100 personas, que ocuparon el auditorio 306 de la Facultad de Ciencias para la Salud de la Universidad de Caldas. Participaron en la Clínica mensual contra el maltrato infantil, que desarrolla la Red de afecto bajo la dirección del pediatra Carlos Alberto Montoya.
La madre refirió que esas lesiones eran eventos accidentales. Que las quemaduras sucedieron dos semanas antes, cuando la niña tocó una olla caliente en la cocina y al levantarla rozó de nuevo el recipiente.
Sobre los golpes dijo que con una caja de herramientas se ocasionó la laceración detrás de la oreja. Además, anotó que la infante tiene comportamientos de autoagresión y que en algún momento se causó el hematoma al lado de la sien, pero recalcó que no tenía clara la causa del golpe en la mejilla.
Después de verificar las evidencias, los expertos reconocen que no hay sospecha de abuso sexual, pero sí se observó que la niña sufrió maltrato físico, psicológico y negligencia, porque no se muestra prevención de accidentes.
Respecto al hematoma en la mejilla, según Montoya, este constituye una lesión centinela de abuso físico. “Ese morado fue una cachetada que le dieron. Lo que amerita que el caso se reporte al Sistema de protección”.
Otro punto para tener en cuenta es que la progenitora manifestó que quiere ceder la custodia al papá. Para Montoya, esto muestra que la madre no desarrolló un vínculo afectivo con la bebé. “Desconocemos si la madre tiene un problema psicológico o psiquiátrico, porque no es usual que diga que no quiere tener a su hija”.
El experto llama la atención de médicos y pediatras para que estén atentos también a esta señales durante la gestación y la lactancia.
“Hay una cosa que debemos trabajar más, es el síndrome de estrés postraumático. Esta situación tiene que ver con los cuidados que debe tener una materna. Ella compra la ropa para el bebé, va a los controles y se hace vacunar, pero el estado interior pocas veces se tiene en cuenta”, advirtió Montoya.
La enfermera Cándida Rosa Castañeda, candidata a doctora de la Universidad Nacional y miembro de la junta nacional de la Asociación Afecto, sostuvo que algo más para tener en cuenta es que la pareja actual sostiene la economía del hogar, lo que resulta, en ciertos casos, determinante para encubrir el maltrato.
“También puede haber un interés al ceder la custodia para seguir dependiendo del proveedor y de esta manera evitar que se sigan presentando problemas”. Montoya completó esta apreciación al exponer que en muchos casos cuando hay abuso sexual, la mamá no denuncia porque no tiene quién le dé el sustento.
Castañeda agregó que no es claro si en el momento de ceder la custodia la mamá tenía un cuadro depresivo grave, “porque romper el vínculo con la niña, independiente de las lesiones, puede ser más grave para la menor”.
Recalcó que hace falta un análisis psicosocial de la nueva condición familiar de la menor, porque el padre debe trabajar y no se ha considerado quién la cuidará y quién le garantizará sus derechos.
“La moraleja que nos queda con este caso es que no se pueden tomar decisiones a la ligera, lo que motiva una indagación profunda de esa nueva familia y garantizar a la madre un diagnóstico y tratamiento para su cuadro depresivo”, concluyó la enfermera.
La psicóloga de la Red de Afecto Amparo Carvajal asegura frente el maltrato que es mejor prevenirlo que superarlo. “Para la formación emocional del niño en los primeros años de vida es fundamental que tenga unos acompañantes y una familia que sea protectora y cuidadora”.
Añade que desde el primer día de vida hay una estrecha relación con los padres, vínculo que se puede dar a través del amor, la ansiedad o el dolor. Explica que los pequeños forman su estructura psíquica, dependiendo de lo que reciben.
Respecto a la consecuencias del maltrato, la experta dice son nefastas. Afirma que es cuando requiere apoyo psicológico y lo más esencial, acompañamiento familiar, para que pueda tener unas figuras de apego, que pueden ser los padres o los cuidadores.
Carvajal expone que la crianza con violencia no debe existir, porque sus efectos son nefastos. “Serán impulsivos o agresivos con los demás o con ellos mismos”. Sostiene que la educación de los niños no puede ser a través de la violencia y que es claro que debe haber límites, que se fijan con amor, pero sin agredir.
Qué son lesiones centinela
Son señales premonitorias de maltrato y si no se les pone cuidado pueden terminar en lesiones mayores, que los agentes de salud (médico, enfermera, psicólogo, educar, trabajador social) deben prestarles atención y hacerles seguimiento.
Se consideran así: fracturas de costillas (50%) trauma craneano y abdominal, quemaduras, fracturas de huesos largos,
113 casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes registró el Forensis en el 2017 en Caldas. 51 en niños y 61 en niñas. Lo que equivale a 39 casos por cada 100 mil habitantes, el 1% del promedio nacional.
En el país, las denuncias sumaron 10 mil 385. Los departamentos donde se presentaron las mayores tasas, en su orden, fueron: Casanare (222,91), Arauca (200,56), Bogotá (163,20), Meta (143,54) y Amazonas (98,63).
Sobre el presunto agresor, se estableció que el 58,76% de los causantes de este tipo de violencia, fueron los padres y madres; con menor proporción, pero con igual impacto, se encuentra un 41,24%, que hace referencia a familiares en general y a encargados del cuidado.
Foto | Darío Augusto Cardona | LA PATRIA
Asistieron docentes y estudiantes de las universidades Santo Tomás, de Caldas y de Manizales, Uniminuto de Chinchiná y la Libre de Pereira. La actividad comenzó con abrazos, fomentando el afecto con su poder sanador.
Luz Adriana Ramírez participa en este voluntariado de al menos 40 personas, que desarrolla actividades en la Clínica San Marcel, Assbasalud y en escuelas rurales.
Nuestra labor se centra en identificar y detectar conductas de abuso a través del contacto con las familias. Si hay un niño que podemos salvar, nuestro trabajo se ve recompensado. Nos apoyamos en la Red de Afecto y Pandi. El abuso físico es evidente, pero casi el 80% de los niños sufre abuso psicológico de padres, educadores, por eso somos conscientes que si cada vez formamos más a los padres y maestros, mejoramos la calidad de vida de los niños.
Cándida Rosa Castañeda, docente de la U. de Caldas.
“La plasticidad cerebral es una manifestación de la capacidad de crecer y cuando empieza a construirse en un ambiente más propositivo, en una ambiente social de soporte puede ayudar a que se sanen este tipo de lesiones. Un ambiente social y familiar puede arropar a estos niños y contrarrestar estas lesiones tan caóticas”,
María Mercedes Jurado Alvarado, delegada de Medicina Legal en Caldas
En abuso físico lo más común son las mordeduras, golpes repetitivos, quemaduras y traumas contundentes.
También evaluamos el estado emocional, si esquiva la mirada o se niega a hablar, este es un trabajo integral.
Lo que se evidencia en Caldas es que hay más abuso sexual. Son hogares disfuncionales, reconstituidos, hay padres ausentes, padrastros y madres que se quedan solas. En esta región hay un patrón machista y mucha discriminación de género, cargamos con el lastre histórico de una sociedad patriarcal.
Para completar el informe, los asistentes: residentes de pediatría, estudiantes y profesionales de Trabajo Social, Enfermería, Medicina, Psicología, Antropología y Educación Física conocieron los factores de riesgo que afrontaba la menor.
1. Familiares:
Ausencia del padre. La niña vive con la madre y el padrastro hace tres meses en Bogotá. Se separó hace un año, porque había conflictos permanentes. Él, de 27 años, estudió Salud Ocupacional y vive en La Dorada (Caldas), está desempleado.
Depresión. La madre estudia lo mismo y es ama de casa, tiene 22 años. Manifestó que la menor siempre está a su cuidado y que durante la gestación sufrió síndrome depresivo y no recibió ayuda terapéutica.
2. Sociales:
Se desconoce cuáles son las pautas de crianza, porque el castigo físico no está permitido y el problema es que hay sectores de la sociedad que lo justifican.
3. De la niña
La edad la hace más vulnerable, no se puede defender. Tiene un retraso en su neurodesarrollo.
Cambios que ameritan atención
* Inusitado bajo rendimiento escolar.
* Se aíslan y no quieren hablar.
* Tienen dificultad para relacionarse.
* Se encierran y no quieren salir.
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