
Elizabeth R. Rojas
LA PATRIA | Manizales
A Viviana López, habitante de la Vereda Tapias de Neira, le duele no tener agua potable. Es a ella a quien le toca recolectar el líquido para preparar los alimentos de su familia, integrada por su esposo y dos hijos, y la que también utiliza su madre, que vive al frente de su vivienda.
El 22 de enero de este año, LA PATRIA denunció esta situación que hoy continúa aquejando a las 184 familias de la vereda.
Cada ocho días Viviana debe pasar el puente que los conecta con una parte de la vereda, al otro lado del río Tapias. Lo hace caminando bajo un inclemente sol y sorteando los vacíos que dejan los tablones viejos y quebrados que permiten el paso de transeúntes. Debe llegar hasta la residencia de Adriana, una amiga suya que le regala el agua.
Ayer volvió a cruzarlo. Lo hizo esquivando los rieles por los que se deslizan las 'marranitas', vehículo artesanal que utiliza para traer de vuelta el agua. Para recolectarla, llevó baldes y una olla. La acompañó su prima Luisa Fernanda Román. Tardaron cerca de una hora.
Cuando se disponían a regresar, tras levantar, encarrilar la tabla adaptada con balineras y poner en ella los recipientes cargados del líquido, les tocó desmontar todo, porque venía otro de estos vehículos y había que darle paso.
Después de cargar nuevamente la 'marranita', Viviana la empujó hasta desplazarse a su hogar. Junto con su prima, su hijo, Brayan Aléxis; y Gladys, su mamá, descargaron los baldes para la casa de la progenitora. Otros quedarían ahí y los llevarían a la casa de Viviana, cuando retornara su esposo, Andrés Felipe, del trabajo.
Este es el sacrificio que tienen que hacer los habitantes de Tapias para tener agua para el consumo humano. A Viviana, por ejemplo, le corrían gotas de sudor.
Del río y otros problemas
A cuenta de no tener agua potable, esta situación continúa para las personas de Tapias. A lo que se suma que aún muchos de los habitantes usan el agua del río para abastecer sus necesidades básicas y las de aseo de sus hogares, a lo que señalan como el motivo de sus problemas de salud.
"Hay gente que ha estado muy mal. Con diarrea, fiebre y vómito. Sobre todo los niños. Hay mucho mosquito por ahí y abundan los malos olores", señaló Eucaris García, de 60 años. Señaló con preocupación que los menores se meten al río, que dice está muy contaminado.
Para utilizar el agua del afluente, hay una motobomba artesanal que con dificultad toma el líquido del río. Ya subió el nivel, pero es común ver flotar por estas aguas bolsas de basura y otros desechos. Todo esto sin contar los excrementos de un antiguo pozo séptico canalizado que vierte las aguas residuales.
"El pozo séptico, cercano a la cancha, mantenía este sector inundado y con muy malos olores. Canalizaron las aguas y caen a la quebrada. El agua se saca de más arriba, pero del mismo río. Hay dos puntos donde se vierten. El otro sale más abajo donde el Tapias se une al Cauca", resaltó García.
Van a estudiar, pero terminan cargando agua
Jénnifer Ortiz Giraldo, coordinadora de la sede Policarpa de la Institución Educativa San Luis, centro educativo ubicado a la entrada de la vereda se sumó para hablar del problema.
"El agua que utilizamos es la lluvia o muchas veces los mismos estudiantes tienen que bajar al río para nutrir las canecas para asear los baños, trapear, etc. También se da mucho la propagación de los zancudos por las aguas estancadas, pero tenemos que hacer uso de ellas, de lo contrario el aseo es imposible de realizar", explicó Ortiz.
Preocupado
El alcalde de Neira, Marino Murillo, manifestó su preocupación por lo que sucedía en la vereda. Aseguró que al Plan Departamental de Aguas le corresponde velar por este tema y que los encargados saben de la situación.
El funcionario también recalcó con asombro: "Desafortunadamente allí están construyendo un acueducto donde no hay agua. Los nacimientos se secaron antes de iniciar las obras y es una inversión por más de 700 millones de pesos".
Murillo puntualizó que lo que está sucediendo allí le duele y que tomará cartas en el asunto. Dijo que ya estuvo en el sitio con personal de la Unidad de Gestión del Riesgo y que les llevaron agua. Sin embargo, calificó que el problema va a ser difícil de solucionar, ya que considera que el agua la deberán traer desde Quinchía.
Hablan del problema:

Pedro Luis Hernández, 73 años
Tengo una hija que desde Irra me manda el agua para gastar en la cocina. Para las otras cosas utilizamos la del río.

María Edilma Jiménez, 55 años
"Tengo que ir hasta el otro por agua para hacer de comer. El pozo séptico lo arreglaron hace 15 días".

Jhon Édison Arenas Palacios, 11 años
"Estamos muy mal de agua en el colegio. Nos toca recoger agua lluvia o del río para asear los baños y los salones".

Yessica Tatiana Montoya Valencia, 13 años
"Servicio de agua no tenemos. Nosotros aprovechamos la lluvia".

Luisa Fernanda y Viviana tardan casi una hora en llenar los recipientes. El agua no sale tan limpia como ellas quisieran.

Esta es una de las salidas de un pozo séptico de la zona, está cerca a la cancha de fútbol. Vierte aguas negras al Río Tapias.

Así tienen que retirar los estudiantes de la Institución Educativa San Luis el agua de los pozos para hacer aseo y surtir los baños.

Los niños también se ven forzados a la carga de los baldes de agua.
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