El desafío es la salud mental en medio de la pandemia

Luisa Fernanda Garcés Duque*

LA PATRIA | Manizales

El año escolar 2020, fue sin duda, un año atípico en el que se puso a prueba el sistema educativo mundial, la estructura del Estado para el manejo de la educación virtual fue puesta en tela de juicio y los docentes fuimos retados a brindar una educación con calidad aún sin las condiciones y los medios suficientes para que esto fuera posible.

A pesar de los tropiezos muchas instituciones educativas logramos fortalecer los procesos educativos y salir adelante -dentro de lo posible de la crisis generada por la covid-19.

Y digo “salir adelante” no solo hablando de aprobar o reprobar un año escolar, sino de muchos aspectos, incluida la atención en salud mental y el acompañamiento familiar, que se brindó especialmente en Caldas.

Fueron muchas las estrategias propuestas desde la Secretaría de Educación y las instituciones educativas, y ejecutadas por los docentes orientadores para garantizar esa contención en una crisis que lamentablemente apenas empieza, pues la gestión de emociones ha de ser uno de los mayores retos que traerá el año venidero.

Ante un evento tan disruptivo socialmente como la pandemia actual, nuestra salud mental se verá afectada de alguna manera, y en algunos casos esta afectación podrá darse a largo plazo. Las respuestas inmediatas esperables ante la crisis pueden ser el miedo intenso, la ansiedad, angustia, irritabilidad y enojo, como así también la falta de concentración y problemas en el sueño.

Los niños, niñas y adolescentes no están exentos a esta situación y pueden ser vulnerables a sentimientos de ansiedad, estrés y tristeza ante el regreso a clases en medio de una pandemia mundial, y sin las garantías suficientes.

Lo anterior, muestra la necesidad de fortalecer el aparato estatal para garantizar un acompañamiento psicosocial con calidad, que mitigue estas afectaciones a la salud mental y donde se tenga en cuenta que el aislamiento y la sensación de soledad, la depresión, el temor al contagio, la violencia doméstica, dificultades económicas y el consumo de sustancias son factores presentes en muchas familias, y que están asociados al aumento de tasas de suicidio.

Por ahora, la ciudadanía debe aprender a convivir con la pandemia, pero ante la posibilidad de que los niños y jóvenes vuelvan a compartir con sus amigos y compañeros, se debe hacer énfasis en la educación al respecto de las medidas de autocuidado, informar de forma sencilla y en lenguaje comprensible los cambios que ha traído la pandemia y aumentar el acompañamiento y el apoyo emocional.

Algunas recomendaciones a tener en cuenta para apoyar y contener a los niños, niñas y adolescentes:

1. Enseñe las medidas de autocuidado desde el ejemplo.

2. Recuérdeles permanente que esta situación es transitoria y que durará solamente hasta que el riesgo haya bajado.

3. Ayúdelos a encontrar formas positivas de expresar sentimientos perturbadores como el miedo y la tristeza.

4. Mantenga rutinas familiares en la vida diaria.

5. Procure un hábito de horarios, tareas y responsabilidad en base a su edad.

6. Bríndeles apoyo afectivo y acompañamiento emocional permanente.

7. Responda a sus reacciones de manera paciente y escuche sus inquietudes.

8. Trate de organizarse para poder dedicar el tiempo necesario para el estudio y aprendizaje en casa.

9. Tenga en cuenta el Apoyo Institucional. Si los niños y las niñas requieren un apoyo especial por vulneración de sus derechos pueden acudir a la Comisaría de Familia o la Línea 141 del ICBF.

10. Busque asesoría profesional cuando usted mismo se sienta desbordado.

Por último, y no menos importante, si encuentra alguna señal o indicio de que su niño o adolescente está pensando en el suicidio, verbalice estas emociones, hable abiertamente sobre el riesgo de suicidio, garantice que su hogar es seguro y busque ayuda profesional de manera inmediata.

*Docente orientadora del colegio Crisanto Luque, de Samaria (Filadelfia).