MÓNICA FRANCO
LA PATRIA | MANIZALES
Jhon Jairo Sánchez comenta que recuerda muy bien el día en que la ciudad se quedó sin agua. "Eso fue muy horrible, pero me quedó la satisfacción de haber ayudado a guardar en mi casa la motobomba y los tubos que conducían el agua para llenar los baldes de las personas".
Él vive en San Sebastián, en una vivienda vecina al nacimiento de ese barrio que hace un año, por la emergencia, se volvió popular e indispensable para los ciudadanos y vecinos del sector.
"Había gente que llegaba en camionetas desde el Centro para llenar canecas grandes. No hay duda de que nos volvimos famosos", dice y suelta una carcajada.
Mientras habla se dirige al patio trasero de su taller, en el que organiza equipos de sonido y televisores, y con orgullo muestra ocho tubos de cinco metros cada uno que, según él, guarda desde entonces por si vuelve a pasar algo.
Recuerda que dejó de lado su trabajo durante cinco días para ayudar a los vecinos. "Madrugaba a las 5:00 de la mañana para empatar la tubería y sacar la motobomba para que Aguas de Manizales la instalara".
Jhon Jairo tampoco olvida que las filas eran interminables y que las familias sacaron hasta las ollas de la cocina para tener reserva de agua.
Y ahora
Después de un año algunos vecinos aún usan el agua del conocido lugar, incluso Jhon Jairo no paga factura de ese servicio por problemas económicos, sino que de esa quebradita, como le llama, surte su casa, en la que vive con su esposa y cuatro hijos.
Ahora el problema, según algunos vecinos, es que un joven se apoderó de la entrada principal al nacimiento y cercó con costales y madera el territorio.
"Para nosotros es importante entrar para lavar ropa o traer agua para limpiar. Me tocó abrir un caminito por un costado -señala una estrecha entrada- para tener acceso". Agrega que en las noches el muchacho cierra con candado la entrada principal.
Freddy Wilches es el joven del que hablan y asegura que cercó porque las personas que ingresaban dejaban muchas basuras que contaminaban el agua. "Llevo ocho años lavando busetas y aprovecho el agua de aquí para trabajar honradamente. Me gusta que cuiden el lugar, por eso cierro con candado, pero en el día la gente viene y entra sin inconvenientes", explica.
El pasado 5 de octubre, en que San Sebastián se quedó sin agua por una falla en una tubería del Centro, Freddy dice que la gente pudo acercarse a recoger el líquido sin problemas y que, pese a las incomodidades, las personas lo hicieron con resignación.
"Se sabe que aquí hay quebrada pa' mucho tiempo", dice.
El Charco, un santuario
A dos cuadras de la casa de Amilbia González permanece intacto El Charco de Aranjuez, donde hace un año, según la comunidad, asistían por día unas cinco mil personas.
El Charco parece un santuario a la limpieza y al orden. Tres chorros grandes que salen por un pequeño muro de cemento ayudaron a que, en la emergencia, las personas pudieran recoger agua más rápido y dieran paso a los demás.
Con dos porrones en mano Amilbia baja una pequeña pendiente que lleva al sitio. "Me gusta venir porque después de la falta de agua aprendí que hay que ahorrar, además este líquido es muy provechoso para mis matas", dice al referirse a un pequeño jardín que tiene en el garaje de su vivienda.
Mientras llena los tarros plásticos comenta que no olvida cuando algunos vecinos subieron unos metros más de donde están los chorros y encontraron un tanque para bañarse. "Traían jabón y toalla en mano. Yo si no, porque me daba pena", expresa.
De eso ya solo le quedan recuerdos, pues particulares se han metido al lugar para cercar el territorio por la parte superior. Del tanque, que fue ducha para muchos, no se volvió a saber nada.
De la historia y el plátano
Amilbia dice que que El Charco tiene historia, pues hace 20 años era un basurero, pero con los esfuerzos de la comunidad lograron que el exalcalde, Gustavo Robledo, les cediera 5 mil 400 metros de terreno para adecuarlo como un bosque nativo, idea que quisieran convertir en un proyecto ambiental grande.
Ahora el problema es que sembraron plátano alrededor, y si la cosa sigue así, según ella, el agua que con tanto esfuerzo cuidan los líderes de la comunidad empezaría a contaminarse.
"Tengo en mente armar un santuario con material reciclable a la Virgen y al Señor de los Milagros. Ya estoy haciendo la comitiva con vecinas. ¡A ver si se nos hace el milagrito de conservarlo intacto!".
En la bodega todavía hay agua
Ver colas en la carrera 13 con calle 17 del barrio Campohermoso fue la constante durante la emergencia. Wilmar Palacio decidió abrir su bodega, en la que aún alquila maquinaria de construcción, para que las personas sacaran agua de un nacimiento que está desde que se construyó el lugar.
Ayer el panorama era diferente. La puerta estaba entreabierta sin que nadie custodiara. Hace un año los trabajadores controlaban la entrada de las personas.
Tímidamente y con herramienta en mano apareció del fondo del recinto Juan Carlos Ramírez, un empleado. "Lo único que ha cambiado es que la fuerza con que llega el agua ha disminuido, de resto está intacto", dice.
El agua del nacimiento circula por unos tubos que van a un tanque. Cuando se llena, el agua fluye por las recámaras a la calle.
Para mostrar que la cantidad que llega se ha reducido, Juan Carlos trepa por unos pedazos de madera que impiden la entrada hasta el nacimiento.
"Cuando ocurrió todo nos tocó limpiar el lugar para darle paso a las personas. Eran tantas que nunca supimos cuántas ingresaron. Por turno entraban 10", comenta.
Suelta el tubo y con una caneca enseña cómo está la situación, mientras asegura que hace algunos días, cuando faltó el líquido en varios sectores de la ciudad, algunas personas se acercaron a recoger agua.
"Esto se volvió tan conocido que téngalo por seguro, que en cada emergencia, la gente ya sabe a dónde llegar", concluye.
Durante y después, creatividad
Como un sistema moderno y de ahorro define Francisco Javier Pulecio, habitante de Cervantes, el método que se había inventado hacía cuatro años, pero que renovó entre junio y julio de este año, para conservar el agua lluvia en canecas.
"En la época de la emergencia el agua lluvia caía a un tanque que tenía el lavadero de unos 100 litros y con eso nos defendimos durante los 17 días", asegura.
Cuenta que en junio decidieron remodelar la casa, que tiene dos viviendas, parte alta y baja, y siempre tuvo claro que el sistema no podía desaparecer, sino por el contrario, mejorar.
"Hice una inversión de unos $300 mil pesos entre canaletas, tubería y canecas. Ahora surto de agua esta parte de la casa (alta) y los bajos", asegura. No puede negarse que Francisco tiene mente de ingeniero.
Con canaletas en los techos, que conectan con tuberías, conduce el agua lluvia a dos canecas de 250 litros cada una. El agua la usa para las tareas del hogar.
"Desde que uso este método me ahorro unos $15 mil en la factura. Además estoy tranquilo porque sé que el agua no va a faltar", dice orgulloso.
Francisco Javier asegura que le parece importante que los ciudadanos entiendan que siempre hay riesgo de que el acueducto colapse y más en época de invierno, por lo que invita a copiar su idea que le parece, sale barata.
Se agotó el agua en supermercados
Foto | Archivo | LA PATRIA
El 20 de octubre de 2011 fue un jueves. Para ese día las estanterías de los supermercados se vieron sin agua, pues la gente acudía a comprarla en cualquier presentación. Esa noche se observaron personas comprando botellas de agua, incluso con gas, además de gaseosas y otros líquidos. Para esa fecha, según administradores de los locales, proveedores como Celema y Postobón ya hablaban de escasez.
En hospitales
Hace un año, el 20 de octubre, la preocupación por falta de agua empezaba a llegar a los hospitales y centros médicos. En Santa Sofía, Hospital de Caldas SES y el Hospital Infantil informaron que tendrían reserva, máximo, para dos días para continuar prestando sus servicios.
En universidades
Mientras en la Universidad Católica se decidía, ese jueves 20 de octubre de 2011, si se suspendían las clases, en las universidades de Caldas y Manizales no hubo actividades académicas. La Universidad Autónoma había anunciado que las clases se suspendían hasta el lunes próximo, que en el calendario del 2011 marcó 24 de octubre.
De los planes de contingencia
En época de emergencia por falta de agua, en esta misma fecha (20 de octubre), el exalcalde Juan Manuel Llano informaba que la ciudad estaría sin el líquido tres días más. La emergencia inició cuando una avalancha dañó dos tuberías de 28 y 30 pulgadas, consideradas de gran diámetro en la vereda Gallinazo (Villamaría). Los planes de contingencia que emplearía el Comité Local de Emergencia para suministrarle el líquido a la población sería la distribución de agua cruda en carrotanques, pero hasta la noche del 19 de octubre la Alcaldía no había indicado rutas, aunque había anunciado que estaban gestionando la colaboración del Gobierno Nacional para traer a la ciudad 80 carrotanques. Aguas de Manizales anunció en ese entonces que se aprovecharía la conducción en el conjunto Bosques de Niza (vecino de La Sultana) para aprovisionar a los vehículos distribuidores.
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