En el tarjetón para elegir Presidente hay una opción que no ha sido invitada a los debates. Es una alternativa con poca prensa y a la que casi nadie entrevista: su nombre es voto en blanco. Menos indiferente que el abstencionismo, tampoco toma partido por opciones de gobierno. Es una voz de protesta, manifiestan sus promotores.
Su impacto se ha triplicado en 20 años. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 1994, obtuvo el 0,98% de apoyo nacional, o sea, de 7 millones 379 mil 884 sufragios, sumó 72 mil 536. De estos, 2 mil 637 los aportó Caldas. En el 2010, la segunda vuelta para escoger mandatario, contabilizó 13 millones 296 mil 924 votos, de los cuales 444 mil 274 equivalentes al 3,3% se los llevó el voto en blanco. El departamento aportó 14 mil 182.
Según los cálculos del Movimiento por la constituyente popular, organización que promueve esta alternativa, en las elecciones de hoy aspiran a capturar el 25% de la votación. Consideran que en esta oportunidad, producto de los escándalos y peleas entre candidatos, podrían ser la opción más votada. No obstante, la última encuesta publicada por la firma Gallup (mayo 14), estableció una intención favorable del 5,9%. En cualquiera de los dos casos, el resultado confirmaría la tendencia histórica al alza.
Moisés Gallego, representante del Movimiento por la constituyente popular, y María Carolina Giraldo, columnista de LA PATRIA, con intención de votar en blanco, suman argumentos para alentar a los votantes hacia esta alternativa. Alejo Vargas, analista y docente de ciencias políticas de la Universidad Nacional, así como Enrique Serrano, escritor y académico, identifican virtudes, pero también hacen críticas.
A favor
1. Debería votarse en blanco, dada la descomposición política del país. Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, líderes en posibilidades según diversas encuestas, han jugado a hacer campañas sucias. Puede que tengan propuestas, pero las maneras de actuar y de generar acusaciones mutuas, en las cuales aparecen acciones presuntamente criminales, les resta transparencia. En un Estado democrático, la gente no debería votar por ellos, porque no están a la altura.
2. Los cinco candidatos son flojos. Tienen el diagnóstico de los problemas que afronta el país y los exponen muy bien, pero a la hora de dar alternativas de solución, no tienen claro el cómo las harán. Por ejemplo, dicen que van a invertir en educación, pero no explican de dónde van a sacar más recursos para hacerlo. Son abstractos.
Las dos mujeres, Clara López (Polo Democrático) y Marta Lucía Ramírez (Partido Conservador) caen en lugares comunes, pues hablan "de todos y todas", pero se contradicen al decir que son las mujeres las llamadas a ponerle orden a la situación actual. Entretanto, Enrique Peñalosa (Partido Verde) tiene múltiples salidas en falso y no es políticamente correcto: ha hecho afirmaciones y discriminaciones racistas, de clase social y sexistas. Parece preparado, pero ese tipo de comentarios no encarnan el deber ser de un futuro mandatario.
3. Cuatro candidatos provienen de la derecha y uno de la de izquierda. Se dice que las alternativas en el tarjetón representan a la derecha, a la ultraderecha, al centro derecha y a la izquierda en cuanto a política, pero en política solo existen dos opciones: izquierda o derecha, lo demás son variaciones futbolísticas que no aplican para la política. Clara López se muestra de izquierda, pero dice que gobernará con todos, entonces esto mantiene igual el estado de las cosas.
4. Es una forma pacífica de protesta. Le hace saber al gobernante y a los candidatos que hay una parte de la población inconforme, que no los legitima. Es el punto de partida para que haya un proceso de unidad entre los insatisfechos, para generar un frente amplio que avance hacia la solicitud de las reformas que necesita el país.
5. No importa si el resultado no elige a nadie o es menor que el de otros candidatos, porque el voto en blanco no se puede medir como si fuera un partido de fútbol. Es una voz que debe ser oída y tenida en cuenta. La abstención y el voto en blanco aumentarán sus cifras con relación a elecciones anteriores.
Poco efectivo
1. Aunque es un derecho inalienable y la posibilidad para aquellos que no se identifican con los candidatos, al final de cuentas es completamente inútil y alguien llegará al poder.
2. Es más positivo que la abstención porque se ejerce un derecho, con una expresión casi neutra que no toma partido por nadie sino que es crítica.
3. La gente cree que este voto tiene gran peso, pero en realidad está sobrevalorado. Con tantos millones de votantes que sí toman partido, esta opción queda perdida y no influye en nada.
4. Si votar en Colombia fuera obligatorio, el impacto del blanco sería verdadero, tendría una mayor importancia; con las votaciones actuales no es así.
5. Obtendrá más votos que en elecciones pasadas, aunque no será mayoritario. Con el paso de las encuestas se fue desinflando hasta tender al mínimo. En segunda vuelta, cuando todo esté más polarizado, disminuirá su votación. En redes sociales será legitimado y destacado como un gran manifiesto de opinión.
No se suma
Un mito que ha hecho carrera a lo largo de los años es aquel según el cual, al final de los conteos electorales, el voto en blanco se suma al candidato que más votación haya obtenido. Esto es falso, según lo aclara la Registraduría Nacional : "El voto en blanco se contabiliza independientemente, al igual que se hace con los sufragios alcanzados por cada candidato".
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