MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
Entre la turba que provocó que en Manizales se cancelara el pasado miércoles el debate presidencial del Eje Cafetero se encontraba Jaime Quintero, psicólogo con maestría en Educación y Desarrollo Humano, doctor en Psicología Clínica y profesor de la Universidad de Caldas.
Él dicta Teorías y Procesos de Intervención con Sujeto. Se puso de acuerdo con el profesor de Psicología Social para llevar 50 alumnos de tercer semestre de Trabajo Social al debate. "Les propusimos hacer un ejercicio de observación. Nuestro interés era académico, pero también fuimos con el deseo de escuchar a los candidatos. Íbamos con la idea de que el debate era público, según la publicidad, aunque también decía que era cupo limitado".
Los profes llegaron a las 8:30 de la mañana y se encontraron con largas filas para ingresar al Teatro Los Fundadores. Se ubicaron en medio del tumulto. El interés era ver las conductas y las reacciones.
"Corrió un rumor de que quienes ya habían ingresado era porque estaban reservadas 600 sillas para militantes de los partidos, lo que significaba que el aforo estaba en la mitad. Según la versión de un policía, solo quedaban 380 sillas, y afuera el cálculo era de casi mil personas. Sin embargo, no perdíamos la esperanza de entrar".
El profesor narra que había estudiantes de varias universidades de Manizales, públicas y privadas; también vieron alumnos de colegios, adultos y ancianos; pero sobre todo jóvenes.
Evidencias
Describe que por las restricciones en el ingreso, comenzó a sentirse inconformismo entre la gente. Pedían entrar, pero cuando la Policía cerró el acceso se indispusieron más.
"Gritaban: ¡queremos entrar! No habían llegado los candidatos. Hubo un descontento mayor porque se interpretó como una negación a que el grueso del público, que eran estudiantes, pudiera entrar, y hubo arengas. Surgió la frase que se volvió tendencia en Twitter: Sin pueblo no hay debate".
Así narra este docente parte de lo que ocurrió ese día en Manizales. En otros puntos, los estudiantes bloquearon las calles para que no pasaran los vehículos que llevaban a los candidatos Germán Vargas e Iván Duque y sus esquemas de seguridad. Hasta hubo personas que se manifestaron agresivamente con palabras y empujones. Se vio un pasacalle previamente elaborado con el mensaje de Sin pueblo no hay debate y pancartas en alusión al candidato Gustavo Petro y su movimiento Colombia Humana.
Adentro del Teatro también había voces agresivas defendiendo alguna tendencia política, de boca de toda clase de personas. El debate se canceló público y se optó por un conversatorio privado.
Diagnóstico
"El debate presidencial en Manizales fue el resultado de un esfuerzo encomiable de los organizadores por convocar a todo el espectro ideológico de candidatos, y que se suspenda por una situación que era muy difícil de prever es una oportunidad para que los creativos de la vida social del país, los mediadores, los pacifistas, piensen en cosas distintas, imaginativas, para reducir esa tendencia a considerar que el otro es mi enemigo", considera el antropólogo Javier Lozano, docente de Ciencias Humanas en la Universidad Nacional sede Manizales.
Quintero asegura que fue grave la satanización de los estudiantes, pues hubo medios de comunicación y redes sociales que generalizaron: "Probablemente había algunos con inclinación política, pero otros estaban con un interés académico, como el nuestro. Hablamos con un policía, que sugirió que todos éramos petristas, lo que me pareció grave. Fue como ponernos una soga al cuello, cuando la diversidad de personas daba cuenta más de un clamor por el deseo de entrar".
Lozano dice que habló con cantidad de estudiantes que asistieron, y que no ve evidencia de manipulación, o grupos políticos que hayan llevado a la gente con ánimo de saboteo. "Se sintieron frustrados de ver que no podían tener acceso a la boleta. Fue una situación compleja con muchas aristas".
Quintero y sus estudiantes no pudieron ingresar, pero lo que escucharon y vieron posteriormente de otros universitarios que sí lo hicieron y en videos que circularon por redes sociales, lo califican como una radiografía clara del ánimo de polarización y crispamiento en el que está Colombia.
Pensar en espacios diferentes que acercaran las posturas opuestas es una sugerencia que hace Lozano. Por ejemplo, reunir a puerta cerrada gente del petrismo y del uribismo para que manifiesten sus opiniones y, más adelante, intentar armar algo con los candidatos. "Esto muestra que estamos muy crudos para el diálogo franco y abierto".
El docente Mario Hernán López, administrador de empresas, magíster en Gestión Ambiental en Desarrollo Sostenible y doctor en Paz, Conflictos y Democracia, indica que lo sucedido indica cuánto se tiene que trabajar en educación para la paz, la reconciliación y la convivencia.
"La paz en Colombia está relacionada con los acuerdos Gobierno-Farc, y quizá se ha avanzado a una sociedad con menos factores de violencia, pero no significa que haya transformado sus dinámicas socioculturales".
Para López, entre las estrategias que utilizan las campañas está la llamada posverdad, que no es más que la calumnia, el daño, la descalificación; un repertorio de símbolos que circulan por redes sociales y que tienden a exacerbar los ánimos y a configurar una idea de que la política es un campo de combate en el que se debe destrozar al otro.
"Entonces, jóvenes con las redes sociales cargadas de agresividad detonaron en una expresión como esta. Lo paradójico es que ocurra en Manizales, donde el centro de la visión de ciudad es la educación y la cultura ciudadana. No ha pasado en otros lugares porque quizá las cuestiones logísticas fueron mejor resueltas para evitar este tipo de confrontación. Aquí se juntaron asuntos logísticos y una lucha simbólica: adentro están las élites, afuera los sectores populares. Lo otro es que es una lección que nos deja a las universidades, a los establecimientos educativos y a la sociedad sobre la necesidad de desmontar los niveles de violencia en el terreno simbólico, esa idea de que la política está construida sobre la agresividad y la eliminación de los otros. Es una tarea compleja, en la que la educación tiene un papel fundamental".
Sorprendió la presencia en las protestas de alumnos de colegios. Cristobal Trujillo, rector del Instituto Universitario, plantea que la escuela es una réplica, un eco del país.
No cree que foros y debates, y menos con las particularidades del momento en Colombia, deban programarse con entrada libre, a no ser que se tenga un espacio que garantice el ingreso de todo el mundo.
Plantea que esa polarización desafortunada que se vive no escapa a la escuela ni a los niños, donde las pasiones están por encima de las razones. "Cuando ese es el sentimiento del padre, cuando así se habla en casa, cuando ese es el lenguaje que el niño le escucha al papá y a la mamá, es su propio lenguaje y su actitud. Si no aprendemos a ser tolerantes en la casa, si no somos capaces de respetarnos en la diferencia en el trabajo; si en el barrio, las familias y el vecindario no se respetan las posiciones, lo mismo sucede en la escuela".
No está de acuerdo en que se considere que los escolares nada tenían que estar haciendo allí. "Ojalá todos los niños y los colegios se interesaran por hacerles seguimiento a los planteamientos políticos y programáticos de los candidatos a la Presidencia. Pero esos estudiantes tienen que estar guiados y acompañados del maestro, de lo contrario son presa fácil de la manipulación al no tener todavía criterio ni personalidad para identificar estos hechos sociales y de politiquería".
Agrega que parece que no estamos preparados ni tenemos las condiciones para hablar de estos temas de forma racional. "Más que un presidente, es el modelo de país que vamos a elegir para cuatro años y se está demostrando que para encarar esa responsabilidad nos hace falta mayor formación y educación política".
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