Efe|LA PATRIA|BOGOTÁ
Rodolfo Hernández se convirtió en el aspirante sorpresa al meterse en la segunda vuelta presidencial, desde entonces es la incógnita de la contienda. Todos se preguntan si será capaz de mantener el fenómeno rodolfista que se ha extendido por el país y pasar de ser un empresario multimillonario a presidente de la República.
El Trump colombiano, como algunos le llaman, volteó todos los escenarios previstos desde hacía meses e inauguró un nuevo terreno de juego en el que se disputa la jefatura del Estado con Gustavo Petro.
El ingeniero sacudió el tablero político el 29 de mayo, desde entonces el fenómeno Rodolfo Hernández ha ido creciendo bajo su batuta.
Campaña atípica
Hernández es la cabeza del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, creado por él. Sus propuestas tienden al populismo.
Desde el inicio de la carrera electoral, este candidato, de 77 años, ha protagonizado una atípica campaña en la que las redes sociales han sido el medio favorito para transmitir su mensaje, en el que la lucha contra la corrupción ocupa un lugar preminente.
En la recta final de los comicios no se ha desviado de su táctica; de hecho, incluso, la ha intensificado: no participa en debates con su contrincante, limita sus apariciones públicas y protagoniza encendidas controversias.
Los inicios del ingeniero
Nació en 1945 en Piedecuesta (Santander), y arrancó su carrera en Bucaramanga, la capital de ese departamento, donde se hizo millonario en el negocio de la construcción de Vivienda de Interés Social.
Criado en una familia de clase obrera. Está casado con Socorro Oliveros y tiene cuatro hijos: Juliana -desaparecida tras ser secuestrada por la guerrilla del Eln en el 2004-, Luis Carlos, Mauricio y Rodolfo José.
En su trayectoria política ha hecho de su título de ingeniero un elemento inseparable de su nombre, con la intención de dar la idea de que para ser rico no necesita robar de las arcas públicas.
Lengua afilada
Lo que más lo ha marcado en el panorama político ha sido su carácter, con tendencia a lo pintoresco y chabacano, y sin miedo a la confrontación. Hernández es un candidato de ideas novedosas; si se quiere, poco ortodoxas, y las transmite sin filtros, algo que puede conectarle con los votantes, explica el analista político Felipe Botero.
El ingeniero llegó a la carrera por la Presidencia con algunos episodios polémicos a la espalda, como una entrevista en la que aseguró que admiraba a Adolfo Hitler o cuando, siendo alcalde de Bucaramanga, golpeó a un concejal opositor.
Su actual campaña, como la que le llevó a la alcaldía de Bucaramanga, se ha basado en un discurso muy crítico con la corrupción y contra los políticos tradicionales, a los cuales acusa de todos los males del país.
A pesar de convertir esto en bandera, Hernández está envuelto en un caso de corrupción que se remonta a su época de alcalde (2016-2019) debido a presuntas irregularidades en un contrato de consultoría para la gestión de basuras en Bucaramanga, del que no se sabrá si es responsable hasta que se celebre el juicio, programado para después de las elecciones.
En esta segunda etapa de la campaña ha tratado de explicar un poco más su programa de gobierno y recalcar que no cambiará su discurso con tal de sumar apoyos y que no es el candidato del uribismo.
En plena visita a Estados Unidos decidió suspender todos los actos de campaña previstos en Colombia aduciendo que existe un plan para asesinarlo.
La base del éxito de Hernández está en las regiones, especialmente en los santanderes. A diferencia del resto de candidatos, no ha hecho campaña en plazas y ha preferido las reuniones con simpatizantes.
Su personalidad explosiva y rebelde, a la par que un tanto autoritaria e intolerante, es lo que le gusta a la gente, sostiene Botero.
Pero el candidato ha demostrado ser un poco ingenuo sobre cómo funcionan las instituciones y esto puede jugar en su contra. Si llega a la Presidencia carecerá de un partido que lo apoye en el Congreso de la República, lo cual podría generarle dificultades a la hora de gobernar.
Su fórmula vicepresidencial
Foto|Efe|LA PATRIA
Marelen Castillo Torres nació en Cali (Valle del Cauca), el 30 de agosto de 1968, tiene 53 años. Es licenciada en Biología y Química, de la Universidad Santiago de Cali; tiene una maestría en Ingeniería Industrial, de la Universidad Autónoma de Occidente; es Ph.D. en Educación, de la Universidad Nova Southeastern en La Florida (Estados Unidos); especialista en Administración, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México).
Fue docente de secundaria, donde inicio la labor pedagógica; trabajó en la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, donde fue docente, decana, vicerrectora y rectora encargada, y en la Universidad IU Digital de Antioquia. Laboró en la Corporación Universitaria Minuto de Dios, en Bogotá, ocupando cargos de vicerrectora académica, investigadora, rectora virtual y a distancia y directora de iniciativas estratégicas.
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