- El proceso de paz que se negocia en La Habana (Cuba) con la guerrilla de las Farc avanza a su ritmo y genera tanto entusiasmo como nerviosismo, pero necesita ajustes, porque tiene “enemigos ya no tan agazapados”.
Así lo considera uno de los dirigentes que más sabe de negociaciones con la guerrilla, el ex ministro Álvaro Leyva Durán, quien ha acompañado casi todos los acercamientos a la subversión en las últimas tres décadas.
Leyva cree que las condiciones para la paz están dadas, pero también que para lograrlo hay que comenzar a moderar el lenguaje. Dice, por ejemplo, que hay que quitarle “el tonito” que utiliza el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, cuando se refiere a las negociaciones.
Leyva habló en extenso con Colprensa sobre lo que piensa de esta nueva oportunidad para alcanzar la paz.
- ¿Por qué ha estado tan alejado de la actividad política?
He estado a la espera de este proceso que se inició. Estoy dedicado a la búsqueda de la paz desde 1984. Entonces ahora que se dio esta oportunidad, hay que estar ahí presentes.
- ¿Y qué ha logrado en estas tres décadas?
En algunos procesos ha habido éxito. Yo he tenido que ver con casi todos. Impulsé el proceso con el M-19 después del secuestro de Álvaro Gómez Hurtado, ahí comienza el camino de la paz; estuve en los procesos con el Quintín Lame, con el ELN, con el EPL, con el PRT, yo soy el inventor de los diálogos de Caracas. Acompañé a Diego Uribe Vargas cuando incluyó el Artículo 22 en la Constituyente, que dice que “la paz es un derecho y un deber de todo colombiano”.
- ¿Cómo ha estado presente en el actual proceso de paz?
Opinando. Los ciudadanos tenemos la obligación de ayudar a impulsar este proceso y a veces a destrabarlo. Este proceso es de imaginación, por eso me atreví a proponer el cese de hostilidades con una comisión internacionalizada. Vendrán otras propuestas: hace poco sugerí que el proceso fuera una política de Estado, no un proceso de coyuntura electoral; sugerí que se señale al Estado como responsable, por acción o por omisión. También he sugerido que se convoque una Asamblea Nacional Constituyente, que el periodo presidencial sea de seis años sin reelección, y muchos otros temas.
- ¿Qué ventajas le ve a un cese de hostilidades con veeduría internacional?
Este país le dice No a todo. Digámosle Sí a ese cese de hostilidades y, al igual que en 1984, creemos una comisión internacional que lo verifique. En este momento, a diferencia de entonces, las Farc no van a hacer proselitismo armado, entonces se vigila el cese de hostilidades y que estén presentes los delegados de (Álvaro) Uribe y de (Ernesto) Samper.
Que permitan que la gente viva: mientras no haya cese de hostilidades morirán más policías, más soldados y más guerrilleros.
- Este proceso tiene unas características especiales: en el exterior, sin despeje, con agenda definida, con tiempos precisos, etcétera. ¿Cómo lo ve?
Se puede pensar con el deseo, pero nada de lo que usted dice se ha acordado ni es lo que se firmó para darle rienda suelta. Aquí hay es una confusión: se considera que el proceso debe estar atado al calendario electoral. Eso es un error, porque si el proceso va bien, pues que se reelija el doctor Santos y lo continúe. Qué bueno sería que él pudiera plantear la política del postconflicto. Pretender que todo se haga de aquí a noviembre es imposible: se requiere una varita mágica que no existe en el Universo.
- Las Farc insisten en que la agenda sea más amplia…
No, lo que pasa es que los seis puntos que se señalan son el resultado de unos enunciados. Y cada enunciado incluye otras propuestas que deben ser tenidas en cuenta.
- ¿Hay condiciones para firmar la paz, o este proceso va a ser otro fracaso?
Hay condiciones. Las condiciones están dadas, creo que las posibilidades de una paz definitiva son enormes. Pero a veces pienso que se repite lo que dijo Otto Morales Benítez: “hay enemigos agazapados de la paz”. En ese momento los hubo, fueron los que asesinaron a más de 3.500 personas, incluidos candidatos presidenciales.
- ¿Y quiénes son esos enemigos agazapados de hoy?
Pues ya no están tan agazapados, ya se sabe quiénes son, tienen nombres propios. A veces hay confusiones, a veces dicen que es (Álvaro) Uribe. No, Uribe es un hombre con el que se puede hablar.
- Pero el ex presidente Uribe no está de acuerdo con este proceso, aunque no es el único…
Una cosa es ser enemigo de la paz y otra cosa es ser enemigo del actual proceso. Uribe no es enemigo de la paz, él es enemigo del actual proceso. ¿Por qué? Porque como expresidente de la República nadie se lo ha explicado. Es que a este proceso le ha hecho falta convocatoria. Si la Presidencia es capaz de hablar con las Farc y en un futuro próximo con el ELN, porqué no hablar con Uribe, o con el señor de Fedegán (José Félix Lafaurie). A esto hay que meterle mucha más gente, sin celos.
- ¿Dentro de las Fuerzas Militares hay ‘enemigos agazapados’ del proceso?
No, lo que veo es que, aunque cada día menos, sí ha habido unas unidades radicalizadas, pero ellas son el fiel reflejo de lo que pasa arriba.
- Por ejemplo…
A mí, por ejemplo, no me gusta el tonito del ministro de Defensa (Juan Carlos Pinzón), me parece un hombre querido, que tiene un gran porvenir, pero a este proceso hay que quitarle cierto tonito, porque eso contagia.
- ¿Le parece que el ministro es arrogante?
Me parece joven, vanidoso, pero no es solamente él. Lo pongo como ejemplo porque él es el hombre de ‘yo Tarzán, tú Chita’, ese es su papel. Pero cuando se va entonando el camino hacia la paz y se busca de alguna manera que cese el conflicto, el tono debe ser diferente.
- Bueno, pero el tono de la guerrilla tampoco es el más agradable…
Es que el tono es de parte y parte. Es que además del tono se está utilizando un lenguaje erróneo. Por ejemplo, hay una gran diferencia entre entrega de armas y dejación de armas, hay una gran diferencia entre cese de hostilidades y armisticio, hay una gran diferencia entre armisticio y tregua, en fin.
- ¿Este proceso va a ritmo de mambo, o de tren bala, o a qué ritmo debería ir?
Algunos quisieran que fuera a ritmo de música eclesiástica, pero no. A mí me parece que el ritmo va muy bien.
- ¿Usted les ve entusiasmo a las Farc?
Creo que sí. Pero no le pongo más volumen porque me van a decir que soy de allá (de las Farc). De golpe a este proceso le ha faltado volumen. Espero ayudar a alentarlo. Yo le veo entusiasmo al proceso, aunque a veces le veo nerviosismo.
- ¿Qué cambios hay que introducirle al proceso?
Muchos: hay que ponerle cese de hostilidades con verificación internacionalizada, hay que bajarle el tono, hay que manejar mejor el idioma, hay que revisar el tiempo de duración, en fin.
- ¿Este proceso es muy cerrado?
Demasiado. A esto hay que agregarle más comunicación, para que el país sepa qué es lo que se está haciendo, aquí nadie sabe qué es lo que se está negociando.
- ¿Cómo ha visto a Humberto de La Calle en su papel de jefe negociador?
Él es una buena persona, muy cordial, pero es una persona que atiende particularmente los lineamientos del presidente Gaviria, con otras personas que están en La Habana. A veces me parece que habla duro, se pone bravo, enérgico. Pero también sucede del otro lado: algunos me señalaban cómo ‘Iván Márquez’ también ha sido duro, pero es que estamos en guerra, y guerra es guerra.
- ¿Hay condiciones para que las Farc puedan hacer política?
Pues esperamos a que así sea. Creo que el país hasta ahora está aprendiendo y asimilando lo que ha pasado, espero que no se repita lo de la UP. La verdad es que el señor Santos decidió abrir una carretera que no está pavimentada y que puede conducir a la paz. ¿Por qué no ayudarlo?
- ¿El tema de la paz está ligado a la reelección?
Están tan ligados lo uno a lo otro como el hermano del Presidente (Enrique Santos Calderón) al Presidente. Los hechos son tozudos.
- Y si la paz no se consigue en esta oportunidad….
Ah, pues entonces vamos a seguir en guerra. Hay que buscar que la paz sea en esta ocasión.
- ¿Cómo ve el ambiente político del país?
Lo veo mal. Coger la paz como un San Benito para introducir confrontaciones, me parece atroz. Creo que la persona que saque adelante el proceso de paz tiene el legítimo derecho de presentarle al país el plan del postconflicto.
- ¿Qué candidatos ve en contienda?
A varios de Uribe, a Vargas Lleras, dos o tres más de la izquierda. No creo en la candidatura del procurador Alejandro Ordóñez, no creo en la candidatura del tan admirado general (Óscar) Naranjo.
- ¿Quién puede hacerle ‘buen chico’ a Santos?
No lo veo, porque el poder del Presidente es muy grande. Solamente veo a Jorge Robledo, a Clara López, a Óscar Iván, a Martha Lucía Ramírez, ahora al presidente de Fedegán. Pero es difícil competir, porque la reelección hizo que el período presidencial sea de ocho años, no de cuatro.
- ¿Y usted cómo va a jugar?
No, mi aspiración es el proceso de paz. A mí ya me pasó el aroma electoral.
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