Luis Francisco Arias B.
LA PATRIA | Manizales
-En las encuestas aparece muy relegado pese a que incluso sus contrincantes le reconocen experiencia y conocimiento, y la gente en general tiene una buena imagen suya. ¿Qué es lo que pasa?
Es difícil de explicar. Las personas dicen que De la Calle es el mejor, pero no van a votar por él porque no va a ganar, eso es un contrasentido. Para que gane el que se supone mejor hay que votar por él. Quedan 40 días de campaña y quiero llevar este mensaje que no es de extremos, sino de centro, de transformación social, activo y progresista, exento de odios, pasiones y venganza. Si el país nos oye encontrará una propuesta adecuada para el momento actual de Colombia.
-El 11 de marzo Duque y Petro, que salieron a consulta con otros en la derecha y la izquierda, se dispararon en las encuestas. ¿Fue error del Partido Liberal su consulta en tiempo frío, a finales del 2017?
Reconstruyamos esa historia. Triunfó una consulta en noviembre para escoger a un candidato del partido para que hiciera consulta interpartidista el 11 de marzo, eso dice la papeleta con la que votaron los liberales. ¿Dónde falló todo? Hay que decirlo con franqueza: en Fajardo. En ese momento lo invité a que fuéramos el 11 de marzo y no aceptó. Las dos consultas de izquierda y derecha se chuparon el escenario nacional, y la ausencia del centro es producto de la negativa de Fajardo, que en ese momento estaba altísimo en las encuestas. Era una lucha de este David con ese Goliat, y francamente él cometió una equivocación tremenda.
-Se cuestiona el papel de César Gaviria como director del Partido Liberal, quien da a entender que no está muy comprometido con su candidatura, y está pensando más en la segunda vuelta…
Yo veo eso. Él dio unas declaraciones que le corresponden como jefe del partido. Creo que voy a llegar a segunda vuelta y veo al Liberalismo movilizado. Si ello no ocurriese Gaviria y el partido tienen la responsabilidad de buscar alianzas. Ese es el papel de ellos, el mío es el de obtener el paso a segunda vuelta con un mensaje al pensamiento liberal, compuesto por independientes y personas de otros partidos. Mis tesis centrales corresponden al deseo de los colombianos: no regresar a la violencia, entender la política social para llegar a la equidad como el norte de Colombia y mantener una sociedad abierta, no fanática, que no discrimine. Eso lo impulso por convicción.
-Lo han tachado de estar aliado con las Farc, pero desde el Centro Democrático ya no hablan de hacer trizas los acuerdos. ¿Ellos están entendiendo que ya no se puede echar para atrás?
No creo. Noto una retórica más suave, pero el almendrón es el mismo. La tesis de Duque afecta la esencia del acuerdo: modificar la JEP e impedir la participación en política a las Farc es ir contra el corazón de acuerdo. De volver trizas a reestructurar, que es la palabra que él usa, hay un cambio semántico pero no de realidad. Es un error, Colombia no puede desconocer unos pactos, eso genera nuevas opciones de violencias viejas o recicladas. Adicionalmente, el tema de las Farc ahora es un comodín, una disculpa: primero dijeron que yo le había entregado el país a las Farc, entregaron las armas, se destruyeron, y después sacaron 50 mil votos… Ya es hasta risible decir que le entregué el país a las Farc, y lo del “castrochavismo” es un chiste. Si alguien está comprometido con la democracia soy yo. Han hablado de impunidad, y ahora está el caso de Santrich, que contrario de lo que la gente lee si ese señor es responsable de lo que lo acusan está sujeto a la extradición y a la legalidad ordinaria, porque no aplicaría la JEP. Todos esos fantasmas ya desaparecieron. En cambio me parece que las propuestas de Duque son un salto al pasado: desaparecer la Corte Constitucional va a matar la tutela, un error. Igual que castigar la dosis mínima, un consumidor lo que necesita es prevención y políticas de salud pública, no castigos. La visión del campo de Duque es totalmente atrasada, es la misma idea de Agro Ingreso Seguro, llevar el dinero a los empresarios ricos y esperar que eso por goteo llegue a los pobres. Yo, en cambio, estoy comprometido con una reforma rural que, si bien abre la puerta a la agroindustria, entiende que la prioridad son unos campesinos que en Colombia están por debajo de los niveles de supervivencia.
-Mirando desde el otro extremo, ¿qué similitudes y diferencias ve entre sus propuestas y las de Petro?
Siempre he dicho que a Petro le agradezco su ayuda en la paz y que me parece un error que la clase dirigente estigmatice a Petro. El señor Ordóñez fue el primero que utilizó de manera torcida el poder para perseguir a sus rivales políticos, a quienes pensaban distinto a él, esa no es la Colombia que queremos, la de la discriminación… Frente a Petro tengo una visión muy distinta del país, su visión es más estatizante, yo soy liberal en economía, no solo en pensamiento, creo en la libre empresa, en su potencial, y que un Estado tiene que ayudar a vencer la informalidad y dar condiciones de competitividad, crecimiento económico, productividad a base de un esfuerzo en ciencia y tecnología, una visión que no piensa que el Estado tiene que resolver todos los problemas, sino generar condiciones de equidad, y en eso tengo discrepancias serias con Petro. Propongo no perder la oportunidad de terminar el conflicto, buscar una paz que se base en vencer la inequidad (esta es la tercera sociedad más inequitativa del mundo, es insoportable, y es un problema de recursos, pero sobre todo de voluntad política) y una sociedad abierta, tolerante, que cumpla la esencia de la Constitución, sin discriminación, fanatismo, no regresar al pasado.
Caldas y el Eje Cafetero
- ¿Qué ganaría esta región si usted es presidente?
Creo que el solo hecho de pertenecer a estas raíces da un ambiente de confianza, y ojalá de apoyo, pero hay muchas cosas: aquí tenemos un nodo de educación superior, que es el primero en el país, y un deseo que viene construyéndose, integrarla con procesos de producción, generar una especie de Silicon Valley más allá de una zona franca, porque es una conjunción de la capacidad de innovación de una ciudad universitaria como Manizales con los esfuerzos de la industria, del desarrollo económico, de las necesidades que tenemos. Los caldenses tienen la oportunidad de tener presidente, quisiera pedir que me acompañen, que es acompañar a la región. En Pereira hay unos desarrollos para la creatividad en software e ingeniería de sistemas importantes, y en Armenia hay espacio en la prestación de servicios y en turismo. Uno puede mirar una situación estratégica para el Eje Cafetero. Mi mensaje es que esta es la oportunidad de una visión más completa de lo que significa esta región hacia el futuro.
-¿Cómo ayudaría a esa integración?
Señalo una ruta crítica de especialización a cada una de las subregiones, pero hay cosas concretas: tenemos unos problemas de vías muy serios, un cierto aislamiento de Manizales y hay ideas para resolverlo. El sitio en el que el transporte multimodal puede ser eficaz es Caldas. Navegabilidad del río Magdalena hasta La Dorada. A partir de ahí un tren transversal que pase por la cordillera al norte de Cerro Bravo, que es el punto más bajo y menos ancho, y los expertos llaman Cumanday, y que llegue al Guacaica, y nos una con la cuenca del Cauca, para llegar vía ferrocarril a los desarrollos portuarios de Urabá, y luego las hipótesis sobre el puerto de Tribugá. En Colombia hemos trabajado en las vías sur-norte, y es el momento de la transversalidad, pero para mí la clave son las vías terciarias, que le dan vida a la economía de los campesinos. Ellos son capaces de ser productivos, pero están ahogados por la ausencia de vías. Mis 4G son las vías terciarias.
-Tenemos hoy el problema del café, que siempre está al vaivén de factores externos. ¿Cómo lograr que la caficultura sea menos vulnerable a eso?
Tenemos alzas y bajas, y ha sido la eterna historia del café. Momentos de bonanza y de crisis. Lo del precio es resolverlo ya con la idea de un fondo de sustentación. Sé que hay economistas clásicos, neoliberales, que ven eso como una aberración, pero yo fui miembro del Comité Nacional de Cafeteros. Sé qué son 550 mil familias que dependen de ese cultivo, sé que además es un gremio democrático que tiene unas características muy especiales en Colombia, es un tesoro que hay que cuidar. Hay que continuar la renovación de nuestra caficultura; los árboles se está quedando viejos, con plagas y el gobierno debe apoyar programas directos; el tema de los insumos es muy grave, pero no olvidemos el elemento humano, el envejecimiento del campesino caficultor, no hay una generación de remplazo, tenemos que lograr dignidad en el campo, servicios en la vida campesina y entrenamiento. Quiero crear una clase media rural, que ya no sea el pequeño caficultor, sino el profesional que sepa de técnicas nuevas, de innovación, de posibilidades de futuro, cafés especiales, mayor valor agregado, lucha por mercados segmentados, donde el café tenga una prima, cafés orgánicos. Una nueva concepción de la industria cafetera, superar esta crisis, pero echar para adelante en términos del recursos humano. Propongo una pensión universal de vejez, los campesinos cafeteros tienen en promedio 1,3 hectáreas, que es una cosa irrisoria, de supervivencia, ¿cuándo van a poder aportar a pensión? Mi propuesta es una pensión que favorezca al campesino, no solo al empresario, y en términos de salud, una salud preventiva, mucho más cercana a la familia campesina. El tema del café no puede limitarse a las cifras, hay que verlo desde la perspectiva de la política social.
-¿Por qué es importante, en su concepto, concretar el Aeropuerto del Café?
El aeropuerto, que tiene críticas y problemas pasados de corrupción por resolver, lo que hará es potencializar otros renglones de la producción, floricultura, frutas… se trata es de despertar nuevas líneas de desarrollo, además del transporte de pasajeros. Es un asunto de movilidad humana, es un derecho que tenemos los manizaleños a tener un aeropuerto razonable.
Añoranzas y espíritu de juventud
-Cuando en su cotidianidad nombran a Manizales, Caldas o Manzanares, ¿qué le llega a la mente?
Toda mi vida, las raíces, enormes nostalgias. Mi familia vivía en Manzanares, y fue expulsada por razones de la violencia interpartidista, en eso no tiene sentido volver al pasado. Viví luego en Campo hermoso, un barrio de clase media de Manizales, de lo que se llamaba el Instituto de Crédito Territorial; orgulloso de haber estudiado en la Universidad de Caldas, pública, además con una bequita del Gobierno, que un gobernador militar me quitó por un acto de rebeldía, pero también dejemos eso en el pasado. Lo que yo aprendí aquí fue de solidaridad: el primer bachillerato nocturno que se creó en Colombia lo creé yo para personas que no tenían ingresos, era gratuito, y con mis compañeros de la universidad dábamos clase por la noche, y eso es lo que quiero recuperar para Colombia. Por eso, hablo del servicio social para los jóvenes, porque voy a acabar con el servicio militar (eso no tiene sentido, está terminando el conflicto). Lo que hay que hacer es un servicio social para muchachas y muchachos, que se vayan a trabajar con una remuneración, con eso uno golpea el desempleo juvenil. Que ayuden a los desvalidos, a los ancianos, cuidar el medioambiente, impulsar procesos de digitalización de las administraciones locales, cultura, lo que hay para hacer en Colombia es enorme, voy a hacer una revolución, y voy a volcar a todos los jóvenes para que saquemos este país adelante, mi sueño de ser presidente es para eso.
-En su juventud, a propósito, estuvo muy ligado al nadaísmo. ¿Dónde está ese espíritu?
La poesía desapareció por fortuna, porque sería una catástrofe que se conociera en términos literarios. Lo que el nadaísmo significó fue una ruptura con los mitos, y sigo en esa actitud escéptica, mirando en la distancia, fue lo que hice en La Habana: no entrar en las ingenuidades, pero al mismo tiempo entender que lo que se llama Liberalismo es una política de ensayo y error, de búsqueda de soluciones sin dogmatismo, una construcción racionalista de la realidad. Sigo siendo el mismo y naturalmente con mayor experiencia. He recuperado la sensibilidad de la juventud, que se había perdido probablemente escribiendo memoriales jurídicos, que es otro tipo de vida, pero tengo el sueño de que los niños puedan jugar en paz en las calles y campos de Colombia, que logremos la reconciliación. El Estado no puede forzar el perdón, pero sí crear mecanismos de reconciliación, pienso en una sociedad creativa, que piense hacia adelante, que le dé vigor a la creatividad individual. Más allá de la cizaña quiero tomar las palabras del papa Francisco: no dejemos que nos roben la esperanza y la alegría; ese es realmente mi mensaje central.
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