Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA | Manizales
Las elecciones de hace dos semanas fueron atípicas. No se refiere esto a las votaciones extemporáneas que cundían hace una década, sino a que nada fue como antes. En Manizales y Caldas nos acostumbramos al enfrentamiento de dos sectores de poder, que habíamos acordado en llamar Coalición A -la original- y Coalición B -la antes emergente-.
Obvio, la emergente dejó de serlo y se convirtió en la que mantuvo el poder en la Alcaldía de Manizales motu proprio desde 1999 con la segunda oportunidad para el ingeniero Germán Cardona Gutiérrez. Es decir, por 16 años.
Antes tuvo sus momentos, cuando el mismo Cardona dio un paso al costado de sus electores en 1992 y se separó de los senadores Ómar Yepes, Víctor Renán Barco y Luis Guillermo Giraldo. Ahí hubo chance para esos entonces emergentes políticos, quienes de nuevo disfrutaron el poder con Mauricio Arias Arango, en 1995, quien también se apartó de los caciques, aunque no del todo de Giraldo. El esfuerzo electoral fue de la Coalición A, las mieles del poder, de la B.
De la A ¿a la C?
Para Gobernación de Caldas siempre la elección fue para la Coalición A, esta tenía el poder, aunque la B le venía recortando paulatinamente en las urnas en cada nueva contienda, hasta la atípica de hace dos años, cuando Julián Gutiérrez Botero, primo segundo de Adriana Gutiérrez, se impuso redondeando la faena de la B. Por primera vez, esta alcanzaba Alcaldía de Manizales y Gobernación de Caldas, pero la dicha le duró poco.
José Octavio Cardona León ganó la contienda y le arrebató el poder a la Coalición B, a la que pertenecía últimamente. Antes había sido personero de Manizales por la A, justo cuando el otro Cardona, Germán, era el primer alcalde de la B. La Personería la alcanzó el ahora alcalde electo en el mejor momento del Liberalismo Popular Barquista, que logró hacer mayorías en el Concejo, y de la mano de su amiga de toda la vida, Adriana Franco, que en esta contienda apo- yó a Rivas, según se dice.
Es decir, el nuevo alcalde es en sí representación de lo que sucedió en estas elecciones. Un poco de aquí -Coalición B-, un poco de allá -Coalición A- y un poco trabajo propio -¿Coalición C?
Este enredo político es peor de lo que parece. La fórmula para Gobernación de Octavio Cardona fue Jorge Hernán Mesa, que seguramente tendrá trabajo en la Alcaldía de Manizales, como lo anunció el elegido, pero que ya fue funcionario local con Germán Cardona y alcalde de Samaná con el conservatismo de Guillermo Ocampo Ospina y Ómar Yepes. De la mano de éste llegó al Congreso en el 2010.
La Gobernación
La elección también es atípica para la Gobernación de Caldas. Guido Echeverri, elegido hace cuatro años por la coalición A, llega ahora por un pedazo de la Coalición B -Lizcano, Penagos, Sierra y Cambio Radical-. Además, porque obtuvo una votación histórica: supera en 100 mil votos a Mesa, los mismos que lo separan de lo que le prometieron ponerle sus patrocinadores y esto le da un juego importantísimo. Ya hay quienes dicen, dentro de su círculo, que eso le da derecho a reclamar ante los políticos por lo menos la mitad de las cuotas burocráticas.
Algunos interpretan este hecho como el nacimiento de un nuevo cacique, cuya vida política ha sido de altibajos, pero que ahora con una imagen que envidiaría cualquiera, se impuso con suficiencia y que podría pensar en proyectar a alguien cercano para las elecciones de Congreso en tres años.
Si esto resulta cierto, poco espacio tendrán los congresistas para acomodar a sus fichas, con mayor problema cuando no hay espacio para ninguno de estos en la Alcaldía, pues esa burocracia ya es harina de otro costal: el de Mario Castaño. Y la burocracia en la Gobernación no alcanza para tanto.
No obstante, a Guido lo sigue amenazando la demanda que seguro le van a entablar en busca de que vuelvan a anularle la elección. Esto por haberse postulado, a pesar de haber sido elegido hace cuatro años y, de acuerdo con la Ley esto no es posible. Él está tranquilo por un concepto emitido por la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado, ante una pregunta elevada por el entonces superministro Néstor Humberto Martínez.
Esta dijo que al anular la elección es como si no hubiera sido elegido. Otros manifiestan que además ya medió otra votación en medio, la de Julián Gutiérrez. No obstante, sus enemigos se pegan de la vieja máxima de que los conceptos no obligan y le juegan a un nuevo argumento: Guido Echeverri renunció a su Gobernación antes de ser notificado de la nulidad. Por tanto, prevalece la renuncia. Será un interesante pleito de abogados, que tendrá en ascuas un par de años a los caldenses, como hace cuatro años. “No olvidar que el Consejo Nacional Electoral ya se pronunció y le dio la razón al gobernador electo”.
El efecto Uribe
Un candidato a la Asamblea de Caldas definió el proceso electoral que acaba de pasar en los siguiente términos: “nunca había visto tanta revoltura. Iba a una reunión y encontraba sierristas, yepistas, liberales y hasta verdes”. Igual sucedía en todas las campañas.
En parte este androginismo político, como lo definió en su momento Orlando Sierra, obedece al desgaste natural de quienes están en el poder, pero también al efecto Uribe, que no es otra cosa que la distorsión que trajo a la política nacional la fuerza del Álvaro Uribe Vélez, que le ha dado para cambiar la Constitución y reactivar la reeleción presidencial en Colombia, después de 100 años, y para crear dos partidos políticos que le pusieron la pata a los tradicionales y hoy son enconados rivales entre sí la U y Centro Democrático, pero en los que militan los amigos de antes.
Ese efecto Uribe provocó que Adriana Gutiérrez haya sido candidata a la Alcaldía apoyada por su Némesis de años, Ómar Yepes Alzate, y que la enfrentaran los senadores Luis Emilio Sierra y Mauricio Lizcano, sus antiguos socios. También, que un viejo sierrista, Carlos Uriel Naranjo, fuera candidato por la alianza del CD y el yepismo, a pesar de que había sido representante a la Cámara y candidato el año pasado, respaldado por Sierra.
Ese mismo efecto provocó que un clan que fue sólido durante años en Caldas, el yepismo, hiciera agua. El benjamín de la familia, Arturo, se mostró rebelde para apoyar al uribismo y dio un paso al costado, generando un cisma familiar cuyos efectos aún no se miden, pues ni Lucelia Yepes alcanzó curul en el Concejo, en donde el conservatismo puso cinco personas.
Obvio no todo lo sucedido es por el efecto Uribe. Hay que tener en cuenta, que factor determinante jugó el hecho de que el candi- dato a la Alcaldía fuera Luis Roberto Rivas. Este se vio inmerso en un escándalo porque una empresa que fundó con sus hermanos, Integramos, terminó siendo intervenida por la Supersociedades por posible captación ilegal, y entre los recursos compro- metidos había inversiones de la familia de Adriana Gutiérrez, lo que sembró unas diferencias irreconciliables. Él busca resarcir su nombre ante la justicia ordinaria, pero los afectados lo siguen acusando.
Hoy muchos se dan golpes de pecho por haber apoyado a Gutiérrez y no a Rivas, pero si la segunda votación hubiera sido la de ella, los mea culpa estarían seguramente en el otro lado.
Por el medio
Octavio Cardona, que había empezado su campaña política desde hace cuatro años, cuando obtuvo la mayor votación en la ciudad para el Concejo, supo entender este momento y por eso aceptó la oferta de su amigo el representante Mario Castaño de volver al liberalismo y ser su candidato a la Alcaldía. En el zaperoco electoral supo entrar por el medio, no como tercería, pues recibió apoyos de amigos de uno y de otro lado. Hay quienes aseguran que incluso parte de la Alcaldía lo apoyó.
Le ayudó también a Cardona, en parte, el hecho de que el Gobierno Nacional decidió no apostar de lleno con el supuesto candidato de la Unidad Nacional -Rivas-, pues lo que le interesaba a Bogotá era que no ganara Gutiérrez, es decir, derrotar a Uribe. Hay quienes señalan como prueba de esto, el hecho de que Germán Cardona no hubiera hecho presencia en esta campa- ña en favor de Rivas, lo que habría signifi- cado un guiño del Gobierno Nacional, como quiera que el exalcalde es el amigo personal del presidente Santos y fue su ministro, y no lo hizo.
Por eso, para muchos, si para la coalición Yepes-Gutiérrez el fracaso lo constituyó el marcado uribismo, para la coalición Sierra- Lizcano-Penagos, se evidenció en la indisciplina que se generó en las bases que fácil- mente se movió hacia el medio. El hecho de que Penagos sea cuñado de Jorge Hernán Mesa generó siempre suspicacias. De hecho hubo por lo menos una reunión en la campaña de Rivas, en la que se llamó al orden a Penagos y su cohorte de trabajo.
Un candidato que apoyó a Rivas asegura en privado que nadie más en la U hizo fuerza para que su candidato ganara, pues veían en Octavio Cardona a un par que compartió pupitre con muchos de ellos en el Concejo y que los sedujo con promesas de darles juego en la Administración.
En la entrevista que apareció el domingo pasado en este diario, Cardona da por descontado que tendrá los ojos encima de quienes se le opusieron y por eso se esforzará más para hacer las cosas de la mejor manera y asegura que trabajará en lo posible con el gobernador. Los dos van a necesitar del Gobierno Nacional, y ambos tienen ventaja. El alcalde juega con la cercanía de su amigo y mentor, Mario Castaño, y la amistad de este con el director de Planeación Nacional, Simón Gaviria. Guido es la carta en Caldas de Germán Vargas Lleras, así lo inscribiera la U. Al fin y al cabo, Lizcano quería congraciarse con el vicepresidente para que no se le embolate la Presidencia del Congreso para la última legislatura, como es el compromiso de hoy.
En las próximas semanas sabremos si estamos ante una Coalición C o si el revolcón electoral pasado es apenas un aspaviento como lo fue la elección de 1998 cuando una tercería llegó a la Alcaldía de Manizales, pero sirvió fue para abrirle espacio a una nueva coalición de poder que se montó durante 16 años.
El tiempo nos lo dirá.
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