La creciente tensión entre los Estados Unidos y China es el principal resultado que se tiene hasta ahora de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que este año de manera virtual celebra su aniversario número 75. Los discursos del presidente estadounidense, Donald Trump, y de Xi Jinping, de China, se enfocaron en endurecer posiciones en sus videos grabados. El líder norteamericano volvió a señalar a los chinos de ser los responsables de crear el coronavirus de la covid-19 y no evitar su expansión.
Como presagiando que el mensaje de Trump iría por esos cauces, Xi Jinping se refirió en su video a que el coronavirus es un problema mundial y que ahora lo que se necesita es cooperación para superar la emergencia, no señalamientos ni llamados a la división. Dijo que no le interesa ninguna guerra, “ni fría ni caliente”. De hecho, el líder chino se comprometió a que las posibles vacunas que se desarrollen en ese país contra la pandemia de covid-19 serán consideradas un “bien público global” y serán entregadas de manera prioritaria a los países en desarrollo. Fue paradójico escuchar a Xi defendiendo el papel de la OMC (Organización Mundial del Comercio) y clamando por evitar los unilateralismos y proteccionismos.
Aunque el protagonismo de la Asamblea fue tomado por este enfrentamiento de potencias, desde Europa también surgieron voces que pretenden dejar a un lado esa polarización y tratar de generar una visión diferente del mundo. Son los casos del presidente francés, Emmanuel Macron, quien pide construir un “nuevo orden” apartado de la rivalidad de Estados Unidos con China, y de Ángela Merkel, de Alemania, quien llamó a reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, precisamente para poder actuar de mejor manera en caso de profundizarse esa polarización.
Frente a la pandemia que afecta a todo el mundo, los diversos líderes se refirieron acerca de buscar soluciones que sean producto de la cooperación, y lamentaron que cuando más se necesita un trabajo concertado para atacar un enemigo común las dos principales potencias se enfrasquen en ataques.
Aunque el llamado general fue a fortalecer el multilateralismo y la búsqueda de soluciones globales, Trump fue contra la corriente: tras elogiar lo hecho por él en los Estados Unidos contra el coronavirus llamó a que cada país se ocupe de los problemas propios en primer lugar; nacionalismo que sonó como una frase populista a cinco semanas de las elecciones presidenciales que lo podrían sacar de la Casa Blanca. Ante esto, el secretario general de la ONU, António Guterres, se expresó en contra de lo que llamó “vacunacionismo” y pidió que las vacunas que se obtengan no sean vistas como un beneficio egoísta para un país, sino que sean puestas al servicio del mundo.
Otros temas importantes como el cambio climático o el acuerdo nuclear con Irán, entre otros muchos, apenas fueron tocados por algunos, y no con la profundidad y el compromiso que se necesitaría en un momento tan crucial para esos asuntos. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por ejemplo, dijo sentirse atacado por organismos internacionales que lo critican por su pasividad ante los incendios que destruyen la Amazonia. Se declaró “víctima de una de las más brutales campañas de desinformación”.
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