Sebastián Galvis Arcila
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Mi versión de los hechos, si el niño Jesús naciera hoy, es que la estrella alumbraría sobre algún campamento de refugiados en Siria, pero solo los astrónomos podrían verla a causa de las nubes de polvo levantadas por las bombas. Y dejando volar la imaginación, si tuviera que ser en Latinoamérica, creo que Venezuela sería el lugar perfecto, o si fuera en Colombia ese nacimiento muy probablemente sería en medio de un centro improvisado de atención a las víctimas del Cauca.
Si el niño naciera hoy, la comunidad europea analizaría la amenaza sobre su soberanía manteniendo estricto control en las fronteras; y sería la estrategia de las agencias de salud mundial acelerar la identificación de madres primerizas. Eso sin contar con la explosión en la web de las ciudadanías intentando adivinar el día exacto del alumbramiento y el éxito de distintas mujeres en youtube pretendiendo mostrar al mundo que su bebé hace milagros y habla con el eterno en alemán, ruso, portugués o español.
Si el pequeño Jesús naciera hoy, sabríamos que los periodistas no podrían cubrir el evento por la marginalidad en la que se encontraría la sagrada familia en huida de la persecución y la guerra; a lo mejor el pesebre tomaría forma de carpa improvisada entre valles y las aguas continentales en atención a los heridos del conflicto; y ese es un lugar demasiado hostil para que los periodistas desatiendan los balbuceos de los hijos de Jennifer Lawrence o Scarlett Johansson en algún hotel de lujo.
Si el niño naciera hoy, a su concepción milagrosa la llamarían fecundación in vitro y todo el mundo estaría dispuesto a darle “me gusta” a su instagram en desconocimiento de la norma familiar de José y María de no tener redes sociales hasta los 14. Sería un niño desapercibido de esos que habitan algún barrio popular de estrato 1 o 2, de esos que no tratan los políticos de este país, sería un pequeño que estudia juicioso y se les escapa de vez en cuando a los papás para discutir con líderes religiosos sobre la mala aplicación que le dan a las escrituras. No tendría riqueza, pero sí que estaría creciendo con un alto sentido de la responsabilidad y el deber; lo que permite pensar que su condición de pobreza y conflicto social no le servirían de coartada para tomar un rumbo equivocado de adicciones y destrucción.
Si el niño Jesús naciera hoy tendría un padre campesino o agricultor y una madre trabajadora sin ambiciones de fama ni poder; sería un niño vestido de forma modesta y aseado que se llevaría muy bien con el vecindario para conocer la naturaleza humana. Sería un niño que tendría frío y buscaría el calor de mamá, se sobresaltaría con el ruido del plomo y la metralla; aprendería a soportar los vejámenes del mundo, la persecución y el desplazamiento forzoso, siempre con la intención de alegrar el corazón de los pobres y los necesitados. Seguramente, no se sentaría con los líderes mundiales que disfrazan su antisemitismo de derecha antisionista.
Si el niño naciera hoy, sabría lo que es sufrir el muro, el alambre de púa y la bota militar, conocería la realidad del suicidio y la discriminación social; citando a la Unión de Jóvenes Palestinos en Venezuela: “Si María y José tuvieran que caminar desde Nazaret a Belén hoy ... tendrían que cruzar 11 puestos de control israelíes, una brecha de seguridad y un muro de 30 metros de altura”. Si hoy naciera el niño, entendería que la mayor riqueza del necesitado es la fe y por eso siempre nos dará señales de vida. Siempre.
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