Pbro. Rubén Darío García


Pbro. Rubén Darío García Ramírez
Hoy la Palabra continúa la del pasado domingo manteniéndonos centrados en la Eucaristía, ahora como banquete divino, alimento del cielo (Cristo Eucaristía). Comprender la grandeza del Banquete sólo se ha concedido a los pequeños, pobres, o marginados en contraposición a los soberbios que se creen entendidos y sabios y piensan que todo lo saben y no necesitan más ciencia ni conocimiento. Resuenan las palabras del Evangelio: “Te alabo y te bendigo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y las has revelado a los pequeños y sencillos" (Mt 11,25-39).
En la primera lectura, la Sabiduría es una persona que edifica su propia casa, lujosa, para ofrecer allí el banquete. “Ha labrado sus siete columnas”… “Ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado también su mesa” (Prov 9,2). El banquete es tan importante que el anfitrión mismo lo preparó. Recordamos el Salmo 23: “Preparas una mesa frente a los que me odian, la mesa ya está lista, la copa se desborda”; y la revelación: “Eres mi Pastor, oh Señor, nada me faltará si me llevas tú”. Se trata del banquete para la vida eterna, el que nos libra de la muerte espiritual, la medicina perfecta.
“La Sabiduría ha mandado a sus criadas y anuncia en lo alto de las colinas de la ciudad” (Prov 9,3). El mismo Señor envió a sus criados a anunciar: “Vengan, que el banquete está preparado, ya he preparado mi comida, ya han matado los bueyes y las reses cebadas, todo está listo; vengan al banquete de bodas; pero los invitados no hicieron caso y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio. Otros, agarraron a los criados y los mataron” (Cfr. Mt 22,1-38).
La Sabiduría es el Señor Jesucristo, el “Buen Pastor” que dio la vida por sus ovejas (Jn 10,10). Él mismo se nos dio en la Última Cena como el Pan verdadero que da la Vida sin término “Tomen y coman… tomen y beban todos de Él”, quien le come no morirá (Jn 6). Y todos estamos invitados, pero no todos respondemos a su llamada porque nos falta estar en gracia de Dios, cumplir los mandamientos, actuar cristianamente, empeñarnos en lograr lo mejor de nosotros mismos para poder compartir con Él el resto de nuestra vida.
¿Quiénes pueden acceder al contenido del banquete? Los simples, los que no comprenden por falta de juicio, todos los que queramos conocer a Dios, aprender y cumplir su mandato y vivir para siempre en Él. Jesús, con su enseñanza de vida, produce la verdadera felicidad. ¿Cómo podremos creer en la fuerza, la sabiduría, la capacidad de amar, que nos da la Eucaristía, si no conocemos lo que ella significa? Ayer contemplábamos la actualización del Sacrificio de Cristo en la Eucaristía para salvarnos, hoy consideramos el Pan de Eucaristía que nos da las fuerzas para cruzar el desierto (el mundo) e ir al cielo. Y damos Gracias.
La celebración de la Eucaristía encierra la clave de la vida, ella es fuente, origen, y meta de la felicidad. Participar en la Sagrada Eucaristía nos permite el Alimento, llenarnos del Espíritu Santo, dar gracias a Dios y permanecer sujetos los unos con los otros en el temor de Cristo (Ef 5, 20-21) siguiendo el derrotero, el proyecto de vida, que nos plantea la Palabra.
Proverbios 9,1-6; Salmo 33; Efesios 5,15-20; Juan 6,51-58
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015