Pbro. Rubén Darío García


¿Por qué se suicidan tantos jóvenes? ¿Qué es lo que atrae a la gente a los expendios de licor y drogas? ¿Por qué muchas parejas se cierran a la vida con el creciente miedo a tener hijos? Aumentan la corrupción, el robo y la avidez; la otra persona importa poco y cada vez es más común la expresión: “usted verá, defiéndase con sus problemas, a mí déjeme en paz”. ¿Será que pensar en personas que se amen, resulta algo fuera de nuestro tiempo o una preocupación de algunos que están locos?
Andamos por nuestra existencia como ovejas sin pastor. Perdemos fácilmente el rumbo persiguiendo ilusiones falsas que no llevan a la felicidad. Necesitamos guía y dirección. Jesucristo resucitado es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas y las conduce hacia pastos verdes y aguas tranquilas. Él entra por la puerta. Su presencia nos llena de gozo y paz inenarrables; su ternura y su amor se expresan en el perdón que ha realizado de nuestros pecados.
Quien llega a conocer a Jesucristo valora los bienes del otro y le respeta; se preocupa por los problemas del otro y da la vida por él. Entonces su misma vida alcanza la felicidad desde ahora y logra distinguir a cada instante el bien del mal.
Obispos, sacerdotes, padres de familia, profesores, jefes, dirigentes, todos los líderes ejercen una labor de pastoreo, porque guían y conducen, amonestan y estimulan la vida de sus pastoreados. Quienes conducen tienen la posibilidad de beber de la fuente: el Buen Pastor. Dar la vida por las ovejas es también dejarse matar por ellas, es decir, gastar la existencia entregándose a los otros; comprometiéndose, contra toda indiferencia, ante el dolor del otro y morir —renunciar— a los propios planes y proyectos cuando la vida del otro lo exige. Lo hacen los padres de familia por sus hijos; los sacerdotes y obispos para que quienes no conocen a Jesucristo lleguen a conocerlo y quienes ya son fieles maduren su fe, persigan el sentido y fin de su existencia y vivan en todo momento el cielo; los profesores por abrir caminos de conocimiento para que sus alumnos encaucen su vida y sus realizaciones.
Los invito a orar hoy por quienes ejercen su pastoreo entre nosotros. Oremos por el Papa Francisco, por nuestro Arzobispo Mons. Gonzalo; por los sacerdotes que nos predican la Palabra de Dios y nos entregan los sacramentos; por los padres de familia que cuidan y guían a sus hijos para que el Espíritu Santo les dé Luz y Sabiduría; por todo tipo de líderes para que el foco de su trabajo sea el servicio y no el poder. Oremos para que nuestra vida no busque agradar a los hombres sino servir a Dios nuestro Señor.
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¿Será que pensar en personas que se amen, resulta algo fuera de nuestro tiempo o una preocupación de algunos que están locos?
Hechos 2,14.36-41; Salmo 23; 1Pedro2, 20-25; Juan 10,1-10
* Delegado Arquidiocesano para la Pastoral
Vocacional y Movimientos Apostólicos
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