“DECIMA: CONDICIÓN RESOLUTORIA.- Manifiestan las partes contratantes que el presente contrato queda sujeto a la condición de que el doctor GUSTAVO PETRO no sea elegido presidente para el período 2022-2026. En el evento en que se cumpla dicha condición el presente contrato quedará resuelto de ipso-facto, quedando las partes liberadas de las obligaciones aquí contraídas, volviendo a su estado precontractual…”
Hace unos días me llegó por un grupo de WhatsApp una foto de una página de un contrato y contenía la cláusula anterior. Una cláusula resolutoria hace relación a un acuerdo entre las partes contratantes, quienes establecen que si llega a ocurrir un evento el contrato queda deshecho, desaparecen las obligaciones de las partes y todo debe regresar al estado anterior.
La cláusula Petro ya había sido mencionada por algunos medios en 2018 y parece que está reviviendo. En el ánimo de verificar qué tan serio es el asunto, llamé a tres abogados expertos en Derecho Civil y Comercial: la conclusión que saco es que si bien su uso es escaso, sí existe esta figura y se ha pactado en algunos contratos.
¿Tiene sentido esta cláusula? Es imposible dar un dictamen general, pues solo las partes contratantes pueden saber qué les trae más tranquilidad al hacer un negocio que compromete sus recursos; como dice el dicho popular, cada cual es dueño de su miedo.
Con este caso quiero llamar la atención sobre el ambiente emocional que crea una figura como Gustavo Petro cuando tiene una oportunidad real de llegar al poder. Son muchas las personas con recursos que están explorando a dónde llevar su dinero, en qué países hacer inversiones, siendo los preferidos Estados Unidos y España. Y no son solo los muy ricos, también los que podríamos llamar gente bien acomodada, o riquitos. El temor de Petro presidente no es solo de quienes tienen un capital considerable, también cobija a un sector grande de la clase media e incluso a personas con menos recursos. Un temor que trasciende lo económico e invade otros terrenos, como el de los balances democráticos, pues se cree que una presidencia suya rompería el equilibrio de poderes públicos a su favor.
No me gusta la posibilidad de que Petro llegue a la Presidencia de Colombia, como tampoco quisiera que llegara un representante de la derecha. Pero creo que hay que darle una perspectiva al asunto, atemperar los ánimos, pues si el temor sigue subiendo el daño económico y social podría ser más catastrófico que un gobierno del senador.
Hay cuatro elementos, entre muchos, que quiero destacar como límites efectivos a Petro u otro posible presidente desquiciado.
Primero: La Corte Constitucional. Esta máxima instancia judicial tiene el poder de ponerle un freno a las tendencias autoritarias y antidemocráticas de un mandatario.
Segundo: El Banco de la República y su junta directiva. En temas tan sensibles como inflación, tasas de interés y devaluación de la moneda, el Banco tiene la capacidad de evitar los despropósitos de un gobernante, como por ejemplo emitir dinero como si fuera papel del juego de Monopolio. Tanto en la Corte como en el Banco, sus miembros pueden llegar por designación presidencial, pero una vez en sus posiciones, por lo general, adquieren la dimensión de estadistas y ejercen su cargo con independencia del ejecutivo.
Tercero: el Congreso que se elegirá en 2022 ni en sueños será mayoritario para Petro, allí tendría una cortapisa severa para que las nuevas leyes no sean favorables a sus caprichos. Aunque siempre habrá que contar con un racimo de congresistas, que como buenos mercenarios que son, terminen fungiendo de progresistas.
Cuarto: las Fuerzas Armadas. Si bien en la formalidad las Fuerzas Armadas no tienen ningún poder político y tienen la obligación de obedecer al Presidente como su máximo comandante, lo cierto es que sí tienen un peso muy importante a la hora de los pesos y balances dentro del Estado. La oficialidad ve a Petro como su enemigo, y hará sentir su voz ante cualquier intención del actual senador de generar un zaperoco.
Corte y Banco de la República ya han sido garantes del equilibrio institucional y democrático, cuando Uribe quiso ampliar al infinito sus poderes. Podemos tener la seguridad de que en el futuro también actuarán de la misma manera si se requiere.
Por último, Petro solo tiene posibilidad de ganar la presidencia si su contendiente en segunda vuelta es un representante de la derecha dura. Si su adversario viene del centro, pierde sin la menor duda.
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