Las señales son claras y vienen presentándose, sin pausa, desde hace un par de años. Están ahí, delante de nuestros ojos: el Brexit en Reino Unido, la victoria de Trump en Estados Unidos, el triunfo del NO en el plebiscito por la paz, aquí mismo, y el auge de la extrema derecha en todo el mundo (que no solo ha puesto en juego la estabilidad de la Unión Europea, ese gran logro de una unión improbable, sino la democracia misma de países como Brasil, donde el domingo pasado ganó la presidencia un ultraderechista que aborrece a los homosexuales y enaltece las viejas dictaduras).
El mundo está girando a la extrema derecha, vean ustedes, y desmitificando de tajo ese relato liberal que nos inventamos para entenderlo. Los valores que arrancaron con la Ilustración, hace siglos, y que nos hemos creído como una manera progresista de verlo, parecen estar en crisis. Así, pues, el relato de unión que surgió después de la Segunda Guerra, cuando la sociedad, asombrada por esa fuerza brutal que tomó el nazismo, pareció entender que una cosa así no podía repetirse, viene también difuminándose. Hoy es cada vez más normal ver cómo regresamos a lo que parecía superado: cerrar las fronteras, justificar el racismo de frente (porque estamos mamados de la “corrección política”, ¿no?), despreciar lo que sea diferente, enaltecer las armas y limitar los derechos que con tanto esfuerzo se vienen abriendo paso.
Esa es, entre otras, una de las grandes tesis del maravilloso libro “21 lecciones para el siglo XXI”, de Yuval Noah Harari -de quien ya he hablado antes aquí, así que perdonarán-, y que deja más preguntas que respuestas sobre el futuro que nos espera. Dice Harari que a lo largo de la historia el hombre no ha hecho más que inventar relatos para explicarse, y que las religiones y los sistemas políticos, como es obvio, son los que más han funcionado.
Quizás la fe que pusimos en el humanismo, en nosotros mismos como centro de este universo cada vez más complejo, no sea tan exitosa para enfrentar lo que se viene. A lo mejor esta manera de entender el mundo que creemos tan válida -con los derechos y el libre comercio y la educación como esa vía salvadora, ay-, no resulte tan adecuada para ese mundo incierto que nos espera.
¿Qué relato vamos a inventarnos ahora? No se trata de comunismo ni de capitalismo, aunque aún haya gente que diga, a estas alturas, que el primero todavía existe (por Dios: lo que queda de ese fracaso son un par de reductos que no van a ninguna parte). Se trata de entender que quizás llegó la hora de crear otro relato, y que estos timonazos que viene dando el mundo -el Brexit, el NO, Bolsonaro, Marine Le Pen-, son intentos desesperados por responder de alguna manera a esta coyuntura compleja. Palos de ciego, parecen; o no: vaya uno a saber.
El caso es que no parecemos estar preparados para los cambios que nos esperan. Tenemos el futuro mucho menos asegurado que las generaciones anteriores, y todo será aún más complejo cuando la Inteligencia Artificial reemplace la humana en muchos aspectos, o se integre a ella para crear una nueva especie. Todo suena muy complejo, es verdad, a ciencia ficción, pero nada de eso niega que el relato liberal y humanista está en su peor momento.
Y al menos por ahora, qué vaina, solo nos resta ver cómo echamos de pa’ atrás.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015