Martha Luz Páez Cala * marthapaez315@yahoo.es

"Deja que cada nuevo año encuentre a una nueva versión de ti mismo": Benjamin Franklin.

El inicio de un nuevo año y la época navideña se constituye en un periodo de unión y armonía para honrar a quienes partieron y para festejar o renovar los vínculos vigentes. Es inevitable la tendencia a recapitular algunos eventos de la historia personal o familiar, lo relevante es focalizar desde que postura se reevalúa y/o se renueva lo vivido, en pro de construir un mejor futuro.

Es importante cerrar ciclos, de lo contrario, queda como una “carga psicológica” que afecta la vida en general. Ese cierre o conclusión interna se relaciona con los duelos no elaborados, la gratitud no expresada, los asuntos inconclusos, los dolores y heridas que se alimentan y se evita sanar. Los enojos no elaborados ni reciclados se vierten en personas del entorno cercano o en la misma persona, como “víctimas inocentes”, a través de quienes “se pagan deudas ajenas”.

Cerrar asuntos inconclusos del pasado no exige mayor esfuerzo. Consiste en propiciar un dialogo que en su momento se negó, solicitar disculpas, expresar un agradecimiento, devolver lo que pertenece a otros. En suma, se trata de alivianar cargas, de reparar algún daño.

Resolver lo inconcluso, reparar algunas heridas, cerrar ciclos, es la invitación luego del inicio de año. Más allá del posible dolor experimentado, lo importante es incrementar la alegría por desintoxicar el alma y eliminar toxinas para nutrirse de la experiencia.

Se trata de soltar el pasado, lo añejo; para abrir espacio a lo renovador, fresco y novedoso. Celebrar los logros, los aprendizajes, las enseñanzas que la vida ha dejado en nuestra memoria. ¿Aceptas esta invitación?

Por un largo periodo dejare de compartir con los lectores que amablemente han acogido esta columna. Nuevos compromisos laborales que requieren dedicación. Un gran abrazo, con la esperanza de haber dejado una semilla de esperanza y renovación.

* Magíster y docente de la Universidad de Manizales.