Mario César Otálvaro

LA PATRIA | Bogotá

La última derrota ante Junior volvió a generar caos; de nada valieron los triunfos sobre Bucaramanga y Tolima porque una vez más se habla de crisis, y ya hay muchos pidiendo la cabeza del técnico como si esa fuera la salida.

En lo personal la tengo clara, el Once Caldas puede mejorar en actitud, hacer partidos interesantes, mostrar progresos en su funcionamiento, pero jamás se le quitará que quedó mal configurado y que su plantilla es insuficiente.

En el Metropolitano hizo un buen primer tiempo, y solo cuando tuvo uno menos por la expulsión de Estupiñán con el partido en ceros -acción de juego aparentemente normal que castiga duro la internacional board- la estantería se vino al piso.

Fueron 3 minutos de miedo con roja y gol de Ovelar, y luego las acostumbradas carencias hasta terminar humillados, aunque el segundo y el tercero fueron sobre el final, lo que es irrelevante para quienes evalúan o valoran la campaña según el resultado.

Aquí hay defectos de base notorios cuando el equipo se alarga para proponer, y tienen que ver con los espacios atrás y las ventajas por los costados porque el regreso es parsimonioso, falta reacción y velocidad en el medio, y los volantes quitan poco.

Hay culpabilidad del entrenador porque fue quien conformó la nómina, pero en el campo los jugadores deben aportar soluciones -que no están dando- sobre debilidades disimuladas un tanto cuando se recoge atrás como ocurrió en la primera etapa.

Y aunque suene a defensa de Lisi lo planteó tratando de que se respete el proyecto sin desviar la atención, en el entendido de que los líos son por escasez de materia prima eficiente, considerando además improcedente un viraje a mitad de campeonato.

Estos comentarios -impopulares por el respaldo a la empresa patrocinadora y al cuerpo técnico- son por la institucionalidad, pues no creo que echando a Lisi o sacando a Pineda a coscorrones -para utilizar un término de moda- los problemas se acaben.

La falta de asesoramiento, o de conocimiento, de una junta que contrató de forma incorrecta armando una plantilla coja, mal dispuesta, técnicamente defectuosa, deriva en lo que está pasando, y es lo que debe corregirse pensando en el futuro inmediato.

Sin embargo, y como sucedió durante la buena racha, con entereza, amor propio y entrega se pueden repetir actuaciones exitosas ante Patriotas, Equidad y Jaguares, rivales que siguen, para intentar desaparecer los fantasmas que rondan.

Pero la solución grande es convencer a Jaime Pineda, Tulio Castrillón y compañía para que inviertan y monten un equipo de vuelo competitivo para el segundo semestre, y eso se puede lograr a través del diálogo, el compromiso y una sana convivencia.

Para quienes aseguran que los inconvenientes superan la nómina, sobre la titular esbozo un ejercicio simple: los centrales Muñoz y Moreno no tienen quien les presione el puesto, y son pavorosos por lentitud y falta de limpieza en la salida desde el fondo.

‘Alcatraz’ cuestionado porque era tercer suplente en Nacional, y Gómez por inseguro, son blanco de críticas, aunque a mí no me disgustan. Córdoba, suplente por donde andaba, es de los menos discretos, lo mismo que Soto con su fútbol a cuentagotas.

De ahí hacia adelante se salvan Ortega y Estupiñán. Curé es intrascendente, Acosta normal ocupando plaza foránea, y menos Salazar, Romero, Sinisterra, Zapata y Cardona, quienes hasta ahora ofrecen mínimas alternativas desde el banco.

Es decir, como dijo Diego Pablo Simeone -técnico del Atlético de Madrid- ‘Nosotros los entrenadores tenemos un montón de ideas, y no hay muchas diferencias entre uno y otro. Hay matices, maneras de contagiar, pero lo verdaderamente importante son los futbolistas’.

Hasta la próxima...

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