Mario César Otálvaro
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Mario César Otálvaro
@macotal
Deja vu, ese término francés que trata básicamente de un suceso que se siente que ya se ha vivido, lo experimenté viendo la foto de Diego Corredor con el presidente de Once Caldas anunciando la renovación del contrato por dos años, a partir del 1 de julio.
Hace tres temporadas un cambio en la postal, al lado de Tulio Castrillón, un técnico de piel morena, sonrisa amplia, convertido a esas alturas en símbolo del equipo, derecho que adquirió tras la negra noche de Maturana que lo dejó a tres puntos del descenso.
En los taxis, en los eucoles - esos parapetos iluminados en los paraderos de bus con publicidad- en las vallas, en el estadio, y por donde uno miraba, estaba la figura de Hubert Bodhert como nuevo ídolo de los dueños del club.
Con bombos y platillos anunciaban su vinculación por tres años más, y se habló del super proyecto en camino, que el propósito era ganar títulos y posicionar a Once Caldas como uno de los poderosos de Colombia, fiel a su historia de comienzos de siglo.
Finalizando 2020 solo ellos se lo aguantaban, y se fue producto de su incompetencia, se tenía que marchar y casi que no, lo iban a dejar, fue gracias a la presión del público que no regresó dejando a Once Caldas como cuadro chico con paupérrimas cifras.
Esto para afirmar, o al menos es mi pensamiento, que los entrenadores pueden tener contrato a 20 años, y que su permanencia - en cualquier lugar del planeta - está sujeta a los resultados, al trabajo, y al reconocimiento que obtengan frente a la parcialidad.
Por supuesto que una firma es garantía porque brinda estabilidad y confianza para desarrollar un proyecto, y para los patrones porque lo amarran, particularmente sobre la variable de positivos guarismos.
Pero es fútbol; lo que es brillante hoy mañana puede ser opaco, y el que gana un campeonato al siguiente puede ser colero - léase deportivo Cali - y ese monstruo de mil cabezas no perdona. Caso patético Juan Carlos Osorio, al frente de América por un documento, no porque esté en sintonía con la hinchada, ni con sus directivos.
Aunque con Corredor parece distinto, el ambiente interno, su sólido grupo de asesores, su seriedad, sus conocimientos, y su liderazgo, lo ponen en la vitrina como técnico revelación de la temporada, porque el gran triunfador es Hernán Torres del Tolima.
La noticia de la renovación fue aplaudida, y se califica como acierto para las partes, insistiendo en que su vigencia dependerá de clasificaciones, protagonismo, y metas, que al final de cuentas son la realidad en el complejo e inflexible mundo del deporte.
Perder es otra opción, y la derrota ante América que costó el invicto de 11 fechas se dio sobre patrones definidos, una cancha imposible en el primer tiempo, y un rival superior después por la forma como movió las fichas y concretó las pocas oportunidades que tuvo.
Se viene el doble clásico contra Pereira, con un Once Caldas en lugar privilegiado y un funcionamiento colectivo que ilusiona, dirigido por un entrenador con contrato a largo lazo, y una enorme sed de triunfo sobre el rival de siempre.
Hasta la próxima...
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