Mario César Otálvaro
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Mario César Otálvaro
@macotal
A diferencia del primer torneo, en el que cumplidas tres jornadas se sumaban cinco puntos - los mismos de ahora - Once Caldas no logra cuajar una idea de juego, su fútbol no convence, y es como si el trabajo acumulado se hubiese diluido, si es que realmente existía.
Cuando llegó Corredor habló de posesión, desborde por bandas, inicio de ataque desde la primera zona, sometimiento, seguridad, quizá lo que se vio al comienzo, contrario a lo de hoy, cuando el equipo se nota temeroso, se deja dominar, y no impone criterios ofensivos.
Contra Águilas Doradas fueron tres llegadas - todas en el primer tiempo - un balón arriba, y el penalti convertido, ambos por Delvalle, y el golazo de Robert Mejía, y pare de contar porque en el complemento el arquero rival ni se vio. El control fue de ellos.
Seis cambios con relación al plantel que enfrentó a Equidad, entre ellos el de Gerardo Ortiz, un absurdo, porque si por un error hay que sentar al portero, Sebastián Viera no sería lo que representa para Junior, ojalá solo haya sido una determinación técnica.
También la exclusión de Murillo, jugador con salida en un partido como local, y la ubicación de Artunduaga improvisado, poniendo laterales de corte defensivo, flojos, distinto a lo que siempre se pregonó. Igual con Danovi se han cometido injusticias.
Lo cierto es que el técnico trata de organizar lo que tenía cuadrado, aquello que con simples refacciones tendría que ser la muestra del planteamiento en marca que se pretende, y no mete la mano en la parte ofensiva, donde se siguen registrando las dificultades.
Un Once Caldas tímido, al que definitivamente le duele la ausencia de un conductor en el campo, que se llenó de volantes de contención que levantan la cabeza y no saben a quién dirigirla, y con delanteros que hablan idiomas diferentes.
Nelson Quiñones es desequilibrante, el más hábil, el de mayores recursos, pero intermitente, Diego Valdés corre, choca, les pega a los contrincantes, sin que se perfile por el centro donde lo están poniendo, con falencias por torpeza para rematar jugadas.
Del Valle se ve distinto, más participativo del circuito, y a Edwar López, el recién incorporado, le encomendaron la misión de taponar la banda izquierda en ese esquema defensivo que se montó durante el segundo período a raíz del 2-0.
Venía Once Caldas de ocho fechas consecutivas sin ganar –seis por Liga, dos por Copa– y quizá eso motivó ese diseño hermético tras las anotaciones, que de todas maneras desluce y deja en entredicho las ganancias obtenidas en el tiempo con las labores entre semana.
Del discurso "vamos bien, veo formas que me agradan, y tengo una base" al terminar la Liga I eliminado, a lo que fue la nómina y el planteamiento en Palogrande este lunes, hay una distancia sideral, como si se estuviera empezando una vez más.
La razón, los nueve nuevos, con el agravante de que no se coparon las plazas de atacante ni creativo que se necesitaban, y la vinculación de veteranos "parados" que acusan lesiones en apenas tres partidos, más los castigos inexplicables, como en el caso Ortiz.
Buena producción en números ante rivales accesibles, que no es garantía de nada tras el fracaso pasado, teniendo al frente a Medellín, Pereira y Junior, de más alta exigencia, con el deber de elevar contenido porque lo que se ha visto es pobre desde lo táctico, lo deportivo, y en la propuesta desde el banco.
Hasta la próxima...
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