Eran las dos de la tarde en Manizales, en la carrera 24 entre las calles25 y 26, una mujer de piernas largas y delgadas, cintura pequeña, tacones muy altos, pelo brillante y liso, caminaba con un contoneo armonioso de sus caderas sin perder la gracia y el equilibrio, a pesar de sus zapatos. En la dirección contraria apareció una moto con dos hombres que se aproximaban a gran velocidad, pasando muy cerca de la mujer le gritaron: “cuídate mariquita asquerosa”. La señora, asustada, empezó a correr por la calle 25 y varias cuadras por la carrera 23. Finalmente, no pudo seguir el ritmo y se sentó a llorar en una banca del Parque Caldas.
En América Latina la expectativa de vida de las mujeres trans es de 30 a 35 años de edad. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el 80% de las personas transgénero asesinadas durante un período de 15 meses tenían 35 años o menos. Pero la discriminación hacia las trans no solo afecta su expectativa de vida; los prejuicios hacia ese grupo social también perturban su posibilidad de acceder a la educación, a la salud, a viviendas seguras y al mercado laboral formal. En este mismo sentido, la participación en la esfera pública de las personas trans es muy reducida, así como la falta de reconocimiento de su identidad de género. “Las mujeres trans que ejercen trabajo sexual son particularmente vulnerables a la violencia en su entorno comunitario, incluyendo a asesinatos cometidos por particulares, sus clientes, grupos ilegales armados o pandillas (SIC).” (CIDH, Violencia contra las personas LGTBI, p. 15). Esta combinación de factores genera que las personas transgénero sean susceptibles de distintas formas de discriminación, exclusión y violencia. En Manizales es asesinada una mujer trans al año por motivos de odio. 
La joven abogada manizaleña Matilda González Gil trabaja por alcanzar el pleno respeto de los derechos de las personas transgénero, para que no sean víctimas de discriminación, de exclusión, de la violencia física y sexual; para que su expectativa de vida pueda ser mayor a los 35 años. El trabajo de González también está enfocado a buscar alternativas para que las personas transgénero tengan acceso a mejores oportunidades educativas y laborales, con el fin de garantizar los derechos económicos, sociales y culturales de esta comunidad. 
La abogada González, ha trabajado en la Relatoría sobre los derechos de las personas LGBTI de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, desde donde se ha recopilado importante información para entender la situación y propender por la garantía de las libertades fundamentales de la comunidad LGTBI. Ha sido promotora de los baños sin género, un gran símbolo de las conquistas de los derechos de las personas transgénero; gracias a su trabajo logró que la sede de la OEA en Washington tuviera un baño para todos los géneros. Ha sido la creadora y profesora del curso “Políticas trans nacionales e internacionales: tensiones y avances en los derechos de las personas trans” de la Universidad de los Andes. Hace parte del colectivo Aquelarre Trans que logró la expedición del decreto 1227 de 2015 que busca la corrección de los componentes de género en los registros civiles. 
Por este valioso trabajo, así como por los logros alcanzados en su carrera, Matilda González Gil ha sido postulada para el reconocimiento Caldense del Año. Comparte este honor con personas muy valiosas que han trabajado, con importantes méritos y resultados, por el desarrollo económico, social, artístico, deportivo y cultural del departamento. Sin embargo, en estos momentos en los cuales algunos líderes espirituales y políticos, pertenecientes a confesiones religiosas que, paradójicamente, dieron un giro teológico gracias al amor, propician el odio en lugar de la empatía y la compasión; otorgar el premio de Caldense del Año a la abogada Matilda González Gil, sería un mensaje poderoso sobre la importancia de la inclusión, la tolerancia y el respeto a la diferencia como herramienta para fortalecer la convivencia pacífica. Un símbolo para resaltar que ante el odio y sin importar lo distantes que sean nuestros gustos o preferencias, vale la pena seguir apostando por la dignidad humana.