Luis F. Gómez


Fernando Carrillo Flórez terminó una gestión interesante al frente de la Procuraduría General de la Nación (PGN), llegó con respaldo absoluto del Congreso de la República, como suele suceder en estos nombramientos, casi todos quieren quedar bien con la persona elegida. Y deja un legado fundamentalmente en lo que se ha llamado el Diálogo Social, especialmente en un país donde el déficit de diálogo nos polariza y destruye.
Carrillo que, tras su paso por la Constituyente y por el Ministerio de Justicia durante el gobierno de César Gaviria, fue por más de 15 años un alto funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, París y Brasil, estableció relaciones y conoció de cerca la dinámica de países como los de la Unión Europea desde su cargo de embajador en España. Además, de regreso a Colombia fue ministro del Interior del presidente Santos. Tenía toda una amplísima experiencia en lo público.
La percepción que tengo, validada en varios espacios con los sectores sociales y ciudadanos, es de una PGN cercana, por su participación en diferentes espacios de diálogo y por su mediación en medio de los diversos conflictos sociales. Ya era habitual ver al Procurador y al Defensor del Pueblo del entonces, encabezando comisiones de diálogo para gestionar y tramitar conflictos en el marco de las movilizaciones sociales y ciudadanas de todo tipo en las diversas regiones del país.
Igualmente, convocó y lideró los encuentros llamados Cumbre de Diálogo Social, donde participantes de la más amplia variedad en el espectro social y político se juntaron para dialogar y buscar consensos en función de explorar caminos diferentes a la polarización y la visión unilateral.
La cercanía a la ciudadanía y los diversos espacios de diálogo creados dan como resultado una percepción positiva porque con su presencia la PGN caminó en sentido correcto en: Una percepción de seguridad y respaldo de la ciudadanía en el entendido que al ser garante de los derechos fundamentales y ejercer la función de vigilancia y control, propendiendo por asegurar el cumplimiento de los compromisos adquiridos por parte de las diferentes instituciones participantes. Por su rol de medicación entre intereses opuestos, pudo construir confianza entre las partes, frente al proceso y frente al cumplimiento de los compromisos.
La verdad que el eslogan que usó el procurador Carrillo: Con la Constitución en la mano, los pies en los territorios y las víctimas en el corazón, lo puso en práctica y fue un funcionario cercano y que permitió visibilizar muchos de las tragedias de los territorios.
Contrasta esta percepción de la gestión de Carrillo, con la voz dura y crítica del señor Presidente quien, con motivo de la posesión de la nueva procuradora, Margarita Cabello, trajo un menú muy amplio de críticas, expresadas sin mencionar al exfuncionario, pero teledirigidas a Carrillo. Más allá la distancia política hay que reconocer también los aciertos y los desarrollos de la PGN.
Finalmente, bien interesante el enfoque de volver más eficiente la administración pública que la doctora Cabello le quiere dar la PGN, para ello es importante una armonización muy grande con la Contraloría General de República que está en un proceso de fortalecimiento sin precedentes. Igualmente, hay que evitar los traslapes con la Defensoría del Pueblo. Sería bueno que se hiciera una profunda evaluación de las funciones de la Procuraduría para focalizarla más y, de pronto, reducirla de tamaño y especializarla mucho más. El Estado no puede seguir creciendo y creciendo.
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