Luis F. Gómez


Uno de los aspectos más importantes que hay que respetar en una democracia son las reglas de juego. Deben respetarse y cumplirse, pues de lo contrario se pierde la confianza en los procesos de deliberación y decisión. Efectivamente, los sistemas democráticos requieren de esos consensos para poder operar, normalmente están compuestos por las reglas de trámite, los reglamentos y los protocolos. Pues bien, uno de ellos que se ha ido inaugurando en el país es el de garantías para la oposición, que en el fondo es una garantía para las minorías. Por lo que una “jugadita”, para boicotear el derecho de réplica de la oposición, como lo hizo el saliente presidente del Senado, no es algo menor, pues implica atentar contra el espíritu de los bienes tutelados por el Estatuto de la Oposición.
Hay un pensador alemán, que luego adquirió la nacionalidad francesa, Erick Weil, que hace reflexión sobre cómo buscar abrir rumbo a la razón sobre la violencia, pues bien, uno de sus puntos de partida es la importancia de las reglas para el diálogo y de su observancia. En efecto, uno de los escenarios de diálogo social en democracia es por excelencia el Congreso, donde tienen asiento los distintos matices políticos de la sociedad. En pocas palabras, las reglas de juego hay que respetarlas, pues son muy importantes, aunque sean solamente la condición que permita el diálogo. Pues sin ellas se mina la confianza que debe existir para que se dé el intercambio de ideas.
Si bien tiene razón el presidente Duque al decir que su informe sobre estado de la nación, que presentó ante el legislativo el pasado 20 de julio, quedó opacado por la “jugadita” del entonces presidente del Congreso, no es bueno que se considere como menor tal conducta. Esa relativización del primer mandatario no es lo más pedagógico en términos de construir ciudadanía y democracia. Y de asegurar el establecimiento de relaciones pulcras y limpias en la política.
Ya la Procuraduría General de la Nación ordenó indagación sobre el punto. Y es bueno que se haga. Y que se sancione como parece merecerse tal conducta. La Procuraduría debe velar porque en democracia el juego sea limpio. Máxime cuando se trata de las principales cabezas de las corporaciones públicas. No se trata de un personaje menor, ni de un foro secundario. Se trata de una conducta deliberada y descarada de un presidente del Senado y en la sesión conjunta de las dos cámaras, el Congreso en pleno. Por ello, el hecho que se abra una investigación disciplinaria es sano, pues se envía un mensaje claro al resto de funcionarios públicos en el sentido de que las normas de garantía de la oposición se cumplen, y que ellos están para hacerlas cumplir y no para hacer jugaditas… Y que si no las respetan, pues serán sancionados. Muy importante que la Procuraduría, en esta época preelectoral por los comicios regiones, esté alerta y mande señales claras y contundentes.
El Estatuto de la Oposición hay que defenderlo, los totalitarismos son el principal peligro para las democracias. No dejemos que se impongan en nuestra sociedad.
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