Luis F. Gómez


Con motivo de los primeros cien días del gobierno del presidente Duque se lanzaron muchos análisis sobre su forma de gobernar. Gobernar no es fácil, menos cuando hay mucha agitación y, peor, cuando está llegando un nuevo Gobierno. En ese mismo período de tres meses se han presentado, según la Fundación Ideas para la Paz, casi 350 movilizaciones, en el mismo período en el año pasado hubo 173. El nuevo contexto del país, que ha venido cambiando poco a poco hace algunos años, nos debe invitar a una nueva forma de solucionar los conflictos, que siempre los habrá, así, la pregunta clave es: ¿cómo podemos tratarlos?
Siendo 100 días poco tiempo para analizar un nuevo gobierno, pero sí el espacio para ir viendo cómo será su talante, veamos algunos de los análisis que se han realizado: Semana, por ejemplo, señaló: “Ese espíritu democrático debe combinarse con un sentido de la política que le permita avanzar en los temas estratégicos y no se ve. Y también con un carácter para asumir posiciones, muchas de ellas impopulares…”. Hay que anotar que un cambio fundamental para la política es haberle terminado la mermelada al Congreso y en eso Duque debe mantenerse firme. Y, evidentemente, ello le ha generado mucho ruido en el trámite de las iniciativas en el legislativo. Pero esta es una nueva cultura para el país. Ese sí sería un legado de estadista. A su turno, Carlos Caballero en El Tiempo, escribió: “El presidente Duque es joven e inexperto, pero también ambicioso y bienintencionado. Por lo mismo, puede corregir el rumbo y definir el propósito de su gobierno. Una de las características de los líderes políticos sea la capacidad para “mantener la ambición en momentos de frustración”. La resiliencia, la capacidad para asimilar el golpe y continuar en la pelea.” No todas las cosas se podrán solucionar de un día para otro, y muchas ni en los cuatro años de gobierno de Duque. Por ello, el país también debe tener paciencia.
Retomando la pregunta de cómo tratar los conflictos, es claro que se impone de una parte una sintonía seria y profunda con el diálogo. Un diálogo con reglas claras que permita que todos los actores sociales se puedan escuchar, y construir soluciones en lo básico y fundamental. Con el diálogo social se puede lograr la cohesión social. De lo contrario se comienzan a dejar excluidos que a la postre generan muchas complicaciones.
De otra parte, el país debe tener paciencia, los procesos de solución de los problemas estructurales son lentos y los recursos del Estado son limitados. Los avances que se han logrado en reducción de pobreza, la cobertura del sistema de salud y los esfuerzos por dar educación gratuita básica están dando resultados. Falta mucho por avanzar, es cierto. Pero entre mayores consensos sociales logremos, seguramente será más sostenible y duradero.
El presidente Duque desde la campaña hizo un énfasis en la importancia del imperio de la ley, la legalidad. La mano dura frente al narcotráfico es básica, pues es el cáncer más peligroso. A su vez un segundo pilar de sus promesas fue la equidad. Por ello, los principios de justicia, de igualdad de oportunidades para todos, del cuidado con los excluidos, es fundamental. Con el Plan de Desarrollo seguramente se verán con claridad los horizontes de trabajo de la administración. Por ello, hay que tener un poco de paciencia.
El presidente Duque ha iniciado su mandato y le ha dado un nuevo aire al país, que se ha visto un tanto empañado por la incertidumbre tributaria y la presión de las marchas sociales. Esperamos que el tono ético, ecuánime y sereno lo mantenga, pues el país necesita mucho consenso y no más polarización.
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