Luis F. Gómez


Para el 2018 deberíamos hacer unas cuantas promesas que nos den como sociedad la posibilidad de crecer y mejorar. Empresarios, ciudadanos, partidos políticos, sociedad en general y autoridades públicas. Una promesa por grupo nos podría cambiar la historia y darnos un 2018 con mucha esperanza.
Los empresarios a exportar. La economía del país requiere que las empresas colombianas vendan mucho más al exterior. Se han firmado muchos tratados de libre comercio y muchos de ellos están totalmente inexplotados. La decisión y el riesgo empresarial deben centrarse este año 2018 en lograr incrementar sensiblemente las exportaciones, para poder jalonar el crecimiento económico y la generación del empleo. La primera promesa será hacer esfuerzos renovados para exportar bienes y servicios al exterior. El tema de la competitividad del país es fundamental para que los empresarios puedan insertarse en el mercado global con fortaleza.
Para los ciudadanos y votantes. Primero la importancia que tengamos una buena participación en los debates electorales del próximo año, para asegurar un buen Congreso y un excelente Presidente para la República. Y en este sentido que le demos una tunda a los corruptos para erradicarlos de los puestos de elección popular. Importante que asumamos con mayor responsabilidad la participación por medio del ejercicio de derecho a elegir. Promesa votar y votar bien.
Para los partidos políticos. Dejar de lado la posverdad y no engañar a la opinión pública con verdades a medias, ni mentiras, ni manipular los miedos de la sociedad. Que la verdad, los argumentos, las apuestas sinceras y coherentes sean el común denominador de la contienda política. Promesa concreta: no caer en la ligera tentación del populismo y mucho menos de la irresponsabilidad y no aceptar plata corrupta ni criminal en las finanzas de las campañas políticas.
A la sociedad como un todo: disponerse generosamente para vivir una reconciliación en el país. Para aceptar nuevas dinámicas políticas y sociales donde sea posible construir, desde la diferencia, el respeto y la tolerancia, un país donde todos quepamos. Una promesa muy concreta es darle un lugar a todas las víctimas del conflicto oyendo con respeto y sensibilidad los relatos de la barbarie de la violencia vivida.
A las autoridades: combatir el narcotráfico y la corrupción. Promesa radical: combatirlos sin cuartel. Para consolidar la paz es necesario que el narcotráfico no sea el combustible para los criminales y violentos. Es fundamental erradicar los cultivos ilícitos y dar unas nuevas posibilidades a tantos campesinos que cayeron en los narco-cultivos. Las políticas y realidades de sustitución de cultivos serán decisivas. Y de otra parte, los recursos públicos deben ser protegidos de los ladrones corruptos que han saqueado de forma sistemática y cada vez más de manera camuflada los presupuestos públicos. Los dineros públicos deben ser sagrados.
Si queremos que el 2018 sea mejor, necesariamente debemos comprometernos. Si no cambiamos, difícilmente las cosas cambiarán.
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