En medio de tantas tribulaciones que ha traído el 2020 por el Covid -19, resulta una buena noticia para el mundo la casi segura elección de Kamala Harris como vicepresidenta de los Estados Unidos. Es un gran mensaje de reconocimiento a la diversidad, y la ratificación del importante papel que están jugando las mujeres actualmente. No en vano, en su discurso se destacan los mensajes de unión, cuidado y priorización de la ciencia y la salud, que son una muestra más del éxito de la gestión de las mujeres frente a la crisis del coronavirus en el planeta.
 La elección de la vicepresidenta, parece ratificar un cambio de mentalidad que aún es muy lento, pero que es esperanzador. Aunque todavía son muy pocos los países en el mundo que están liderados por mujeres, poco a poco se abre el espacio para que haya paridad en el gobierno del orbe.  Los datos analizados por “Mujeres en la Política 2020” elaborado por la ONU Mujeres y la Unión Interparlamentaria, muestra que, en Alemania, Bangladesh, Barbados, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda, Serbia y Suiza, las mujeres tienen el gobierno y que, en Eslovaquia, Estonia, Etiopía, Georgia, Nepal, San Marino, Singapur y  Trinidad y Tobago, las mujeres son jefes de Estado y de Gobierno. Finlandia entre ellos es un buen ejemplo, ya que tiene a Sanna Marin, como la primera ministra más joven del mundo y tiene 11 de sus 18 ministerios a cargo de mujeres.
 Junto con este mayor alcance de las mujeres en el poder, hace camino también una visión femenina de la economía, la llamada “Economía del Cuidado” que toma en cuenta la relación entre los vínculos sociales y la realidad económica poniendo en el centro de la reflexión la sostenibilidad de la vida.  El mercado y la reproducción del capital no son, bajo esta perspectiva, lo único importante, se vuelve fundamental la reproducción de la vida, la provisión necesaria para sostenerla, la equidad, la modificación de la desigualdad. Esta perspectiva que se ha abierto un camino en la reflexión económica ajusta muy bien con una perspectiva del cuidado en el ejercicio del gobierno.
 La consideración de la multidimensionalidad de la pobreza puede llevar a la consideración de las políticas de cuidado, que a su vez lleven a acciones públicas orientadas a garantizar el cuidado de la vida, el bienestar de todas las personas y del medio ambiente.  El cuidado, desde esta perspectiva, redefine la perspectiva del desarrollo social y de los derechos humanos, porque a través del reconocimiento del valor que tiene el cuidado se promueve el crecimiento económico sostenido, sustentable, el empleo y el trabajo decente que aparece en el objetivo 8 de los ODS. 
 Todos y todas tenemos derecho a recibir cuidado y a proveerlo, por lo tanto, los Estados deben tener políticas adecuadas que permitan y garanticen este derecho. Estas perspectivas, han sido promovidas por mujeres y han tenido repercusión en los ODS que tienen como un transversal la perspectiva del cuidado.  Esta visión promueve el reconocimiento del trabajo doméstico y de todos los oficios que hacen las personas que cuidan a otras, para que se valore y reconozca su trabajo, se mejoren los salarios y se hagan más eficientes los servicios públicos orientados al bienestar, la infraestructura y las políticas de protección social.
 Con cada vez más mujeres preparadas y capaces en el poder, quizás se pueda impulsar con mayor decisión, la economía del cuidado, el gobierno del cuidado y hasta la justicia del cuidado, visiones que quizás reduzcan la reproducción de las desigualdades en el mundo.  Aunque las mujeres en el poder no garantizan que esta perspectiva se posicione, parece que hay una simultaneidad de esta visión, con las buenas noticias de más lugares y oportunidad de las mujeres en el gobierno de los países que están siendo exitosas, al menos así lo reflejan las buenas decisiones orientadas al cuidado de la población, tomadas por ellas, en la actual crisis del coronavirus.