Luis F. Gómez

El presidente electo, Gustavo Petro, señaló en su primer discurso luego de las elecciones, que la dinámica del Gran Acuerdo Nacional que dará el gran rumbo al país y que convocará a toda la sociedad colombiana, tendrá su punto de partida en el Diálogo Regional Vinculante.
El adjetivo ¨vinculante” lo liga al verbo vincular en la acepción 4 del diccionario de la lengua: “sujetar a una obligación”. Así lo entendió el nuevo presidente cuando añadió que lo que se acuerde en las regiones para acabar con la violencia y construir la prosperidad nacional: “Se vuelve norma, se vuelve obligatorio, se cumple”. Hay pues una aspiración a que la voz de las regiones, especialmente aquellas que no han estado en el centro del debate, pueden ser oídas y tenidas en cuenta en serio.
¿Por qué desde las regiones? Porque considera que el conflicto en el país tiene unas especificidades e historia propias en cada región, las distintas fronteras de Colombia. Y que desde allí sí se puede leer la diversidad de la nación, para construir las reformas del país. Es una visión de gran descentralización participativa que es muy propia de las democracias directas. Que debe organizarse con una metodología participativa que permita generar consensos desde los territorios. Ahí es vital que no se atomicen las decisiones, que las hagan posteriormente incoherentes en el marco nacional y las posibilidades reales de recursos.
¿Para qué? El presidente electo considera que el gran foco es la consolidación de la paz, entendida como defensa de la vida y la construcción de condiciones para el ejercicio pleno de los derechos de todos los ciudadanos, que implica la justicia social. Es un sentido muy estructural que pretende enfrentar las brechas entre regiones, especialmente entre el centro y la periferia; pero también reducir la pobreza gracias a la justicia y hacer foco en el crecimiento económico. Solo creciendo será posible dinamizar la redistribución. Si bien habló de profundizar el capitalismo, lo dijo en términos de caminar hacia un esquema más cooperativo, colaborativo y solidario.
Pues bien, para iniciar con esos diálogos regionales, bien valdría la pena hacer un piloto con motivo del plan de desarrollo para que se logre articular la planeación nacional con la territorial. De esta manera se podría lograr una bisagra entre lo local y lo nacional. Y de otra parte, hacer vida el principio de participación en la planeación previsto en la ley 152 de 1994, ello implica una participación de la ciudadanía, que se haría desde las regiones, situada en su realidad concreta, en medio de sus propias necesidades y dolores.
Una perspectiva desde las regiones es muy importante, pero es clave tener una buena metodología para evitar confusiones y dispersiones, y al mismo tiempo mantener un diálogo con la visión nacional. Muchas regiones que nunca han sido tenidas en cuenta, cuya voz no ha sido escuchada de veras, tendrán hoy un sitio central en el país. Este es un cambio serio, un cambio que dará unas lecturas de país desde otras perspectivas a las tradicionales. Qué bueno que se logre una buena arquitectura participativa para integrar y articular todas las voces desde las regiones.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015