Cada nuevo atardecer
El cielo empieza a arder
y escucha el viento
Que me trae con su canción
Una queja de amor como un lamento
Queja y lamento los que quiero desahogar. En mi época de infancia los anhelados regalos del 24 de diciembre los traía el Niño Dios. Yo vine a saber que en realidad eran mis padres los proveedores de los presentes como a la edad de los siete años, cuando un primito “sapo” asesinó de un solo golpe mis inocentes creencias, contándome con todo detalle dónde estaban guardados los regalos y cómo en la noche, los impostores de mis tíos y primos mayores, cual gavilla colocarían en un improvisado lugar una montaña de relucientes paquetes para los hijos pequeños de toda la parentela.
Algún tiempo después, en un supuesto grito o moda libertaria, desde muy apartadas latitudes les impusieron a las nuevas generaciones la idea que el gran benefactor es un gordito simpático, de barba blanca y cachetes rojos, llamado Santa Claus.
El modelo no pudo ser más exitoso. De la austeridad de antaño pasamos a la ostentación y sofisticación navideña más asombrosa. Y de contera se convirtió en la imposición de un modelo cultural solo comparable al que ha hecho Hollywood con el cine en todo el planeta.
A quienes ya pasamos la barrera de los 50 años, no deja de sorprendernos esa transformación. A mí, particularmente, me resulta muy gracioso ver cómo en estos países tropicales queremos imitar los usos y costumbres de los países Nórdicos. Basta visitar cualquiera de los centros comerciales de nuestras ciudades, para ver los ingentes esfuerzos y las grandes inversiones económicas para tratar de convertir espacios en paraísos de invierno, en donde la exótica nieve recrea unos escenarios, que, aunque bellos, no reflejan la realidad que nos rodea y que nos es propia.
Más cómico resulta ver a unos “pobres gorditos” enfundarse de los pies a la cabeza, en unos pesados y calurosos vestidos rojos, y así permanecer impávidos ante las inclementes temperaturas nuestras, posando durante horas para la foto del recuerdo, cargando los cuerpecitos de miles de niños que hacen larguísimas filas llenos de emoción de estar por fin, frente a frente, con Santa. Esos actores, intérpretes solo de temporada navideña, son otras de las víctimas que debieran ser incluidas en el proceso de paz, como víctimas del conflicto cultural.
Donde no sé si llorar o reír es con la presencia de los renos. ¡Por Dios! Se imaginan... renos en Honda… en Neiva… en Barranquilla…. Ahí si no brincan los defensores de los animales. ¿Y qué tal los nombres? Rudolf!! Al único que conozco con ese nombre casi acaba con el campo en el gobierno de Gaviria, decretando la apertura económica sin ninguna protección para nuestros productos. Mejor dejemos así.
Donde el fuego se hace amor
El río es hablador y el monte es selva
Hoy encontré un lugar para los dos
En esta nueva tierra
Por mi parte, prefiero no pelear ni con mis amigos ni con mi familia, tampoco ser aguafiestas, y decidí ser tolerante con el gusto de los demás. Pero a los señores de los países Nórdicos les envío desde aquí mi cartica de Navidad, que estoy seguro no leerán pues la envío con Santa y además la transporta Rudolf, el reno, no el ministro. Bueno, da lo mismo.
Les digo cómo desde estas tierras, respetamos y hasta imitamos malamente sus frías costumbres. Y les pediría que desde sus gélidas torres dejen de financiar campañas para prohibir que en estos lugares “donde brilla el tibio sol, con un nuevo fulgor dorando las arenas”, se realicen festejos con gallos, toros, caballos, los cuales sí hacen parte de nuestro patrimonio cultural.
Me declaro en tregua navideña, aunque en permanente resistencia prefiero llamar al gordo ese con un nombre más bonito, más sonoro: Papá Noel.
El perfume de una flor
El ritmo de un tambor en las praderas
Danzas de guerra y paz
De un pueblo que aún no ha roto sus cadenas
América, América.
Dejemos para los europeos lo que es de Europa, y para los americanos lo que es nuestro. Así lo cantó el inmortal Nino Bravo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015