En distintos sectores de opinión y en la base de la sociedad existe un clamor creciente para que los sectores alternativos de Manizales y Caldas se unan. Por las calles me he encontrado con muchas personas que claman: ¡La oportunidad es ahora! Comparto plenamente ese sentimiento. Sin embargo, los buenos deseos de unidad no siempre reflejan las mismas motivaciones.
Para algunos, es imperativa la unidad que frene la tristemente célebre “alianza yepo-barquista” remasterizada en Caldas y su capital. Con su triunfo en 2019 se perdería toda esperanza de posicionar al Departamento y a Manizales como territorios viables en el concierto nacional e internacional. Y tienen toda la razón. La corrupción y el clientelismo siguen vivos y coleando en todas las esferas de la administración pública.
Lo curioso es que sectores políticos que hoy tienen serias investigaciones disciplinarias y penales porque han mal gobernado y hecho política con esos antivalores, sean justamente los que pretendan arrogarse la bandera de la anticorrupción y promuevan la unidad con personas “buenas, honradas y decentes”. Y en ese propósito busquen a los sectores alternativos para cobijarse con las banderas de la dignidad que se han ganado haciendo veeduría ciudadana en las calles, aún bajo el ojo acusador de algunos que los llaman sectarios, ecopopulistas y otros epítetos que ocultan una doble moral.
¿Los “menos” corruptos contra los “más” corruptos? La lucha contra la corrupción no tiene matices. Cero tolerancia con ese mal que emergió tras la firma de los acuerdos de Colón como uno de los flagelos principales que empobrecen y fragmentan a la sociedad. Ese debería ser el primer acuerdo en lo local y departamental.
La búsqueda legítima de la más amplia unidad entre partidos y movimientos políticos en Manizales y Caldas debe hacerse con quienes no estén incursos en investigaciones, cuestionamientos o sanciones que atenten contra la moralidad pública, por eso en ella no caben los líderes ni los partidos que han esquilmado el presupuesto público. Las elecciones de 2018 fueron el inicio de ese voto-castigo en Caldas. En buena hora, algunos representantes de esas huestes no lograron los votos que requerían, pero aún falta un mayor esfuerzo para renovar la política definitivamente. El anhelo es que, de manera consciente, los electores de 2019 quebranten definitivamente a esos partidos que gastan miles de millones en campañas y pagan con contratos asignados a dedo cuando están en el gobierno.
Pero también hay otro llamado justo de diferentes sectores de opinión para que las precandidaturas que se definen como alternativas se unan entre sí, seleccionando a un solo candidato que los represente, bajo el criterio de que “O nos unimos o nos hundimos”. Esa frase es potente porque es cierta y está demostrada en los hechos.
La primera tarea la tienen los partidos alternativos con personería jurídica. El Polo ha concretado acuerdos de unidad con Mais en Caldas y con Alianza Verde en Chinchiná. Ha expresado su deseo de ampliarlos a otros partidos. Pero en Manizales los verdes son impredecibles; por lo pronto, no dan señales de unidad ni han mostrado interés en este sentido, lo cual es un mal augurio en la perspectiva de evitar el hundimiento que presagia el ciudadano del común con una división entre quienes estarían cifradas las esperanzas de renovar la política local y departamental.
La unidad debe ser el principal reto de todas las colectividades alternativas que quieren cambiar las malas prácticas políticas. En el logro de ese propósito superior puedo desistir de mi aspiración a la Alcaldía de Manizales para contribuir a hacer realidad ese clamor social, del lado de una ciudadanía joven. Creo que se puede llegar a la Alcaldía, pero sobre todo, hay que saberlo hacer. Fortalecer los espacios de diálogo ciudadano es un primer paso. El segundo es lograr una amplia representación en el Concejo para asegurar la gobernabilidad, sin componendas ni presiones indebidas, solo con la mirada puesta en el futuro democratizador de la ciudad y el territorio. Finalmente, se debe gobernar con los más capaces y con una propuesta seria, sin ataduras ni deudas por pagar, con la frente en alto para representar los intereses públicos y colectivos. Sí hay con quien unirse para gobernar bien.
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