En septiembre se cumple un año desde que la consultora Steer Davies Gleave entregó el Plan Maestro de Movilidad para Manizales. Desde la Alcaldía se hace muy poco para socializar estos estudios y especialmente para emprender un proceso de apropiación social sobre la manera como se implementará este proyecto en el tiempo.
Fue un estudio que contó con la participación de algunas entidades gubernamentales, pero muy poca ciudadanía. Al estilo de la planeación estratégica empresarial, se identificaron estrategias, planes y proyectos, aunque no necesariamente una visión sistémica de la movilidad.
Se conocen algunos resultados parciales, sin embargo, la información pública disponible me genera unas primeras impresiones sectoriales que quisiera compartir. El plan parte de la necesidad de integrar las decisiones propias de la movilidad, con las del espacio público y las demandas ambientales para una ciudad compacta, especialmente las relacionadas con la calidad del aire y el ruido, así como algunas determinantes financieras. Esto es esperanzador, puesto que los proyectos de movilidad que se vienen implementado en Manizales carecen de esta articulación con las diferentes necesidades de espacio público, sobre todo para los peatones, y mucho menos con acciones en materia de sostenibilidad ambiental relacionadas con la ampliación de la arborización urbana y rural, control de la contaminación del aire y el ruido, cuidado del paisaje y de la Estructura Ecológica Principal.
Las recomendaciones del estudio se estructuran en torno a lo que se ha dejado de hacer en las dos últimas décadas, tanto en materia regional como local. Incremento de las líneas de cable aéreo, formular el Sistema Estratégico de Transporte Público, dotación urbana de calidad en paraderos, implementar TIC a la movilidad, articular la Plaza de Mercado al sistema de abastecimiento, almacenamiento y procesamiento de alimentos, contar con una Terminal Interveredal técnicamente adecuada y articulada a un sistema de cargue y descargue en el sector de la Galería, promover el desarrollo urbano en torno a los principales corredores viales nacionales, entre muchas otras acciones que otros estudios en el pasado ya habían recomendado.
Las características del Plan Maestro de Movilidad están relacionadas con hacer lo que debió hacerse hace mucho tiempo y se aplaza de manera injustificable porque otros estudios ya lo habían advertido. Esto, que parece un galimatías, es la triste realidad de Manizales.
Por eso, y aunque pueda parecer ofensivo, nos merecemos la suerte que hoy tenemos. Una ciudad intermedia de grandes oportunidades, que corre presurosa a un colapso en materia de movilidad debido a dos razones básicas: procastinar proyectos sistémicos de movilidad e implementar proyectos aleatorios que generan más problemas que soluciones.
El Plan Parcial de la Galería es un proyecto mil veces aplazado. Si se hubiera implementado, en 2017 ya estaría terminado, lo cual implicaba contar con una terminal interveredal adecuadamente localizada como remate de uno de los accesos rurales más importantes de alimentos a la ciudad, una remodelación de los edificios de la Plaza de Mercado para hacerlos funcionales y atractivos al comercio de alimentos, recuperando el espacio público de la ocupación de vendedores informales, construcción de bodegas de almacenamiento de alimentos, nuevos edificios para su procesamiento industrializado, implementación de un sistema de reciclaje. En fin, las tareas que hoy recomienda el Plan de Movilidad, diez años después. Ejemplos de pésimas decisiones que impactan negativamente la movilidad son los centros comerciales sobre una de las avenidas que mayor potencial tenía como vía rápida.
Existe un riesgo evidente de una aplicación fragmentaria y sesgada de los planes, proyectos y acciones que impedirían, o por lo menos, aplazarían indefinidamente la solución sistémica de los principales problemas de movilidad en la ciudad y su articulación con la región y la nación. Los planes anteriores no han avanzado significativamente porque su implementación no se hace con base en las recomendaciones de dichos estudios, sino por el deseo arbitrario de un funcionario, algunas veces incompetente, o que representa intereses particulares.
Por eso, se requiere una vigilancia activa de la ciudadanía en el proceso de implementación de estos planes, no vaya a ser que pase otra década sin que se mueva la movilidad sostenible.
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