En la posmodernidad, el estudio de las ciudades se aborda sólo a través de fragmentos y compartimentos estancos, porque en últimas, lo fundamental es encontrar proyectos urbanos susceptibles de financiación en el mercado de capitales. Bajo esta desafortunada premisa, la conexión entre patrimonio y movilidad urbana parecería un exabrupto. Pero no es así, hay una relación de interdependencia que es necesario considerar a la hora de definir políticas, planes y proyectos en ambos escenarios.
Dos noticias recientes obligan a reexaminar los nexos conflictivos entre patrimonio y movilidad en Manizales: la solicitud de inclusión del Centro Histórico en la categoría de “sostenible” y la entrega del estudio de movilidad sostenible que conduciría a la definición de un Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP). Ambos proyectos están articulados a la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES) del BID, de la cual hacen parte cuatro ciudades: Manizales, Pereira, Bucaramanga, Barranquilla. Pese a tener una misma matriz, ambos proyectos caminan por sendas independientes y, a mi juicio, en dirección contraria a la sostenibilidad. Varios indicios nos permiten comprobar esta alarmante hipótesis:
a. La apertura de nuevas avenidas y la construcción de puentes elevados están acabando el patrimonio construido. Para la muestra, la desaparición del conjunto de edificios con valor patrimonial de la Comuna San José (Escuela Sagrado Corazón, Escuela de Artes y Oficios, el antíguo Matadero, Escuela Jorge Robledo, Palacio Municipal, entre otros), la contaminación paisajística del edificio de la antigua Estación del Ferrocarril por cuenta del puente que se construirá próximamente y del complejo vial que poco a poco le quita terreno a los predios que hoy ocupa la Universidad Autónoma. La suerte de todas estas edificaciones es dramática, algunas ya desaparecieron, otras padecen su inminente deterioro. En realidad, todos estos predios están ligados a una misma arteria de conectividad cuyo único propósito es garantizar la movilidad vehicular jalonada por la construcción de centros comerciales, en detrimento de otras alternativas no motorizadas, obviamente más sostenibles.
b. La proliferación de zonas azules en las calles del centro de la ciudad, invadiéndo áreas cuya vocación real es la movilidad peatonal, las ciclorutas o el espacio público, tan necesarias en el centro histórico y tradicional de la ciudad.
c. El desmoronamiento de edificaciones con valor patrimonial en el centro y su destinación a parqueaderos.
d. La contaminación del aire en el centro por cuenta de vehículos públicos y privados basados en gasolina y diesel con sus impactos sobre la calidad de vida de los residentes y habitantes del centro, sumado al deterioro de fachadas por particulas en suspensión.
e. El desaprovechamiento de oportunidades y recursos para recuperar el centro histórico de Manizales, mientras ciudades como Santa Marta y Barranquilla sí lo hicieron desde 2002.
d. El estancamiento del macroproyecto San José y su consecuente impacto sobre el deterioro físico y social del centro.
El estudio de otras experiencias nacionales e internacionales da cuenta de que es posible detener esta devacle mil veces anunciada. En Cusco, Perú, se actuó oportunamente mediante un plan integral que protegió el centro histórico con la peatonalización de casi todo el casco urbano prehispánico y colonial, desvió la movilidad vehicular a nivel periférico, recuperó espacio público, incentivó el uso de la vivienda en el centro y conservó los valores culturales de la plaza de mercado. En Cuenca, Ecuador, el rescate de las edificaciones patrimoniales que todavía sigue avanzando con vigor, se combina con la construcción de una línea de tranvía que atravieza discretamente el centro histórico, mientras las rutas de buses funcionan perimetralmente. Cartagena, recientemente, definió el cierre vehicular de una parte importante de las calles de la ciudad amurallada para garantizar el disfrute y la seguridad de los turistas de a pie, sin que implique necesariamente una afectación al comercio. A uno de sus costados, construyó Transcaribe, el sistema masivo de buses articulados.
Manizales necesita dolientes que entiendan la importancia de reformular el caduco Plan Especial de Manejo y Protección del Centro Histórico, diseñando un plan-centro integral que atraiga nuevos usos, construya más viviendas multiestratos, rescate el Plan Parcial de la Galería, recupere espacios públicos para la gente e invierta la pirámide de movilidad, comenzando por el peatón.
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