Juan Álvaro Montoya


El criterio lo es todo. Este pesa hombres, profundiza ideas, marca posiciones, crea imperios, defiende postulados y, cuando se lleva a la acción, libera naciones. Quien actúa bajo su amparo sufrirá caídas, lamentará derrotas, llorará amigos, se angustiará en la hora oscura, pero, al que persiste, la victoria de la espera. Es la ley de la vida y una fórmula del éxito: criterio y perseverancia.
Pero cuando se trata de administración pública pocos demuestran un criterio inquebrantable, arropado en convicciones firmes. Dos antípodas de la política nacional hacen gala de estas características que los han convertido, con razón, en líderes de las corrientes ideológicas que presentan. Álvaro Uribe ha sido injustamente acusado como el causante de los males de la sociedad colombiana. Pero quienes tenemos memoria y recordamos la Colombia de 2002 cuando él asumió la primera presidencia, debemos reconocerle que gracias a su determinación, buen juicio en la administración pública y constancia en sus políticas de desarrollo, nuestro país avanzó significativamente para las siguientes generaciones. Su antítesis, Gustavo Petro, es un ejemplo de lucha. No me gusta el personaje, pero admiro su valentía. Es el eterno combatiente. Insiste, persiste y resiste con testarudez. Lamentablemente su ejercicio político y sus fuerzas están orientadas a la destrucción de lo que ha cimentado la sociedad colombiana. Critica la forma de desarrollo que tiene nuestro país, pero propone uno amparado en un modelo de producción típico del socialismo del siglo XXI que él mismo asesoró en Venezuela. Se opone la relación entre empresarios y la clase política, pero no tuvo reparos en recibir varios fajos de billetes del contratista Juan Carlos Montes. Defiende los fallos judiciales cuando le son favorables y aquellos que lapidan en la picota pública a sus enemigos, pero no objetó que se abusara del derecho de postulación cuando promovió una tutelatón masiva para mantenerse en la Alcaldía de Bogotá.
Preocupa en las actuales circunstancias, la evidente falta de criterio de algunos funcionarios del ejecutivo central para resolver las justas reivindicaciones de la protesta social, que no hacen parte del grupo de terroristas urbanos que se han empeñado en destrozar las ciudades. En el intento por resolver los bloqueos de Buenaventura, lo acontecido con Juan Camilo Restrepo Gómez, viceministro de Agricultura (quien se desempeña actualmente como Alto Comisionado de Paz) y Juan Pablo Diazgranados, viceministro de Relaciones Políticas, debe encender las alarmas sobre la preparación de los altos funcionarios de gobierno responsables de tomar decisiones de trascendencia nacional. Con razón el exvicepresidente Germán Vargas Lleras los llamó “descriteriados”. En efecto, estos dos viceministros tomaron decisiones que, en otros contextos, tendrían serias implicaciones penales en su contra y, olvidando que bajo su cargo representan la dignidad del Estado, cedieron la soberanía nacional y el ejercicio de autoridad legítima a particulares.
En este acuerdo se leen adefesios que lesionan la libre empresa, el derecho al transporte, se cede el control de las vías a quienes las han bloqueado, se confieren facultades de policía a los manifestantes, se restringe la circulación de la carga para determinados productos y se habilita solo a algunos de ellos, a criterio de los responsables del paro y se fijan restricciones de horario a voluntad de quienes promueven los bloqueos. En otro contexto estos serían actos sediciosos.
El presidente de la República, como figura institucional, no puede ser el pararrayos de sus ministros, viceministros, asesores y consejeros. Estamos en el mundo al revés. Los funcionarios se equivocan y es el presidente quien debe enfrentar la opinión pública. Las dimensiones que ha tomado la actual protesta social requieren de parte del gobierno de líderes serios, capaces, hábiles y con un criterio sólido para resolver los puntos de conflicto. La negociación se basa en encontrar puntos de encuentro identificando aquellos aspectos que pueden ser conciliados sin transigir sobre lo fundamental recordando que, como decía Winston Churchill “El que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación y tendrá también la guerra”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015