José Jaramillo


“Reír llorando” es el título de un poema de Juan de Dios Peza, intelectual y político mejicano, que sirve para darles sentido a las columnas que producen los Danieles desde su semanario virtual, en las que, con agudo sentido crítico y delicioso humor cachaco, analizan la realidad político-social de Colombia, para desenmascarar falsos profetas, líderes de fanfarria y dirigentes solapados, que se apoyan en la plata para adquirir poder político y en éste para ganar plata. A tal propósito, utilizan marionetas que colocan en la dirigencia empresarial o en la alta burocracia oficial. De la una pasan a la otra, como en las puertas giratorias de los hoteles de lujo; y van y vuelven al soplo de las circunstancias políticas, gracias a la manipulación de un sistema democrático, que de “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” no tiene nada desde hace mucho tiempo. El “nuevo orden” ahora es la dictadura de las mayorías, que se compran en los baratillos de la pobreza y la ignorancia.
Las diferencias políticas y religiosas hacen parte de la condición humana. Si todos pensaran igual y creyeran en lo mismo, le faltaría a la existencia humana el condimento de la confrontación. Otra cosa es que las divergencias trasciendan el debate civilizado y se resuelvan por las armas, que de un tiempo para acá se despojaron de uniformes, himnos y banderas y se escurren por las mangas para la puñalada trapera; o se ponen en manos mercenarias, para que no se manchen las galas de los “próceres”, que así limpian el camino de opositores, sin que se les arrugue la imagen.
El humor, escrito con ironía y sutilezas picarescas, o dibujado con trazos que con líneas sutiles e insinuantes dicen más que densos editoriales, expresa lo mismo que panfletos venenosos, pero los efectos son distintos. Los receptores desprevenidos los reciben con agrado y celebran el ingenio de los autores. Los aludidos, en cambio, reaccionan distinto: unos con escepticismo inteligente y otros con ira, no precisamente santa. De ahí que los primeros sonrían con displicencia y celebren el ingenio y los otros, los “ofendidos”, desaten persecuciones contra escritores o caricaturistas. De esto último dan testimonio columnistas y caricaturistas que han tenido que refugiarse en otros países; noticieros, periódicos y revistas víctimas de ciberataques y de asfixia publicitaria; y el registro doloroso de los que perecieron por la “acción intrépida” de malquerientes iracundos, con mucha prepotencia y sin sentido del humor. Lo que expresa el ingenio agridulce de los comunicadores incita a los receptores de sus mensajes a “reír con llanto” y a “llorar a carcajadas”, como concluye sus versos el poeta Peza.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015