José Jaramillo


Flaco favor hacen quienes se empeñan en recordar eventos sociopolíticos desafortunados, buenas intenciones frustradas o calamidades mal manejadas, no para proponer hechos nuevos que los superen, sino para “echarle sal a la herida”, o para expresar inquinas y malquerencias. El recurso de ineptos y mediocres es buscarles culpables a los problemas que son incapaces de superar; o lavarse las manos argumentando que recibieron sus encargos, por cuya elección lucharon, con problemas y sin recursos para solucionarlos. La visión hacia el pasado tiene perspectivas múltiples: unas buenas, otras regulares y no pocas decididamente malas. Con las buenas se debe continuar, reconociendo sin discriminaciones mezquinas los méritos a quienes las realizaron; las “grises”, que puedan mejorarse, hacerles los cambios necesarios para que sean óptimas; y las decididamente malas cortarlas de tajo, sin guardarles la espalda a los culpables, y castigándolos, si es el caso. La figura de la solidaridad de cuerpo, o encubrimiento entre pares de organizaciones políticas, sociales o empresariales, es perversa. Y más perverso es el “tapen-tapen”, que convierte en cómplices a los alcahuetas.
Si se mira el mundo por el retrovisor histórico, se encuentran episodios y realizaciones del hombre que merecen la alabanza de las generaciones actuales y concitan a seguir el ejemplo, en lo que tiene que ver con la actitud humanística, el desafío intelectual, el estímulo a la creatividad y el justo equilibrio de los privilegios sociales y económicos. La contraparte son los abusos del poder despótico, el fanatismo, el instinto bélico y la codicia insaciable, que deben erradicarse, para lo cual son ideales la educación, la superación de la pobreza, la preservación de las libertades individuales y de la paz y la justicia sancionatoria, sin excepciones.
Semejante a escoger rutas cuando se emprende un largo camino, las variables deben analizarse con cuidado, para alcanzar los objetivos más pronto y más fácil. Eso merece pausa y reflexión. Esa es la situación del mundo actual, cuando se presentan contrastes entre el desarrollo del talento humano en variadas expresiones y el desequilibrio social, para lo cual los Estados son ineficientes, porque los líderes son improvisados, ineptos y corruptos. Las oportunidades de escoger democráticamente se constriñen, porque las influyen el poder y el dinero sucio. Si quiere sacudirse la sociedad de esas influencias, tiene que haber propuestas políticas distintas a las del populismo depredador. Eso es posible en Colombia si los electores se quitan las vendas de la corrupción y la indiferencia y se presentan alternativas a los extremismos, para dejar de pensar en que si no es fulano es zutano, porque no hay más, para optar por el menos malo. Los grandes líderes surgen inesperadamente, como las calamidades.
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