José Jaramillo


En la ciencia los procesos se encadenan, para perfeccionar sistemas, descubrir variables, crear instrumentos de apoyo, incluir elementos relacionados, mejorar aplicaciones, ampliar coberturas y avanzar en la insaciable curiosidad de los talentos científicos. Así lo analiza sir Bertrand Russell (1872-170) en su libro La perspectiva científica, encadenando procesos relacionados con el cosmos, la luz, el tiempo, el aire, las distancias…, desde Aristóteles hasta Einstein, pasando por Copérnico, Kepler, Newton y Galileo. Después han estado en lo mismo Hawking y otros, ocupados de temas que a todos los humanos atañen y los afecta, y casi nadie entiende. Cuando el ignorante se sumerge en asuntos tan complejos, sólo le quedan para su acervo cultural asombro, admiración y dudas. Pero, también, inquietudes para relacionar el discurrir científico con fenómenos que le atañen, como la evolución de la sociedad y el vínculo de la política con el destino de las naciones, y sus causas y efectos en la vida de las comunidades.
La ciencia discurre entre la curiosidad, la investigación, los experimentos y la confrontación de ideas, aspirando a ganarle espacios al conocimiento y procurar la superación de la humanidad. Esos factores a la postre inciden en el bienestar y el desarrollo colectivos, con excepción de las armas y otros recursos bélicos, utilizados para el exterminio y la destrucción, tras el poder. La política de la democracia pervertida baila la contradanza, para desdeñar la continuidad de procesos exitosos, a afectos de obstaculizar los perdedores en contiendas electorales las tareas de quienes las ganaron legítimamente, sin importarles el daño que pueda causárseles a los pueblos, incluidos los seguidores de quienes los promueven, para alimentar egoísmos y preparar el terreno para futuras elecciones, fundamentados en desprestigiar a los rivales, y hacer lo posible por destruir su labor, por buena que sea.
Para no ir demasiado lejos en la historia, en los últimos 100 años, en lo que atañe a Latinoamérica, los observadores objetivos, inspirados en el humanismo clásico, y en el cristianismo, que es una constante en la región, vieron ascender a líderes que han conducido a sus pueblos hacia metas exitosas de superación social y económica. Por desgracia, esos después fueron reemplazados por personajes de relumbrón, que surgen como brotados de la tierra, enarbolando banderas caudillistas y ofreciendo paraísos y ríos de leche y miel a incautos electores, a quienes después despojan de todo su bienestar, mientras ellos llenan sus faltriqueras. Mientras tanto, la ciencia avanza exitosamente, en beneficio de la humanidad, sin discriminar a nadie, pese al escaso apoyo de los gobiernos.
“Monólogos de Florentino. Reflexiones de un ideólogo empírico”: Librería Ágora, Palermo; Papelería Palermo; Droguería Milán, Alta Suiza; Librería Odisea, centro.
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