La vida de los seres humanos debiera ser cada día más simple en el sentido de que pudiera existir sin muchas ataduras al entorno, el cual casi siempre influye en su interior, a veces sin darse cuenta.
Desde hace muchos siglos poco a poco, los seres humanos han ido perdiendo su absoluta independencia, la cual se subyuga para ser utilizada en procesos que terminan por encaminarlo a actuaciones que no siempre son deseadas.
Los estigmas de sus ancestros y de su propia vida le van mostrando un camino que una vez iniciado le será muy difícil abandonar. La complejidad de los otros seres humanos lo va ubicando en un mundo cada vez más exigente en detalles y lo obliga a depender de ellos. 
La ciencia y la tecnología avanzan inconteniblemente tratando de revelar y explicar hasta lo más mínimo. A cambio de una existencia más sencilla, atractiva y al alcance de todos, los seres humanos caprichosamente van creando encrucijadas por doquier. 
De otro lado, el pensamiento del ser humano discurre bajo diferentes enfoques: unos propios, derivados de sus conocimientos, experiencias y razonamientos autónomos y otros por ser más fáciles son transferidos desde el exterior, sin análisis y adoptados íntegramente. Los unos y los otros hacen parte de la persona y de la preponderancia de unos u otros se tendrá un ser crítico o en permanente estado anodino. Y hay que observar como las personas son sensibles a los elogios con méritos, y tienen derecho a ellos, pero es superior el número de quien no los tienen y ansían reconocimientos falsos. 
Hay que expresar de una vez que todo ser humano tiene al menos un mérito que lo puede distinguir o englobar en un grupo.
La semana anterior, los medios de comunicación anunciaron a los cuatro vientos el nuevo escalafón de las universidades y esta vez destacaron a dos colombianas, Universidad de los Andes y Universidad Nacional de Colombia entre las diez primeras latinoamericanas, pero se ubicaron más abajo del puesto 250 a nivel mundial.
Poco a poco, la educación superior en el país ha caído en la costumbre de utilizar los escalafones para definir su importancia y hacer énfasis en las gestiones de cada directivo. Todas las clasificaciones son parciales por lo que toman en cuenta solo algunos indicadores, ello conduce a diferencias abismales interinstitucionales cuando se interpreta un todo.
Una de las clasificaciones de las universidades, denominada comúnmente visibilidad, estriba en el número de citaciones que hacen otros en medios especializados, de las publicaciones de los docentes e investigadores de una determinada entidad. 
Umberto Eco en su libro: Cómo vivir en un mundo sin rumbo, 2016, en el capítulo: ¿A quién se cita más?, hace referencia al tema de una manera explícita y contundente, con referencia a las universidades italianas, que se puede aplicar a cualquier grupo de entidades de educación superior.
Eco tiene explicaciones válidas para demeritar la concepción de visibilidad como un indicador absoluto de la calidad universitaria e indica un ejemplo demoledor. Si se hace un paralelo, equivaldría a que un escritor de categoría similar a la del reconocido filósofo y profesor italiano dijera que la reina Victoria era una lesbiana, un atentado a la historia, y ésta afirmación sería citada millones de veces y con ello no se probaría la verdad del aserto.
Las visualizaciones pueden ser en lo afirmativo o en lo negativo, en esta última el impacto no dejaría de ser una rectificación. 
Las universidades tienen que ser serias en la utilización de los escalafones por lo que tienen que tener un definido objetivo que no induzca a verdades a medias o a falsas expectativas por parte de la sociedad.
Las universidades deben medirse en lo docente y para ello están sus egresados; en lo investigativo y para ello están las patentes y la publicaciones; en lo social y para ello tienen los diferentes programas validados por los resultados en bien de las personas y las instituciones.