La  comunicación entre los seres humanos es la base de la vida en sociedad. Las raíces de la interrelación de las personas, va más allá del contacto físico, viene desde épocas que se pierden en el trasfondo de la historia. Ante las necesidades el cerebro de se fue desarrollando en sus diferentes funciones.   
Larga y compleja es la historia de la comunicación humana. Varias  escuelas han permitido el entendimiento de lo que sucede entre las personas: Mecánica, psicológica, construccionista y sistemática. Sin embargo en el proceso de la interrelación humana aparece una pregunta básica con tres respuestas fundamentales: ¿Para qué, qué y cómo se quiere comunicar?
Los comunicadores utilizan un sistema técnico que interpreta al menos seis  variables: Las personas que emiten y reciben;  los códigos utilizados; los medios; los contenidos y el entorno de la transmisión.  
Igualmente es válida la pregunta: ¿Para qué se comunica? Las respuestas son muchas, las cuales se pueden resumir en: Información, formación, persuasión y distracción. Cada una tiene diferentes enfoques.
Desde el lejano tiempo, fueron apareciendo con todas sus modificaciones o adaptaciones, mecanismos de comunicación entre los seres humanos: piedra y piedra, piedra y tierra o arena, vegetal y piedra o arena, el tambor, la voz, el cuerno, la escritura, el daguerrotipo, el pizarrón, el papel, el teléfono, los lenguajes manuales y gestuales, la radiodifusión, el cine, la televisión, la computadora y los múltiples sistemas satelitales. Cada vez las personas van exigiendo más, en menos tiempo, con mejor fidelidad.
Pero nunca como hasta ahora la benéfica comunicación directa entre personas ha sido reemplazada por tecnología. El futuro tendrá que ser atendido por otros quienes tendrán que afrontar en tiempo cada vez más vertiginoso y una técnica ilimitada, la utilización de sistemas más parecidos a la realidad, incluyendo la tercera  y nuevas dimensiones.
Del viejo y querido profesor no quedan sino vestigios verbales y documentales. Fue relevado con diferentes pensamientos y maneras de ejercer su oficio. La tecnología se ha ido instalando paulatinamente sin lograr  lo que pretende: Reemplazar totalmente la presencia física del maestro. 
Una consecuencia del devenir tecnológico es la utilización de estrategias modernas en el sistema enseñanza-aprendizaje que cada día estremece más y confunde a quién se apega a los modelos tradicionales que han operado en los dos últimos siglos. 
La tecnología no se puede ignorar y la meta es su adecuada utilización sin que avasalle al ser humano. Sin embargo, la robótica que cada día interviene más está desplazando, así seguirá, en muchas funciones a las personas, inclusive en la educación  cuando es entendida de una manera sesgada la diferencia entre instrucción y formación. 
No es cierto que toda la instrucción, y mucho menos la gran formación, tengan en la metodología virtual el reemplazo de la presencia real y simultánea de estudiantes y profesores. Se puede estar  de acuerdo en que en épocas de crisis  muy temporales ello pueda dar resultado de una manera parcial y puede que hasta totalmente, dependiendo de la temática y de los fundamentos con los cuales se pretenda enseñar.
Dos más dos, la descripción de una naranja, la anatomía de un hueso, el conocimiento de un artículo legal, y así sucesivamente no necesariamente necesitan profesor presencial. Pero analizar, confrontar, deducir y, encauzar en medio de profesor y estudiantes no tiene igual, inclusive los gestos, los ademanes, las incomodidades, las miradas y otras manifestaciones son fundamentales en la interrelación maestro-discípulo, con una inmensa ganancia para todos.
Nota: La crisis va dejando muchas enseñanzas.
Nota: En la Ciudad Universitaria, la tecnología ocupa su lugar pero el eje es el ser humano.