Jorge Enrique Pava


Sé que me lloverán improperios por la posición que asumo en relación con la consulta del próximo domingo, pero no la voy a votar. Y no la voto porque me parece una medida populista, oportunista y que encierra más corrupción que aquella que supuestamente pretende combatir. Mis razones son las siguientes:
De las siete preguntas contenidas en la consulta, cinco están contempladas y reguladas en leyes, que han sido sistemáticamente violadas ante el silencio de los órganos de control y de justicia. Y dos de ellas (la disminución del salario de los congresistas y la limitación de períodos), que son tal vez el ancla mediática de este mecanismo, no pueden ser objeto de reforma vía consulta popular, por disposición expresa de las leyes estatutarias 134 de 1994 (Art. 49) y 1757 de 2015 (Art. 21) que especifican que “no se podrán realizar consultas sobre temas que impliquen modificación a la Constitución Política”, ni “promover mecanismos de participación democrática sobre iniciativas constitucionales”.
Así las cosas, esta es una consulta baladí que, en el fondo, solo le sirve a sus promotores como mecanismo politiquero y como preámbulo para las campañas políticas regionales de 2019. ¿No será este un acto igual o más corrupto (por el engaño y los costos que encierra) que aquellos que vemos a diario? Por otro lado, es curioso ver cómo los promotores de la consulta, que acuden a videos y tuit falsos, son los mismos que se quejaban de los supuestos engaños en el plebiscito y que terminaron avalando la violación de sus resultados.
Y a todo esto se le suma la virulencia de la que hacen gala sus adeptos en contra de los opositores. No nos bajan de corruptos, paramilitares y otros epítetos degradantes, en una especie de constreñimiento ilegal contemplado como delito en las leyes. Pretenden con esto coartar el libre albedrío de los ciudadanos, pilar fundamental del Estado de Derecho. Es decir, acuden a la violación de los principios democráticos, para utilizar un mecanismo precisamente democrático en beneficio propio, partidista y electorero. ¡Vaya coherencia!
Si la corrupción se acabara por la existencia de leyes que la combatan, Colombia sería un paraíso, pues en este mar hiperinflacionario de normas encontramos la prohibición expresa de todos los tipos de corrupción y sus correspondientes penas, pero el aparato judicial nada hace para que se cumplan ni mucho menos para castigar a los infractores. Tal vez entonces estemos buscando la calentura en la sábanas, mientras el paciente se deshidrata por su enfermedad; tal vez estemos concentrados en mecanismos bulliciosos que endulzan los oídos de los ciudadanos, mientras nos carcome la corrupción de una clase política que se sabe inmune a quienes imparten justicia, porque éstos dependen del poder político y cambian lenidad por nombramiento, e impunidad por beneficios. La corrupción se combate con verdadera justicia y no con leyes inobservadas.
¿No es curioso, por ejemplo, que tres de los promotores de la consulta anticorrupción, exhiban conductas aberrantes y se pavoneen ante el pueblo haciendo alarde de impunidad? ¿No es por lo menos contradictorio que Claudia López haya abusado de las prebendas como congresista para financiar su campaña a la vicepresidencia? ¿O Mockus, quien se ha declarado culpable de falsificación de cédulas y otros comportamientos a favor de las Farc, acceda al poder legislativo estando inhabilitado para ello y hoy muestre orondo su trasero en el Congreso como símbolo de pulcritud, honorabilidad y decencia? ¿O Petro, terrorista amnistiado que ha acudido a todas las formas de lucha para imponer su voluntad, pase por encima de las leyes, la Constitución y la vida de miles de colombianos?
Los adeptos de la consulta no han tenido reatos para insultarnos, descalificarnos y vilipendiarnos. ¿Qué les hace creer que nosotros, quienes pensamos diferente y por ello hemos sido maltratados miserablemente, queramos contribuir a alimentar sus propósitos? ¡Definitivamente no voto! Lo haré cuando se proponga una consulta decente que obligue a la justicia a operar con eficacia, pues ese día estaremos verdaderamente cerca de derrotar la corrupción. Pero ante esta consulta baladí, no. ¡Paso!
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