Manizales se volvió a estremecer con una nueva tragedia que dejó desolación, muerte, pérdidas materiales y cientos de damnificados que hoy esperan soluciones concretas y definitivas. Fue una tragedia que, aunque parece cíclica, nunca como ahora había despertado tanta solidaridad y había movido ese espíritu manizaleño de una forma tan oportuna, rápida y masiva. Fue una tragedia que nos obligó a despertar y a ver en el manizaleño a un ciudadano compasivo, altruista, colaborador, solidario y dispuesto a sacrificarse en aras de solucionar los problemas de sus vecinos.
Vimos así cómo los estudiantes de colegios y universidades salieron a entregar su ayuda física; instituciones educativas dispuestas como albergues; el transporte público (buses y taxis) prestando sus servicios en forma gratuita; comerciantes otorgando grandes descuentos y donando elementos para los damnificados; hostales, hoteles y viviendas privadas ofreciendo sus instalaciones para albergar gratis a quienes se quedaron sin hogar; diferentes instituciones y personas empeñadas en recoger alimentos, artículos de aseo, frazadas, cobijas y ropa; los organismos de socorro, Bomberos, Defensa Civil, Policía y Ejército desplegados por toda la ciudad ayudando día y noche; la prensa ofreciendo sus espacios para informar y servir de apoyo institucional; en fin, Manizales entera unida en pos de socorrer a quienes sufrían las inclemencias de una tormenta nunca antes vista, hasta el punto de tener que suspender las ayudas porque ya se habían recibido con suficiencia. ¡Esa es mi Manizales!
Y al frente de esta tragedia trabajando incansablemente y liderando los rescates, las soluciones, las ayudas, etc., vimos al alcalde Octavio Cardona y su gabinete dedicados 24 horas diarias, sin descanso, sin pereza, sin discriminaciones y, aunque visiblemente afectados y con la sensibilidad a flor de piel, dispuestos a entregar todo para paliar las necesidades de sus coterráneos que clamaban su ayuda. Y a su lado, con igual disposición, desprendimiento y sin horarios el ministro de transporte, Jorge Eduardo Rojas y el director de Corpocaldas, Juan David Arango, haciendo presencia en todos los puntos afectados y disponiendo de sus respectivas entidades los recursos para ayudar en la tragedia, y programar las soluciones definitivas que demanda una ciudad que poco a poco ha venido sufriendo un desgaste geológico que requiere de intervenciones inmediatas para evitar que se repitan estos desastres. Los manizaleños tenemos que agradecer de corazón al alcalde y su equipo, al ministro y al Director citados, y repudiar el desatino politiquero de Arturo Yepes quien salió a buscar culpables y a endilgarle responsabilidades al alcalde mientras este se dedicaba a ayudar y a encontrar soluciones a una tragedia que se escapa de cualquier previsión.
Pero al margen de todo esto, debemos convertir esta tragedia en una oportunidad. Si Manizales es capaz de superar las adversidades de una manera tan expedita y de unirse para superar esta crisis inesperada, seguramente que trabajando unida y organizada desde todos los frentes, podremos hacer grandes cosas; podremos volver a ser protagonistas del emprendimiento en el entorno nacional; podremos retornar a la senda del progreso constante y del desarrollo sostenido; podremos engrandecernos e incrementar aún más la calidad de vida en una ciudad que ocupa los primeros lugares.
Cuando el atentado de las torres gemelas de Nueva York, el alcalde Giuliani basó la recuperación de la ciudad en los ciudadanos y en la prosperidad incrementando el consumo, ocupando a la gente de la ciudad, generando trabajo local y brindando oportunidades a los neoyorquinos. Hoy los manizaleños, emulando ese ejemplo y guardadas las proporciones, tenemos que seguir impulsando nuestra empresa, nuestra gente, nuestra industria, nuestros valores. Tenemos que seguir valorando lo local y utilizando nuestra mano de obra, nuestros técnicos, nuestros profesionales y generando espacios para que esos jóvenes que mostraron su casta y su espíritu de colaboración y entrega sepan que ésta es su tierra y que aquí podrán desarrollar todas sus habilidades y destrezas. Porque tenemos muchos valores humanos que han quedado plasmados en esta tragedia y la sociedad entera tiene que compensarlos, fortalecerlos y aprovechar esta riqueza que no es fácil de encontrar en parte alguna.
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